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Ascensión Díaz Revilla: "Soy partidaria de incluir la Educación sexual desde que se nace"

Para la autora de 'En Primaria también nos enamoramos' no se debería pasar de puntillas sobre este terreno en la preadolescencia, pues supone desaprovechar una inmejorable ocasión para prevenir.
Saray MarquésMartes, 19 de octubre de 2021
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La autora, en la caseta de Narcea en la reciente Feria del Libro de Madrid.

Ascensión Díaz Revilla es pedagoga y profesora. Actualmente trabaja en Primaria en un colegio de Madrid. También acaba de publicar En Primaria también nos enamoramos (Narcea), fruto de sus más de 25 años de experiencia con preadolescentes.

Hablaba el periodista Carles Capdevila de la «siesta educativa de los padres», de los dos a los 12 años de sus hijos, desde que les desenganchan del chupete hasta que huelen que se han enganchado al tabaco…
—Es un poco exagerado, pero tiene bastante de verdad. Los preadolescentes son muy autónomos y no se hacen notar tanto como los adolescentes, parece que no les hacemos mucha falta, pero a esas edades nos necesitan. Somos sus modelos, su referencia. Familia y profesores, principalmente. Nos observan y juzgan. Estań construyendo su personalidad y por eso tenemos que estar ahí, muy pendientes y atentos a sus demandas. Sobre todo, necesitan ser escuchados.

Preadolescencia: ¿etapa clave?
—Es tan importante o más que las demás. Debe ser preventiva para evitar problemas en la adolescencia. Es una etapa de mucho aprendizaje, de buscar la autoafirmación con ideas propias, es la mejor edad para adquirir valores, hábitos, destrezas, para crecer como personas maduras, responsables, abiertas y tolerantes. Lo que no se consigue en esta etapa, luego será más difícil; los adultos que estamos a su lado tenemos que aprovechar para conseguir objetivos importantes con nuestros chicos y chicas.

¿Qué rasgos les son propios?
—Destaca la curiosidad: Todo les interesa, les gusta preguntar, conocer. Esto facilita mucho la labor docente en el aula. Cualquier tema les motiva, levantan sus manos para aportar información, quieren saber más. Son edades en las que pueden aprender muchísimo de todo. Son muy receptivos y se entusiasman con mucha facilidad. Su razonamiento lógico se dispara. Tienen necesidad de aprender cosas nuevas y cuantas más, mejor.

Los amigos se colocan en el centro de su vida. Ya no son tan egocéntricos y la familia pierde protagonismo. Dan mucha importancia a la opinión de sus iguales. Se comparan constantemente con ellos. Les agrada pasar tiempo con sus amigos. Empiezan a formarse las primeras pandillas. Aparecen nuevos miedos: a hacer el ridículo, a no gustar, a ser rechazado, a no tener éxito en la clase, a suspender… Los adultos tenemos que estar muy atentos, estar cerca sin avasallarlos con preguntas, pero que noten que estamos ahí para lo que necesiten.

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Todo les interesa, les gusta preguntar, conocer. Esto facilita mucho la labor docente en el aula

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Surgen también los complejos…
—Sí, además es una etapa de cambios corporales. Son conscientes de que se están convirtiendo, poco a poco, en adultos. Esto requiere una adaptación donde va a jugar un papel fundamental la información. Con este tema tienen la misma curiosidad. Quieren conocer qué cambios se van a producir en su cuerpo: cómo, por qué, cuándo, de qué manera… Tenemos que adelantarnos (familias y profesores) a ofrecer toda la información necesaria y la que nos demanden con sus preguntas. Responder a todo con naturalidad. Tienen que notar que no nos incomoda, sino todo lo contrario. Ponérselo fácil, estar abiertos y nunca mostrar evasivas del tipo: “Todavía eres pequeño”; “Ya te lo contará tu profesora”; “Ya lo entenderás más adelante”;“Lo vas a dar en el próximo curso”; “¿Para qué quieres saber eso?”; “Que te lo explique tu madre”. Esto solo conduce a que busquen información por medios poco aconsejables: internet, preguntando a compañeros mayores que ellos, accediendo a vídeos difíciles de asimilar, etc. La información se la tenemos que ofrecer de calidad y de forma constante, a demanda. Una información que se adelante a lo que les va a ocurrir para que no lo vivan de forma traumática, sino natural. Que les dé la tranquilidad que necesitan.

