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“No volver a la normalidad educativa es potenciar una serie de medidas ilegales que no se deberían permitir”

Juan Martín, portavoz de la Asociación de Centros de Educación Infantil de Madrid (ACEIM), asegura que el 0-3 está listo para acoger a los alumnos y cuestiona que las alternativas que los padres pueden estar planteándose les garanticen una mayor seguridad frente a los contagios.
Saray MarquésMiércoles, 2 de septiembre de 2020
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Juan Martín analiza la situación de las escuelas infantiles privadas desde la perspectiva sanitaria, educativa y económica. © FAMVELDMAN

Desde los meses del estado de alarma los sindicatos y las patronales vienen advirtiendo de la amenaza para la sostenibilidad de las escuelas infantiles privadas que supone la crisis del coronavirus. Así, en junio, unos y otras firmaban una declaración conjunta pidiendo ayuda para sobrevivir, recordando que estos centros dan empleo a 50.000 personas y escolarizan a 250.000 alumnos. Si el sindicato FeSP-UGT calculaba en 8.000 las trabajadoras que podrían perder su empleo y en 20% los centros que podrían cerrar (de 5.100 en toda España), la Asociación de Centros Autónomos de Enseñanza Acade recordaba que el cierre de centros era ya previo a la crisis del Covid-19, a un ritmo de dos por semana.

20%
de estos centros

podrían cerrar, según FeSP-UGT

A día de hoy sus presagios comienzan a cumplirse, con escuelas infantiles que se alquilan o traspasan pero, según Juan Martín, portavoz de la Asociación de Centros de Educación Infantil de Madrid (ACEIM), es aventurado dar cifras. “Nos podemos fijar en los centros que decidieron abrir en julio, en torno al 35%, con un aforo bastante reducido, del 25% y en pocos casos del 50%, para hacernos una idea. Sí que ahora en septiembre tenemos constancia de toda una serie de centros que han cerrado, pero sin que existan datos oficiales, y menos a 1 de septiembre”.

Martín es partidario de abordar la situación de las escuelas infantiles desde tres perspectivas: sanitaria, educativa y económica. Desde el punto de vista sanitario subraya que existen protocolos, si bien “ninguno, en ningún ámbito, puede garantizar un 100% de inmunidad: Yo no sé cómo se mide esa incertidumbre, pero no solo en una escuela infantil; en la terraza de un bar, en el metro…”, matiza.

Además, desde su asociación han elaborado una guía de buenas prácticas, visada por la Consejería de Sanidad y validada por el Ayuntamiento de Madrid, que tiene las competencias higiénico-sanitarias y de consumo. “Nuestros estándares ya eran muy altos, nos pilla no al nivel de una clínica dental, donde, a raíz del sida, los protocolos se volvieron muy exigentes, pero casi. En las escuelas infantiles estamos acostumbrados a convivir con la enfermedad, los procesos de fiebre y los problemas desde el punto de vista pediátrico son muy frecuentes y muchas medidas y precauciones de aislamiento ya estaban, porque además el centro que ha tenido un problema, situaciones por ejemplo de muerte súbita, lo ha pagado muy caro, se ha hundido”, expone Martín.

Para él es muy importante subrayar que los centros infantiles privados de la Comunidad de Madrid llevan trabajando desde el primer día para volver en las mejores condiciones, y que la experiencia de julio, donde no hubo incidencia de Covid-19, demuestra que se puede.

«Yo tengo mis dudas de que en este país la gente esté esforzándose y luchando por volver a la normalidad. Y la nueva normalidad está dotada de defectos que ya veremos cómo pagamos, ya veremos, por ejemplo, la repercusión del teletrabajo en otras situaciones”, continúa.

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Yo tengo mis dudas de que en este país la gente esté esforzándose y luchando por volver a la normalidad. Y la nueva normalidad está dotada de defectos que ya veremos cómo pagamos

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“Desde el punto de vista educativo vemos del todo necesario que los niños de estas edades puedan recuperar este tipo de actividad, beneficiosa para su desarrollo. Y nos dan mucho miedo las alternativas que oímos que están surgiendo por el reparo de los padres a llevarles a un centro”, alerta Martín.

