¡Sed buenos!
No son pocos los valencianos que esperan con impaciencia la llegada de la próxima primavera y no porque estén pensando en disfrutar de las Fallas de San José o de la Semana Santa con su Pascua de Resurrección, sino porque será el momento de celebrar las elecciones autonómicas y municipales. Ahí tendrán la oportunidad de volver a progresar sin que los partidos mal llamados “progresistas” les impongan sus deseos y ocurrencias reconvertidos en leyes y decretos.
Entre esa multitud de valencianos que esperan con desespero la llegada de la florida primavera están los maestros de Religión católica de las escuelas públicas. Su asignatura ha quedado como si de una actividad extraescolar se tratase, o peor incluso: una sola sesión semanal, sin asignatura espejo, y con multitud de maestros con un mísero sueldo al quedarse con una jornada laboral insultante. Este gobierno valenciano, que presume de su progresía de izquierda defensora a ultranza del trabajador, va a dejar a un centenar de maestros de Religión con un sueldo ínfimo. Y todo porque no les permite realizar refuerzos, apoyos o sustituciones para, de ese modo, ser un activo en los centros educativos y poder disfrutar además de una jornada laboral completa.
Al maltrato laboral hay que sumarle también el baile anual de destinos que tanto perjudica al asentamiento y prestigio de esta asignatura. Este curso dan clase en un centro, en dos o en tres, y nada se sabe de lo que pasará el próximo, pues se realiza una reubicación periódica de los maestros fijos y de los provisionales por culpa de toda esa normativa que, año tras año, va reduciendo la presencia de la Religión en los colegios. Por eso, cuando acaba el curso, más de un maestro de Religión se despide de su alumnado con un “sed buenos y así nos veremos en el cielo”. Triste pero cierto.