El mundo de los sueños: clave en el desarrollo de los más pequeños
Durante los estadios más profundos del sueño aparecen los husos del sueño, potentes ondas cerebrales que actúan como mecanismo de transferencia de la información. © FOXYSGRAPHIC
Pablo Picasso decía que todo lo que se puede imaginar es real, pero ¿cuánto de verdad tiene esta afirmación?
Son muchos los que han conseguido revolucionar el mundo a partir de sus sueños. Mary Shelley creó el personaje de Frankenstein a partir de un sueño en una tormentosa noche de verano, escribiendo, sin saberlo, la primera novela de ciencia ficción moderna que inauguraría el género. A los sueños del químico Dimitri Mendeléyev le debemos la creación de la tabla periódica que surgió de un largo viaje en tren en el que, dormido, imaginó una tabla en la que todos los elementos encajaban en su lugar y de la que tomó nota nada más despertarse.
Grandes ideas que han nacido de sueños y que remarcan el papel imprescindible que el dormir tiene en nuestras vidas, con un efecto directo en la felicidad, la resilencia, el vocabulario, la memoria y la rapidez de aprendizaje de los más pequeños.
Desde la organización americana Sleep Foundation, aseguran que el crecimiento y el desarrollo de las habilidades motoras de los niños tienen relación directa con la calidad y cantidad de sueño y que si el descanso no es el adecuado se pueden dar situaciones de hiperactividad o de falta de atención en el colegio que afecten en el día a día.
Según la Academia americana de Pediatría (AAP), una cuarta parte de los niños menores de 15 años, no descansa adecuadamente, lo que puede estar muy relacionado con múltiples problemas de salud en el futuro.
Matt Walker, científico y profesor de Neurociencia y Psicología en la Universidad de California en Berkeley, es uno de los mayores expertos en el impacto del sueño en la salud humana.
Durante los últimos años ha comprobado que no solo es necesario dormir después del aprendizaje para almacenar los nuevos conceptos, sino que también es imprescindible hacerlo antes para preparar el cerebro y permitirle absorber nueva información.
Es necesario dormir antes y después del aprendizaje para "preparar el cerebro" y almacenar mejor nuevos conceptos.
A través de un estudio experimental para comprobar esta hipótesis, se seleccionó a un grupo de individuos y se les dividió en dos: unos dormían ocho horas durante la noche y los otros no dormían nada. Al día siguiente, controlados por un resonador magnético, se les dio un listado de conceptos nuevos que debían aprenderse. Los resultados fueron asombrosos. El grupo que no había dormido presentaba un 40% de déficit en la capacidad de crear nuevos recuerdos. El hipocampo, órgano del cerebro que funciona como bandeja de entrada del conocimiento, no registró ninguna señal significativa en relación al aprendizaje en los sujetos que no habían dormido, como si la privación del sueño impidiera el almacenaje de información nueva.
Pero, ¿qué es lo que permite retener y memorizar nuevos conceptos cuando dormimos? El estudio de Walker demuestra que durante los estadios más profundos del sueño, existen unas potentes ondas cerebrales, conocidas como husos del sueño, que actúan como mecanismo de transferencia de la información y se cree que están relacionados con diversas funciones, como la consolidación de la memoria en las personas. Al envejecer nuestras capacidades de aprendizaje y memorización se deterioran, pero, según han comprobado, también lo hace la calidad del sueño.
La perturbación del sueño está muy relacionada con el deterioro cognitivo y el alzhéimer
La perturbación del sueño está fuertemente relacionada con el deterioro cognitivo, y recientemente comprobado, con el alzhéimer. Desde el Centro de Ciencias del Sueño, que dirige Walker, están desarrollando la estimulación del cerebro con corriente continua, método por el cual aplican un pequeño voltaje al cerebro, que ha demostrado amplificar las ondas cerebrales del cerebro en la fase profunda del sueño y duplicar la capacidad de memorización en jóvenes y adultos sanos. Procedimiento que esperan aplicar, muy pronto, en personas con demencia.
