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Quien paga, manda

Jesús Asensi
Profesor de Religión
8 de julio de 2022
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Las personas de bien, ésas que se dejan guiar por el sentido común y buscan la verdad de las cosas, están empeñadas en desmontar con cifras, datos y evidencias científicas cada una de las leyes ideológicas de nuestro Gobierno. Están convencidas de que nuestros gobernantes progresistas cambiarán de parecer, y derogarán todas esas leyes inmorales, ante las evidencias que dejan a las claras su incompetencia y su sectarismo. Pero va a ser que no, pues les ciega el relativismo, su afán proselitista y un apego a la mentira y al poder que va más allá del mero acomodo político.

Ahí tenemos, por ejemplo, esa nueva ley de Educación que prevé deformar las conciencias de los niños con las proclamas irracionales de la ideología de género. En vano se cansan los estudiosos que desde la pedagogía, la biología o la psicología exhiben argumentos empíricos que demuestran que hablar de identidad y placer sexual a niños de 3 años es una aberración, pues a los progresistas de nuevo cuño les da absolutamente igual lo que diga o piense la comunidad científica.

En mi tierra hay un dicho que dice que “qui paga, mana”. Es decir, el que pone el dinero es el que impone todas las condiciones a los demás. Por eso, si hablamos de los niños escolarizados, son los padres los que se están encargando, ya desde antes de nacer, de su cuidado y manutención. Sólo por eso, y mientras los políticos que nos gobiernan no apoquinen con todos los gastos y el tiempo de dedicación que supone criar a un hijo, los padres tienen el derecho y la obligación de decidir qué tipo de Educación desean para su prole, por muchas leyes que haya que traten de imponer lo contrario.

Y así podríamos continuar, colocando a cada uno en su sitio según su implicación económica y temporal, sin rebuscar argumentos probados, con cada una de esas leyes indignas que este Gobierno está sacando adelante y que se resumiría en una sola idea, real como la vida misma y nada científica, para la próxima cita electoral: no os voy a votar… ¡porque no me da la gana!

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