La función directiva en los centros educativos: una mirada actual (I)
Desde su fundación en 2005, la Asociación Profesional de Directivos de Educación Secundaria de la Comunidad de Madrid – APRODIR, ha tenido entre sus fines el contribuir a profesionalizar y prestigiar la función directiva. Este artículo inaugura la sección «Los directores opinan», incidiendo en la necesidad de analizar la compleja labor de los equipos directivos, al igual que realizó APRODIR en la comparecencia ante la comisión de Educación de la Asamblea de Madrid el pasado mes de marzo, para abordar un nuevo modelo de función directiva que vaya más allá del actual y se adapte a la realidad cambiante en la sociedad que se observa en los centros educativos, en sintonía con los planteamientos internacionales que incluyen rasgos profesionalizadores.
Desde la literatura académica, se subraya que la función directiva es el segundo factor en importancia por detrás del profesorado para el eficaz funcionamiento de cualquier sistema educativo. Sin embargo, está fuera del debate público en España, a pesar de su trascendente labor.
Dentro de un equipo directivo, el director desempeña un trabajo altamente complejo con diversidad de tareas, con una carga de trabajo en torno a las 60 hrs. semanales, a la cabeza de una unidad administrativa o empresa de 100 trabajadores de media, y de entre 700-800 escolares.
Atiende múltiples áreas en el miniverso de una escuela: cuestiones de convivencia; la atención del personal docente y no docente, sin apenas gobierno sobre él; a las familias y al alumnado, como usuarios de un servicio público; tareas técnicas no educativas sin conocimiento específico; la labor gestora del espacio y su mantenimiento –con un presupuesto sobre el que no puede influir–; la coordinación pedagógica, en conjunción con la CCP y el Consejo Escolar; la adecuación del currículo en base a las posturas del Claustro, Consejo Escolar y del alumnado; da cumplimiento a la norma, dando respuesta a directrices de Administración y servicio de Inspección. Y, sobre todo, atiende en el día a día innumerables situaciones que surgen de modo inesperado, y que consumen la mayor parte de su jornada laboral.
Dentro de un equipo directivo, el director desempeña un trabajo altamente complejo con diversidad de tareas, con una carga de trabajo en torno a las 60 hrs. semanales, a la cabeza de una unidad administrativa o empresa de 100 trabajadores de media, y de entre 700-800 escolares
Ante la Administración es el garante en la observancia de la ley en su ingente gestión administrativa; ante las familias representa a la Administración, y es responsable de la labor educativa y social del centro; y ante el profesorado representa a la Administración a la vez que representa al Claustro ante esta, al cual pertenece y el que le ha elegido, sabiendo que volverá a él al final de su desempeño. Recibe requerimientos de todos los sectores con escaso ascendiente sobre ellos. Y además, imparte clase, como docente de formación en la especialidad por la que accedió a la función pública.
Todo ello con una remuneración no acorde a la de cualquier directivo con un volumen de trabajo y responsabilidad similar, escaso reconocimiento social, y mínima autonomía. Un escenario esquizofrénico al que se enfrentan los equipos directivos ante la falta de autoridad real; el escaso margen de maniobra para tomar decisiones en cuestiones de funcionamiento interno; la atención al liderazgo pedagógico ahogado en permanentes requerimientos administrativos; y en ocasiones la falta de directrices claras a la hora de la aplicación de las normas. Un panorama nada halagüeño para ser asumido con unas condiciones profesionales difícilmente aceptadas por directivos de cualquier otro sector.
Se habla constantemente de la importancia de la Educación y de la ansiada calidad de la misma, del profesorado y su acceso a la función, de su formación inicial y continua, y de la revisión de su perfil profesional; de la digitalización y transformación de los centros; y de las nuevas pedagogías y de cómo se ha de conducir la labor educativa. Pero no se habla de la figura que genera las condiciones para que se lleven a cabo.
Se da por hecho el desempeño de la función directiva, centrando la atención en la correcta aplicación de las leyes educativas. Cada vez se le exige la realización de más tareas, abordando asuntos que se escapan de su formación como docentes: salud mental, alimentación, asuntos sociales.
Cada vez se le exige la realización de más tareas, abordando asuntos que se escapan de su formación como docentes: salud mental, alimentación, asuntos sociales
Son el elemento final de la cadena educativa, su motor, y el que está en contacto con la realidad donde se pretende que se establezcan las normas, siendo conocedor de la comunidad a la que sirve.
Por tanto, es manifiesto la necesidad de prestar atención al trabajo de los equipos directivos, y abordar las condiciones en que realizan su trabajo, a los procesos de selección, a su formación y al grado de autonomía en su desempeño.
Hablar de profesionalizar una actividad supone darle reconocimiento como una profesión en sí misma, dada su entidad, para conferir calidad a su desempeño, cumpliendo unos criterios definidos, y alcanzando un status o condición determinada. De esta manera su desempeño se hace más competitivo, dotándolo de la capacidad (habilidades necesarias) para centrar su trabajo en lo pedagógico, factor clave de su práctica.
En la segunda parte de este artículo se extenderá la mirada a nivel internacional para destacar los aspectos fundamentales a considerar a la hora de emprender una actualización en las condiciones en las que los equipos directivos desarrollan su práctica, se resaltarán algunos aspectos a estimar que la normativa actual expone, para pasar finalmente a plantear unas conclusiones y propuestas concretas para la mejora de la función directiva, que revertirán en la mejora de la Educación.
Artículo correcto que refleja la realidad de la función directiva en el día a día. Esta claro que falta voluntad política para reinventar la dirección y gestión de centros educativos, empezando por dar autonomía real en la gestión del presupuesto y del personal docentes y no docente, entre otras muchas tareas, la cual está totalmente delimitada por la Administración educativa. En ese nuevo cambio de paradigma en la gestión, falta implementar en los proyectos educativos una planificación prospectiva y no proyectiva, como se está haciendo actualmente, es decir la dirección del centro educativo si quiere que las personas se impliquen en el proyecto educativo, ha de saber transmitir la visión del centro para los proximos 4 años, es decir en qué queremos convertir el centro o cómo queremos que nos vean los grupos de interés: alumnos, familia, sociedad, estos objetivos estratégicos extraidos de esa visión del centro, han de ser motivadores y que supongan un cambio en el pensamiento actual del corto plazo de un curso escolar al largo plazo. Por lo tanto tres factores claves en la función directiva: autonomía real, visión estratégica y gestión del talento.
La labor del Director Escolar abarca desde la Administración de la Política Pública, hasta la gestión de Recursos Humanos.
Hoy más que nunca, su quehacer se vuelve indispensable y retoma su papel de liderazgo en la Comunidad dentro y fuera de la Escuela.
Los retos a los que se enfrenta el Director Escolar son tales, que sobre sus hombros se encuentra además de la búsqueda de la calidad educativa, también el bienestar social, lo que implica, jornadas de trabajo más amplias, gestión de estrés y límites. Todo, sin el debido reconocimiento por parte de la sociedad.