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Las evasivas solo conducen a que busquen información por medios poco aconsejables

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¿Cree que los docentes deberían recibir una formación específica?
—La Educación afectiva, emocional, social y sexual se tiene que abordar trabajando en equipo entre familia y escuela. Es un tema que afecta a las actitudes y al rendimiento de los alumnos. Es increíble que a estas alturas y en estos tiempos, tan aparentemente modernos, se empiece a dar importancia, desde las leyes, a este tipo de Educación. Pero bueno, más vale tarde que nunca.

Si por fin vamos a introducirlo en el currículo habrá que hacerlo lo mejor posible. Que no sea un parche, algo para salir del paso o un postureo para el marketing de los colegios. Por supuesto que se tendrá que ofrecer formación para el profesorado que vaya a ocuparse de esta Educación afectivo-emocional. Ni más ni menos que lo mismo que se hace con otros tipos de contenidos que se abordan en Educación por primera vez.

A algunos docentes no les resultará fácil de abordar.
—Claro, porque muchos de los que hoy somos adultos hemos sido educados con la censura de ciertos contenidos y con tabúes. A muchos profesores, incluso excelentes profesores, les resulta incómodo impartir contenidos relacionados con la sexualidad (Ciencias Naturales). Se ciñen a lo que viene en el libro; no favorecen un ambiente que invite a realizar preguntas, las esquivan; no ven necesario ampliar. Se sienten presionados y condicionados por lo que puedan pensar las familias y prefieren no mojarse para evitar problemas. Lo peor es que los alumnos lo perciben y no se atreven a exteriorizar. Con lo cual no está sirviendo para nada.

¿Debería haber una edad mínima para tratar estos temas?
—Parece que poco a poco y tímidamente la sociedad se va abriendo, aunque algunos siguen poniendo trabas y obstáculos, como partidos que piden el “pin parental” para que los padres puedan vetar contenidos de este tipo en el aula, colegios que segregan por razón de sexo para impartir contenidos diferentes o familias muy tradicionales que presionan para que a sus hijos no les den según qué contenidos.

Somos muchos profesionales y muchas personas las que estamos haciendo fuerza para abordar este tema sin tabúes, con naturalidad, atendiendo a las demandas de nuestros alumnos, a sus preguntas, sus miedos… Los adultos somos los que les tenemos que aportar la confianza y fortaleza sin poner ni un solo obstáculo. Quiero resaltar (porque no se está haciendo en la actualidad), que debemos adelantarnos con la información a aquello que les va a venir. A los cambios de su cuerpo, por ejemplo: explicar los contenidos de la menstruación antes de la edad en que puede aparecer y no dos años más tarde, como figura en los libros de texto. Una locura de descontrol de contenidos a destiempo.

Es el profesor el que debe marcar los aprendizajes adecuados para sus alumnos. No hay edad para trabajar la sexualidad: desde que nacemos hasta el final. Siempre se puede y se debe aprender, como en todos los temas. A cada edad o, mejor, a cada persona lo que corresponda según sus demandas, características, curiosidades…etc. Nunca dejar de impartirlo, porque evita conductas sexuales inapropiadas. La información de calidad lleva a una sexualidad abierta, libre, responsable y respetuosa. Yo soy partidaria de incluir la Educación sexual desde que se nace. Estos contenidos deben estar en todas las etapas.

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Debemos explicar los contenidos de la menstruación antes de la edad en que puede aparecer, y no dos años más tarde

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Pero en Primaria sobre todo. 
—Claro, porque es una etapa para prevenir un montón de conductas. El problema es que algunos piensan que informar y formar en sexualidad es empujarles a conductas sexuales inapropiadas. Creo que son mentes muy retorcidas y arcaicas, que les falta, seguramente, formación de este tipo de Educación y, sobre todo, les falta mucha pedagogía.

Solemos informar muy tarde, cuando ya han podido surgir muchos problemas, a veces tantos que se ha hecho bola y ya resulta imposible dar marcha atrás. No se pueden dar charlas sobre el alcohol cuando llevan tiempo consumiendo, o sobre embarazos no deseados cuando ya están teniendo relaciones sexuales, o sobre las drogas cuando ya les han pasado un porro. No es que estén mal este tipo de charlas, todo lo contrario. Son muy necesarias, pero hay que impartirlas mucho antes. ¿Cuándo? En la preadolescencia. Pero se piensa que son muy pequeños. Totalmente erróneo. La información de calidad impartida por profesionales sirve para prevenir conductas poco éticas y poco saludables. Además, los preadolescentes son mucho más receptivos, más abiertos y flexibles que los adolescentes. Estos temas ya les interesan. Saben que les va a tocar enfrentarse con ellos en poco tiempo y, por lo tanto, necesitan, quieren y buscan información.

