Señales de alarma de una persona con pensamientos suicidas
La salud mental se ha convertido en un gran problema que afecta a todos los grupos de edad, destacando a jóvenes y ancianos. © Gabrieuskal
En este sentido se han pronunciado Pablo del Pozo, enfermero residente de salud mental en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y Cristina Vidal, psicóloga clínica de la Clínica Universidad de Navarra, en la sesión “La enfermería frente al suicidio”, organizada por la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra, informa la institución en un comunicado. “Hay mucho estigma con la enfermedad mental. Aunque las tendencias están cambiando, sigue costando exteriorizar o reconocer algo que no es visible”, ha apuntado Vidal. Las verbalizaciones sobre no querer vivir, la desesperanza, el aislamiento o la disminución de apetito y de las horas de sueño son algunas de las señales de alarma de una persona con pensamientos suicidas. “Es muy importante hablar, entender al paciente, ponernos a su lado y validar sus sentimientos”, ha explicado
En la actualidad, la salud mental se ha convertido en un gran problema para la sociedad. Afecta a todos los grupos de edad, destacando a jóvenes y ancianos. “Son etapas de cambio que conllevan un gran cambio psicológico. Los adolescentes, por esa etapa de transición por la que pasan, y los ancianos, por la sensación de soledad y dependencia”, ha indicado del Pozo. Además, “en adolescentes, el suicidio es una de las principales causas de muerte no natural”, ha añadido Vidal.
“Abordar el tema del suicidio requiere una intervención multidisciplinar”, según la psicóloga, quien de esta manera quiso reflejar la importancia de la colaboración entre psicólogos, psiquiatras y enfermeros para ofrecer al paciente una mejor atención. Sin embargo, en la práctica diaria, los profesionales sanitarios se encuentran con una falta de tiempo para dedicar al paciente, lo que resulta en una calidad asistencial peor. “Si no hay suficientes profesionales, no se puede hacer un seguimiento intensivo”, ha advertido Pablo del Pozo.
Las verbalizaciones sobre no querer vivir, la desesperanza, el aislamiento o la disminución de apetito y de las horas de sueño son algunas de las señales de alarma de una persona con pensamientos suicidas
Durante la sesión también se pudo hablar sobre la necesidad de implantar la figura de la enfermera escolar en todas las comunidades autónomas, la importancia de los servicios sociales en la prevención del suicidio o el papel de apoyo que tiene la familia de un paciente. “En 2020 ha habido casi 4.000 suicidios, según el Instituto Nacional de Estadística. En el mundo 800.000 al año. Esto son 11 suicidios al día, y uno cada dos horas. Las cifras son alarmantes”, ha aseverado Pablo del Pozo.
El aumento de estas cifras también podría verse afectado por el aumento de las enfermedades crónicas. “Cada vez tenemos una duración de vida mayor. Muchas enfermedades ya no son mortales, pero tienen una incidencia en la calidad de vida. Esto puede ser un factor que lleva a un paciente a pensar ‘para vivir así, mejor no vivir’”, ha apuntado Vidal. “También se ha visto un aumento en las tasas de suicidio de sanitarios. Esto se debe a la presión que tiene el colectivo y el gran impacto psicológico que conlleva”, ha apuntado el enfermero.
Estas cifras reflejan la importancia social de hablar sobre suicidio y por ello, recuerdan, el pasado diciembre, el Gobierno lanzó un nuevo número de teléfono para prevenir el suicidio, el 024. En él no hay que registrarse ni dar ningún dato personal, garantizando la confidencialidad de la llamada.