Alba y Angie (alumnas de la ESO): "Lo dejamos porque nos perdíamos en clase y nadie se preocupó"
Ellas son dos de las numerosas voces del abandono escolar prematuro, que en Cataluña se sitúa en el 14,8% de los jóvenes entre 18 y 24 años sin formación posobligatoria ni es fase de estudio para obtenerla, al margen de tener o no el título de ESO. Por sexo, el abandono escolar prematuro afecta al 9,9% de las mujeres y al 19,4% de los hombres.
Al poner el foco sobre los detalles del abandono, las jóvenes entrevistadas han enumerado los elevados contenidos teóricos, lo que conlleva dificultad para concentrase a la hora de estudiar y de estar atentas en clase, problemas para saber cómo estudiar, grupos numerosos de alumnos y desinterés de los profesores ante los estudiantes con más dificultades para el aprendizaje. «Me perdía en clase, sobre todo después de la pandemia», ha dicho Alba, mientras que Angie ha señalado que «no entendía lo que explicaban los profesores».
Ambas, que estudiaban en el instituto público de Sant Quirze del Vallès (Barcelona), localidad donde residen, han lamentado el desinterés de algunos profesores ante sus dificultades de aprendizaje. «Si no aprendes, pasan de ti», han asegurado. El cambio de Primaria a ESO fue complicado para Angie y además irrumpió la pandemia, por lo que «iba muy perdida y me propusieron repetir cuarto, pero no quise».
"Me perdía en clase, sobre todo después de la pandemia", ha dicho Alba, mientras que Angie ha señalado que "no entendía lo que explicaban los profesores"
Por su parte, Alba describe que «primero y segundo de ESO fueron bien» y que «el problema llegó en tercero de ESO, con el covid», por lo que «al final acabé repitiendo cuarto y al final tampoco me saqué el curso». Las jóvenes dejaron los estudios de forma prematura: «Primero faltas de manera intermitente al instituto y al final desertas», han dicho Alba y Angie.
Sin embargo, en este mes de septiembre, tras un proceso de orientación iniciado en el instituto, se han reenganchado a los estudios con un Programa de Formación Inicial (PFI) de Informática en el que, según narran ellas mismas, aprecian una formación «más práctica y manual, con menos teoría». «En la ESO vi que no podía y mi autoestima bajó. Al probar la alternativa primero me pregunté qué hago yo aquí y me desmotivé un poco, pero ahora me siento bien y me gusta. Aquí todo es más práctico y en el grupo somos menos alumnos. Los profesores están más por nosotras» ha dicho Alba al referirse al PFI.
Angie también ha valorado en positivo los estudios de PFI de Informática en un grupo «donde solo somos dos chicas», pero «en el que hemos encajado bien y estamos cómodas». «En mi vida había pensado estudiar algo relacionado con la informática», ha reconocido la joven, que ahora va al instituto «no diré que feliz -ha señalado-, pero sí con más ilusión que antes, ya que me divierto montando y desmontando ordenadores».
Las jóvenes dejaron los estudios de forma prematura: "Primero faltas de manera intermitente al instituto y al final desertas", han dicho Alba y Angie
Trabajar con grupos reducidos de 12 alumnos permite «un seguimiento más personalizado de los estudiantes», ha dicho a Efe Yolanda Corral, que dirige el centro de formación de adultos Les Oliveres, donde están estudiando las dos jóvenes. La directora ha puesto en valor la implicación de las familias en la orientación de sus hijas y ha remarcado el valor de los PFI «como tránsito hacia un Grado Medio de Formación Profesional, y sobre todo para no perder el hábito y poder seguir con los estudios».
Las chicas han reconocido que cursar el PFI les ha «quitado la presión de no tener que estar siguiendo las exigencias del instituto», a la vez que han valorado la «importancia de seguir activas y de tener oportunidades» para «seguir adelante, ser algo en la vida y hacer lo que nos gusta». «Estar sacando buenas notas nos motiva y nos ayuda», han reconocido ambas, que han dicho que cuando acaben el PFI de Informática pretenden estudiar «para dedicarse a la educación de los niños o para ayudar a personas con problemas».