¿Cómo deben actuar los padres en ese momento en que sus hijos ya no quieren que les vean de su mano? 
—Los padres siempre tienen que estar ahí y hacer notar a sus hijos que pueden contar con ellos cuando los necesiten. Cada edad tiene unas demandas diferentes y es obligación de los padres conocerlas y aceptarlas. Si quieren hacer bien las cosas tendrán que aceptar que su hijo ya no es tan pequeño, que no necesita tanta sobreprotección, que ya tiene sus propios gustos, opiniones, puntos de vista, que quiere estar más tiempo con sus amigos, que muchas cosas le parecen injustas… Se llama madurar, crecer.

Las madres y los padres tienen que estar informados sobre  los cambios que se van a ir produciendo en el crecimiento psicológico y físico de su hijo. Y tendrán que actuar de forma adecuada a esos cambios, porque será la única forma de hacer notar a su hijo que lo conocen, que se ocupan de él, que saben lo que le está pasando, que le comprenden. Entonces, su hijo será consciente de que sus padres están ahí. Pero, ¡cuidado! Esto no quiere decir que el hijo lleve las riendas, en absoluto. La autoridad la deben marcar los padres con firmeza, pero sin ser autoritarios, que es lo difícil. Tendrán que decirles muchísimas veces “NO”, que es muy sano. Porque sus hijos van a intentar muchas veces recurrir a lo prohibido, que, como dice Amalia [la protagonista del libro], les atrae. Muchas veces nos lo ponen difícil, pero nunca nadie ha dicho que educar sea una tarea fácil.

En Primaria también nos enamoramos

  • Amalia es la protagonista del libro, que funciona a modo de diario. Tiene 10 años, pero pronto será su cumple. Está en 5º de Primaria, «que no es poco». Unos días se ve muy guapa y otros se ve horrible. De su mano nos acercamos al universo preadolescente desde ese microcosmos que es el centro educativo y alrededores.

  • Para algunas cosas quiere ser mayor y para otras, prefiere ser pequeña. Con tanto cambio (en su cuerpo, a su alrededor, en sus relaciones) no es extraño que le cueste concentrarse en clase.
  • El libro, recién publicado en la colección Heramientas de la editorial Narcea, permite abordar la Educación emocional, afectivo-social y sexual del alumnado de 8 a 12 años a través de la lectura en el aula (individual y/o grupal) y fomenta el aprendizaje de forma autónoma. Es muy útil para trabajar en tutorías, pero también en Ciencias Naturales y Valores Cívicos y Éticos

© PAZ GONZÁLEZ

Preadolescentes: herramientas básicas

En el libro, Amalia se enfrenta a nuevos retos, problemas, vivencias… La autora, Ascensión Díaz Revilla, nos traslada algunos recursos que podemos ofrecer a los adolescentes a la hora afrontar situaciones que nunca antes habían vivido:

  • Para superarlas con éxito o manejarlas de forma adecuada juegan un papel fundamental las personas cercanas, ya que nos van a servir de ejemplo, principalmente, para el manejo de las emociones.
  • Los preadolescentes son más fuertes y más listos de lo que, normalmente, pensamos. Nos sorprenden con su forma de actuar y responder ante situaciones duras o traumáticas, como puede ser una separación de los padres. Muchas veces, son los propios adultos los que magnifican los problemas y gestionan las emociones de forma inadecuada. Si queremos que reaccionen de forma madura y responsable ante un problema, la clave está en que nosotros también lo hagamos así. Ellos aprenden, principalmente, por imitación
  • A los preadolescentes les gusta siempre saber la verdad, nunca hay que engañarles o mentirles para suavizar cualquier tipo de problema. Esto les indigna y piensan que no confiamos en ellos o que los seguimos viendo como si fueran pequeños, lo cual no les permite avanzar en la madurez. Solo tenemos que adaptar nuestro vocabulario y explicárselo de una forma que lo puedan entender, pero sin inventar ni mentir. 

Resumiendo, los recursos más eficaces que les podemos ofrecer para enfrentarse a nuevas situaciones son:

  • Hablar con ellos y dejar que ellos hablen, que se sientan escuchados y atendidos
  • Mostrar que confiamos en ellos
  • Contarles siempre la verdad y responder a todas sus preguntas
  • Darles ejemplo de fortaleza ante un problema nuevo
  • Esforzarnos en gestionar de forma adecuada nuestras emociones para que les sirva de ejemplo
  • Abrir nuestros sentimientos con ellos, contarles lo que nos pasa. Así, ellos también lo harán. 
© PAZ GONZÁLEZ
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