Un espacio para la reflexión sosegada y el análisis educativo

Comenzamos con este Magisterio Dossier una nueva andadura de nuestra publicación. Si hasta ahora nos habíamos centrado en la actualidad educativa y en la realidad del aula en su día a día a través de nuestro semanario impreso y de nuestra edición digital, ahora queremos completar esa oferta informativa con un dossier mensual en el que abordar las cuestiones más a fondo y con un mayor análisis.

Creemos que es el momento del sosiego y de dar lugar al pensamiento, más que a la velocidad de los acontecimientos. La pandemia ha trastocado de tal forma nuestras vidas, y las de nuestros hijos y alumnos, que no podemos seguir prestando atención solo al acontecer diario sin espacio para la reflexión y la evaluación de las políticas y las prácticas educativas.

Por eso os invitamos a participar como autores, lectores y anunciantes en esta nueva andadura de Magisterio, porque creemos que sin información no podemos tomar buenas decisiones ni decisiones acertadas. Es más, es posible que sin reflexión y sin evaluar lo que sucede, desde la perspectiva del tiempo y del espacio, erraremos en nuestras soluciones. Cierto es que actualmente las políticas se aplican desde el cortoplacismo, todo lo más desde la perspectiva de una legislatura, sin embargo todos sabemos que las políticas educativas no producen su fruto (bueno o malo) sino en el transcurso de muchos años, quizá en el de una generación entera.

Así pues, no podemos seguir olvidando que la verdadera realidad educativa sucede en el aula, en esa relación íntima que se da entre el profesor y sus alumnos, entre los compañeros de clase. Son esas relaciones las que producen aprendizajes duraderos, más allá de los diseños curriculares que se diseñan en los despachos ministeriales. A esa realidad queremos prestar nuestra atención para que desde ahí podamos encontrar la perspectiva adecuada que nos permita una enseñanza mejor, más allá de ideologías, de corrientes, de movimientos, de tendencias, de modas.

Queremos, por último, contribuir al debate sin ignorar que la educación en nuestro país está muchas veces demasiado viciada por la ideología, o por las ideologías. No ignoramos que en este ámbito no existe la neutralidad absoluta pero el debate acerca del adoctrinamiento en las aulas debe quedar relegado a la búsqueda de la verdad, al respeto hacia el conocimiento.