Mariano Crespo: “La primera vez que me hablaron del existencialismo fue en clase de Religión”
En una sociedad cada vez más confrontada, donde hay que opinar de todo –aunque no se sepa– e instalarse en una trinchera, Mariano Crespo resalta la importancia de «querer escucharse unos a otros». El máster «Cristianismo y Cultura Contemporánea» que acaban de presentar, dice, viene a ofrecer respuestas a preguntas del presente desde una visión cristiana, pero también desde la filosofía y la racionalidad. Y siempre desde de la no confrontación.
¿Hasta qué punto este Máster puede ser útil para el profesorado?
–Creo que puede ser una oportunidad para profundizar en muchas de las discusiones actuales y no tan actuales sobre cuestiones centrales en las que la fe tiene mucho que decir. No es un máster orientado a profesores de Religión exclusivamente, sino en general, a profesores que quieren profundizar en estos temas tan importantes hoy en día desde una perspectiva cristiana.
Dice que no está destinado únicamente a ellos, pero ¿en qué puede ser útil para un profesor de Religión?
–Para un profesor de Religión, conocer por ejemplo, de forma más profunda, la discusión que se esconde tras el transhumanismo hoy en día o como la fe está impregnando el arte contemporáneo… Yo creo que puede aportar profundidad a las clases de Religión, pero insisto también a cualquier otra asignatura, como de Ética, la Filosofía o las del área de Ciencias, porque todas tienen un anclaje humanístico.
Porque todos los profesores, sobre todo en Secundaria, se ven frecuentemente envueltos en debates controvertidos con los alumnos…
–Yo creo que sí. Siempre deben ir acompañadas de una actitud de honestidad al presentar directamente la respuesta cristiana, pero también de una actitud de seriedad y rigor en el planteamiento. En España ha habido muchos de estos debates a los que le ha faltado profundidad. Por ejemplo, con el tema de la eutanasia, como en su día sucedió con el aborto, no ha habido una discusión científica seria acerca de estos temas. Este Máster creo que puede ofrecer, desde una perspectiva no confrontacional, argumentos para ofrecer argumentos sólidos en esas discusiones.
"En España ha habido muchos debates a los que le ha faltado profundidad. Por ejemplo, con el tema de la eutanasia, como en su día con el aborto, no ha habido una discusión científica seria"
No confrontacional, pero sí controvertida. Aunque quieran evitar el conflicto, ¿lo habrá?
–Sí, digamos que el cristianismo, desde sus orígenes, siempre ha ido a contracorriente y ha sido y sigue siendo incómodo en el debate actual. Pero como antes mencionaba, el cristianismo tiene un elemento de racionalidad. Creo que la fe es razonable y la razón, en alguna medida, también es fiel. En debates como el de la eutanasia o el aborto, las respuestas son profundamente filosóficas: hasta qué punto puede el hombre disponer de su vida, cuáles son los límites de la libertad… Y en esas cuestiones, desde el cristianismo se dan respuestas profundamente razonables.
Por ejemplo, en los colegios están entrando con fuerza diferentes corrientes ideológicas como todo lo relativo al género… ¿Qué opina?
–Había un filósofo llamado Max Scheler que hablaba de las condiciones morales del conocimiento filosófico. De alguna forma, mostró las condiciones necesarias para establecer un diálogo, como el querer escucharse unos a otros. Yo creo que este Máster nace impregnado de esta actitud. En este orden, cuestiones como la ideología de género deberían tener una relevancia filosófica en cuanto a los límites de las personas se refiere. ¿Puedo yo realmente elegir mi sexo? ¿hasta qué punto puedo determinar mi sexo con operaciones? Lo que necesitamos en la sociedad es un debate desapasionado de este tipo de cuestiones y otras.
¿Lo dice porque tiene la sensación de que, a veces, hay más imposición que diálogo?
–Yo creo que sí. Además, estamos asistiendo más que nunca a una cultura de la cancelación que presupone que hay temas que no se pueden abordar. Estamos viendo cómo intelectuales han tenido que renunciar a puestos de prestigio en universidades porque hay ciertas cuestiones de las que no se puede hablar directamente. Es necesario, como comentaba, hablar cada uno desde su identidad, desde una posición desapasionada e intentando, sobre todo, escuchar a los demás.
"Estamos viendo cómo intelectuales han tenido que renunciar a puestos de prestigio en universidades porque hay ciertas cuestiones de las que no se puede hablar directamente"
¿De ahí el silencio de los pensadores cristianos del que se ha hablado mucho últimamente en la redes sociales?
–Así es. Por suerte, en nuestro país no hemos llegado al extremo de tener consecuencias negativas al declararse abiertamente cristiano, pero es importante no quedarse agazapados. Nosotros tenemos un mensaje racional que transmitir y por tanto no parece adecuado esconderse.
Ahora que se habla mucho del papel de la asignatura de Religión en los colegios… ¿cuál es su posición acerca de esta asignatura?
–Yo no conozco con detalle el papel que va a tener la asignatura de Religión en la nueva ley, pero sí que se el lugar absolutamente marginal en el que queda la Filosofía. Sí creo que la presencia de la religión en el ámbito público debe fomentarse para conocer nuestra identidad. Al final, tenemos una tradición eminentemente cristiana y, en este sentido, los estudiantes deben conocer la presencia de la religión en la cultura actual.
Has mencionado la filosofía. ¿Cree que ha vuelto a ser víctima de maltrato en la nueva ley?
–Sí, hay razones para estar tristes e indignados. En la Lomloe la Ética de 4º de la ESO va a desaparecer prácticamente y en el Bachillerato se va a convertir optativa. Es una pena. No solo porque en 2018 todos los partidos suscribieron una proposición no de ley para que la Filosofía permaneciera en la enseñanza Secundaria, sino que es una pena que para la Educación en competencias de la que se habla tanto, se vaya a perder la capacidad de razonar y de preguntarse el porqué de las cosas.
"La Religión, en el ámbito público, debe fomentarse para conocer nuestra identidad. Al final, tenemos una tradición eminentemente cristiana y, en este sentido, los estudiantes deben conocer la presencia de la religión en la cultura actual"
Entre presentar la asignatura de Religión como una catequesis o presentarla desde una perspectiva puramente sociológica, parece que se va a quedar en un punto intermedio. ¿Qué le parece?
–Sin ser un experto en el tema, creo que son dos ámbitos diferentes una catequesis que una clase de Religión. En una catequesis se busca fomentar la fe, mientras que en una clase, el objetivo fundamental debería ser dar una perspectiva de las claves culturales de nuestra sociedad actual, que sin el cristianismo me parecen difíciles de comprender. Yo, que estudié en un colegio y una universidad pública, la primera vez que me hablaron del existencialismo fue en la clase de Religión. Por eso yo creo que los estudiantes se perderían algo muy importante, con independencia de que sean creyentes o no.
Aún no sabemos cómo se quiere plantear el nuevo currículum, pero se habla, como ha comentado, de un enfoque competencial. ¿Le parece que se puede aplicar ese enfoque competencial a la asignatura de Religión?
–Yo tengo mis dudas acerca de ese enfoque o el de destrezas. Es importante que nuestros estudiantes sepan hacer cosas, pero creo que también es importante que sepan preguntarse el porqué. Con un currículum exclusivamente competencial, pienso que se perdería el razonamiento. Está bien que los alumnos aprendan a hacer cosas, pero es necesario que sepan por qué las hacen.