Nicolás, gracias
Nicolás Fernández Guisado, presidente de ANPE, se jubila. Lo anunció el pasado sábado en el marco de su IX Congreso en medio de un largo, caluroso y emotivo aplauso. Cada año son muchos los profesionales que se jubilan después de toda una vida dedicada a la Educación desde algún frente: la gestión pública, la dirección escolar, la inspección, la docencia, la representación de los padres y madres, la creación de contenidos didácticos… o la defensa de los derechos del profesorado, labor a la que Nicolás lleva entregada toda su vida. Quiero dedicarle este último artículo del año porque, en mi opinión, el ya ex presidente de ANPE ha sabido compaginar como pocos el interés general por la Educación y el interés sindical. Hay otro motivo: Nicolás es mi amigo y basta.
La educación con minúsculas –que en realidad debería escribirse con mayúsculas–, a la que se dedican cada día más de medio millón de maestros y maestras y cada tarde varios millones de padres y madres es tarea bien noble, sin doblez, sin intereses creados… Aquí el objetivo está claro: educar a ese hijo o alumno. Cosa distinta es la Educación con mayúsculas –que en ocasiones merecería ser escrita en minúsculas–, de la que hablamos en los medios, la de la Lomloe o la Lomce, la de las trifulcas entre partidos, la de las tensiones entre fuerzas sindicales y patronales de centros, la de los lazos naranjas o camisetas verdes, la de los cambios curriculares… Esa otra Educación es una telaraña de intereses creados, unas veces ideológicos, otras corporativistas, partidistas… y otras simplemente crematísticos. Alguno dirá que así debe ser y que del resultado de esa tensión surgirá, como por arte de magia, lo que vaya a ser mejor para la Educación, o sea, para el alumno. No diría yo tanto, me conformaría con que surgiera el interés general, que no es poco, pero que no es lo mismo.
En medio de este caos surgen de cuando en cuando voces firmes sin miedo a romper el orden establecido e, incluso, a ir en contra de lo que se espera de ellos. Nicolás Fernández Guisado ha luchado por mejorar las condiciones laborales del profesorado y al mismo tiempo por mejorar la calidad de la Educación de nuestro país. Y me atrevería a decir que, en ocasiones, anteponiendo esto último a lo primero y, por tanto, jugándose el tipo. Noble sin duda pero, sobre todo, con visión. La de entender que las condiciones del profesorado –más allá de sueldos y ratios– pasan por dignificar la profesión, por tener una visión profunda de lo que significa ser maestro.