Generación Covid, la mejor formada y la más frustrada de los últimos años
El porcentaje de jóvenes de 15 a 29 años que ni estudia ni trabaja sube al 17,3%, debido a la menor tasa de empleo provocada por la pandemia. Los jóvenes en formación son el 57,3% según la Encuesta de Población Activa (EPA). Por otro lado, tres de cada cuatro jóvenes de 20 a 24 años ha alcanzado al menos Bachillerato, FP Básica o Media. Y en cuanto al porcentaje de jóvenes de 25 a 34 años que como mucho tiene la ESO, la tasa baja del 30% por primera vez en la serie histórica (28,3%), y ya encadena cuatro años de bajadas.
Para José Antonio López-Ruiz, profesor de la Universidad Pontificia Comillas, el concepto nini es «poco afortunado» porque con él se «culpabiliza y juzga» a los jóvenes «por unas circunstancias vitales que difícilmente son de su elección y sobre las que tienen poca capacidad de acción». Según López-Ruiz, «se trata de una generación de parados que proyecta a su vez su problema sobre una sociedad también nini, que ni ayuda ni comprende».
«Una gran parte de estos jóvenes no estaría entre los supuestos ninis, ya que no son directos responsables de su situación», dice López-Ruiz. «No es que no quieran trabajar, es que no encuentran empleos estables y seguros», añade. «Dentro de este sombrío panorama puede inspirar cierta esperanza el hecho de que muchos de los expulsados estén retomando los estudios», señala este investigador de la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro.
"Una gran parte de estos jóvenes no estaría entre los supuestos ninis, ya que no son directos responsables de su situación", dice López-Ruiz
El aumento del desempleo por la mala gestión de la crisis del Covid sería el responsable de este incremento de ninis, por lo que ya tenemos a la generación mejor formada y más frustrada de España.
López-Ruiz cree que una solución es «modernizar y flexibilizar la oferta de Formación Profesional reglada, que actualmente es excesivamente rígida y estructurada para un modelo de mercado laboral anticuado». Mientras esto no suceda, «no es de extrañar que las encuestas señalen la existencia de un marcado pesimismo entre los jóvenes, cuando cerca de la mitad declara falta de confianza en un futuro prometedor; incluso con independencia de la crisis», señala López-Ruiz.
Se ha hablado de que se trata de una «generación perdida», recuerda López-Ruiz, pero «yo pienso que, más que perdidos, están unidos en el descenso, pues van a tener dificultades para igualar un nivel de vida similar al que tenían sus padres». Por ello, según López-Ruiz, «empiezan a ser conscientes de que las dificultades que enfrentan pesarán bastante en su futuro, tanto en las posibilidades de movilidad social, como en las de cumplir ciertas expectativas que nuestra cultura ha ido creando para ellos». Quizá por este motivo, algunos ya han empezado a manifesrar su desconento, incluso violentamente.