Diez mil palabras para triunfar
Los españoles estamos en un nuevo Estado de alarma y en los centros educativos ya se están concretado los protocolos de actuación para con los alumnos y sus familias por si se produjera un nuevo confinamiento total y el cese de la actividad docente presencial.
Se han renovado los equipos informáticos, se han activado más aulas virtuales y los docentes, familias y discentes están recibiendo la capacitación pertinente para hacer un buen uso de las nuevas tecnologías y avanzar en los estudios con una educación de cierta calidad (en el caso que se dé un nuevo confinamiento domiciliario). Porque los resultados obtenidos durante la primera reclusión han sido dispares, pues nos hemos encontrado con familias sin equipos informáticos, sin acceso a internet y sin posibilidad alguna de recibir y poner en práctica las indicaciones que los docentes de sus hijos enviaban por correo electrónico o a través de mensajes de telefonía. Algunos directivos no tuvieron otra opción que acercarse a los domicilios de las familias incomunicadas para hacerles llegar material fotocopiado y saber cómo les iba.
Pero ahora todo ha cambiado y ya estamos preparados para que ningún niño se quede atrás cuando se produzca el nuevo “arresto domiciliario educativo”. Sí, el esfuerzo está siendo mayúsculo y se está invirtiendo en la compra de material y en la impartición de cursos de formación en esas tecnologías de la información y la comunicación que tan de moda están desde hace más de veinte años. Y todo este esfuerzo ímprobo se está realizando porque los políticos y muchos docentes ignoran que para lograr un avance significativo en la formación de los discentes sólo se necesitaría una cosa: diez mil palabras.
Resulta que un centro concertado londinense ha establecido, entre otras cosas, que todos sus han alumnos han de leer diariamente diez mil palabras. Y dando esa prioridad a la lectura, entre otras cosas, ha logrado que la totalidad de su alumnado alcance los objetivos curriculares previstos con solvencia.
Que sí, que está muy bien eso de poder conectarse desde casa a las clases virtuales durante cinco horas al día y veinticinco horas a la semana. Pero a veces lo más sencillo es lo más eficaz. ¿Queremos que nuestros alumnos aprovechen el tiempo y se acerquen a la excelencia académica durante el próximo confinamiento? Pues dejemos a un lado tanta tecnología, echemos mano de esos libros que se están muriendo de risa en las bibliotecas de nuestros centros escolares y empecemos el reparto literario entre nuestro alumnado antes de que sea demasiado tarde.