Dormir bien ayuda a mantenerse sano y a evitar enfermedades como, por ejemplo, las cardiovasculares. Un experimento mundial realizado a 1,6 millones de personas en 70 países diferentes, dos veces al año, demuestra que en primavera, cuando perdemos una hora de sueño, hay un 24% más de infartos al día siguiente. En otoño, cuando ganamos una hora de sueño, se constata un 21% menos de infartos al día siguiente. Las células de nuestro sistema inmunológico, encargadas de identificar elementos extraños y eliminarlos, también se ven muy afectadas si la calidad del sueño no es la adecuada. En una noche en la que solo dormimos cuatro horas, la actividad de este tipo de células disminuye en un 70%.
En una noche en la que solo dormimos cuatro horas, la actividad de las células inmunitarias disminuye en un 70%
Vamos más allá y es que recientemente la Organización Mundial de la Salud declaró como potencial carcinógeno cualquier tipo de trabajo nocturno, debido a la interrupción del sueño. No hay ningún aspecto de la salud que no se vea afectado ante la privación del sueño.
La ansiedad normalmente es la principal causa del insomnio, pero hay muchas otros factores.
Hay una parte del sistema nervioso que cuando experimenta estrés o ansiedad no es capaz de desconectar, por lo que la persona que lo experimenta no consigue conciliar el sueño. Walker asegura que no solo vale con tomar medicación, sino que hay que cortar el problema de raíz, empezando por saber qué es lo que causa esa ansiedad. La meditación puede convertirse en la mejor solución para aquellos que sufren de ansiedad. Escribir un diario de preocupaciones para dejar de lado los problemas que nos impiden dormir también puede ser un buen remedio.
Está demostrado que escribir un diario nocturno reduce en media hora el tiempo que tardamos en dormirnos. Sin embargo, el mejor consejo es no obsesionarse con el hecho de que nos cuesta conciliar el sueño, porque se convertirá en un ciclo vicioso.
Hasta el 50% de los niños sufren trastornos del sueño en algún momento
Evitar la ingesta de cafeína y alcohol o establecer una rutina en la que nos acostemos y levantemos a la misma hora ayuda a regularizar el sueño y mejorar la cantidad y la calidad. La temperatura del cuerpo también es importante. Debe disminuir unos dos o tres grados para comenzar a dormir. Es la razón por la cual siempre es más fácil quedarse dormido en un cuarto donde hace frío que en uno donde hace mucho calor.
Tener pesadillas durante el sueño es otro de los problemas que puede impedirnos el sueño, sobre todo a los más pequeños. Hasta el 50% de los niños sufren trastornos del sueño en algún momento de la infancia, que pueden estar intrincadamente entrelazados con problemas de salud mental y física. Además, algunos trastornos del sueño no son evidentes para quien duerme, como los terrores nocturnos, o pueden causar otros problemas como la epilepsia, lo que dificulta su diagnóstico.
Dormir no es ningún lujo, es una necesidad biológica que no podemos suprimir y que debemos cuidar para preservar nuestra salud.
Características de un cuento para dormir
Cuando un mayor quiere dormir suele optar por acciones de mirar o escuchar, poco excitantes, pero que tampoco aburran, pero ¿y los niños? Ensayistas y escritores han estudiado las características que un buen cuento para dormir debe tener:
- Agradable y que guste. Si el cuento tiene una temática triste o que no agrade al niño, no vamos a conseguir nuestro objetivo principal, que duerma con facilidad.
- Debe haberse escuchado antes. El cuento no solo debe ser agradable, sino también debe resultar relajante. Hay temáticas que resultan tan excitantes para el menor que impiden que luego pueda dormir.
- Largo. El cuento debe dar tiempo a que el niño se duerma, porque si no lo hace y el cuento termina, se desvelará y pedirá otro.
- Algo aburrido. El concepto de aburrido no hace referencia a algo desagradable, sino a algo que no emociona en exceso, que permite al niño desconectar.
- Repetitivo. El papel de la muletilla, repetición constante de una frase o situación, que se vuelve pegadiza, es imprescindible en los cuentos.