En los medios ha leído testimonios de padres o madres que por miedo al contagio se plantean opciones como contratar una madre de día entre varias familias “sin conductas de riesgo”. “No volver a la normalidad educativa es potenciar una serie de medidas ilegales que bajo ningún concepto se deberían permitir”, denuncia. “Con estas fórmulas disminuyes la incertidumbre por estadística, porque el niño se va a relacionar con un número menor de personas, pero la aumentas por otro lado”, considera.

Por último, Martín habla de las escuelas infantiles desde el punto de vista económico. “Se van a recibir [aun se pueden solicitar] unas ayudas muy escasas y llenas de condicionantes”, lamenta. Habla en futuro porque, aunque estas se supone que servirían para iniciar la actividad no se han recibido y como pronto llegarán en octubre. “En general, somos un nivel educativo marginado de todo. No hay ayudas para test a los profesionales, ni para compras de materiales, quedamos fuera del estudio de la Comunidad de Madrid sobre el comportamiento del virus en el ámbito escolar, a 1.500 profesores y 11.000 alumnos, pero ninguno de 0-3. Es cierto que se habla de la inmunidad cruzada de los niños más pequeños, pero los educadores no tienen esta inmunidad cruzada”, critica.

Los retos

Sobre el perfil de centros más afectados por esta crisis, hasta el punto de tener que cerrar, cree que aquellos muy grandes o muy pequeños tienen las de perder: “Casi siempre el menos afectado será aquel en una situación intermedia. Para el centro de cuatro unidades que se queda con tres es más fácil que para el de ocho que se queda con cuatro, teniendo que hacer frente a unos gastos fijos en alquiler –en muchos casos disparado– y en personal muy importantes. Y el más pequeño quizá no tenga recursos para el reagrupamiento. En estos casos, si pierdes 15 alumnos de tres unidades, estarás perdiendo el 50%”.

Entre los desafíos, menciona la rapidez de reflejos, la agilidad para aislar casos y recibir el apoyo necesario, sobre todo cuando empiecen los catarros. En todos los centros debe haber un responsable de Covid en contacto con la Dirección General de Salud Pública. Se acabó aquello de “Parece que tiene fiebre, cuando puedas pásate a recogerlo”.

En estos centros, prosigue, la figura de la enfermera escolar es prácticamente inexistente. En algunos se conserva la de pediatra, pero en ocasiones, asegura, llegaba a ser contraproducente, pues se producían contradicciones con el pediatra del centro de salud. “En algunos centros se contratan servicios de telepediatría e incluso se realizan conexiones con el pediatra y el padre o madre, creo que un poco por transmitir seguridad”, reconoce.

S.O.S. de Acade

Desde la patronal Acade se advierte de que el cierre de centros privados de Educación Infantil no es un caso aislado, ni en Madrid ni en el resto del territorio nacional. «De hecho, hemos estado advirtiendo constantemente, tanto al Ministerio como a las distintas consejerías autonómicas, del grave riesgo de desaparición de este sector educativo, compuesto en su mayoría por pymes, lo que va  suponer la pérdida de miles de plazas escolares y de puestos de trabajo, femeninos en un 90 %, lo que también va a afectar a la necesaria conciliación de la vida familiar y laboral de muchas familias españolas», exponen.

«Desde el inicio de la pandemia, Acade ha estado solicitando ante el Ministerio y las distintas consejerías ayudas directas para los centros privados de Educación Infantil con el objetivo de paliar los graves efectos de la crisis económica derivadas del cierre y de la falta de ingresos. Solo se han aprobado ayudas en muy pocas comunidades, siendo las condiciones de algunas de muy difícil cumplimiento. Si no se mantienen y amplían estas ayudas en las comunidades que  las han adoptado y si no se habilitan en aquellas otras comunidades que todavía no las han facilitado, el cierre de centros de educación infantil privados en toda España es inminente», continúan.

Acade cifra en 1.160 millones de euros al año (una décima del PIB) el incremento del gasto público educativo si estas escuelas desaparecen.

«El coronavirus vino a sumarse a otros factores que ya incidían en la preocupante situación del sector como el continuo descenso de la natalidad, la creciente competencia desleal de establecimientos que ofertan sus servicios como centros de Educación Infantil sin serlo, sin contar con la autorización de la consejería autonómica correspondiente ni reunir los requisitos exigidos, y el incremento de los costes laborales inasumible para el sector», culminan.

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