Magallanes y Elcano (2ª parte)
Tras sortear el continente americano a través de un estrecho que a futuro llevaría su nombre, Magallanes tenía ahora la difícil tarea de cruzar un océano que desconocía. Para colmo las condiciones en las que navegaban distaban de ser ideales. Veamos lo que comentaba por entonces un cronista a bordo: “Tras desembocar por el Estrecho en el gran mar, al que dimos el nombre de Pacífico, navegamos durante el espacio de tres meses y veinte días, sin probar ni un alimento fresco. El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado con gusanos que habían devorado toda su sustancia. Para no morirnos de hambre, nos vimos obligados a comer pedazos de cuero de vaca que estaban tan duros que era necesario sumergirlos durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlos”.
Tras navegar casi cuatro meses llegan a ¡su primera isla pacífica! No tenían ni la más remota idea donde estaban, sólo sabían que querían llegar a las Islas Molucas. Durante esa frenética búsqueda, Magallanes muere en Filipinas tras enfrentarse con habitantes de una isla. Finalmente, seis meses después de dar vueltas, en noviembre de 1521 llegan al objetivo de su viaje: ¡las islas de las especias! En las dos naves que les quedaban (habían perdido tres en dos años de viaje) cargan a más no poder clavo de olor más algunas otras especias. Bien… ahora restaba resolver un pequeño problema. ¿Por dónde retornaban a Sevilla? Nadie quería revivir la penosa experiencia de hacerlo por aquel estrecho ubicado al sur de Sudamérica. Se propuso entonces dirigirse al Este manteniendo la latitud y tras cruzar el Pacífico llegar a actuales tierras panameñas donde ya había presencia española. Una vez allí, abandonarían los barcos y tras cruzar por tierra todo el cargamento, abordarían otras naves del lado del mar Caribe y pondrían rumbo a Sevilla. Esa decisión cumplía la orden de su rey, que les había prohibido a los expedicionarios durante todo el viaje, entrar en territorio portugués. Pero, pero, pero… un tal Elcano no estuvo de acuerdo con ese itinerario. Él prefería retornar rumbeando hacia el Oeste por Asia y África… ¡con el pequeño gustito de circunnavegar el mundo por primera vez! A Elcano le fascinaba la idea de haber zarpado hacia el Oeste y retornar por el Este. Su entusiasmo tentó tanto a otros expedicionarios, que a pesar de desobedecer a su rey, se le unieron. Así pues, de las dos naves que quedaban, una volvería a Sevilla por Centroamérica y la otra por el mar Índico.
Tras navegar casi cuatro meses llegan a ¡su primera isla pacífica! No tenían ni la más remota idea donde estaban, sólo sabían que querían llegar a las Islas Molucas
Lamentablemente, la primera fracasó en su intento: nunca llegó al actual Panamá y terminó hundiéndose. ¿Y qué pasó con Elcano? Se le puso bastante difícil: al continuar por dominio portugués no podían hacer ninguna escala para aprovisionarse ya que serían tomados prisioneros. Por tanto debieron recorrer aguas desconocidas para no cruzarse con nadie. Claramente lo de dar la vuelta al mundo, lo hacían por el honor.
Finalmente, tras un penoso derrotero, en septiembre de 1522 llegan a Sevilla. Había pasado tanto tiempo desde que zarparon, tres años, que al llegar nadie los recordaba. Habían salido en 1519, cinco barcos y 250 hombres. Volvían tres años después, un barco, 18 hombres y 75 mil kilómetros recorridos. Por entonces Elcano le escribió una carta al rey donde le cuenta el descubrimiento de un estrecho que atravesaba América, el haber llegado a las islas Molucas y además haber traído toneladas de clavo de olor, pero que sin embargo y acá cito, “lo que más me emociona comentarle es: hemos descubierto y redondeado toda la redondez del mundo”.
* Esteban Nigro (esteban.nigro@gmail.com) es geólogo de profesión y apasionado por descubrir historias del mundo investigando mapas y fotos antiguas, libros y artículos periodísticos. Después de todo, uno sólo ve lo que conoce.