El imperativo de la tecnología en la enseñanza actual
Vivimos unos tiempos convulsos en la educación española, como casi siempre, por otro lado. No se recuerdan situaciones pacíficas en la enseñanza de nuestro país en los últimos años, quizá desde que se apropiaron de ella los ideólogos de la izquierda más militante, más comprometida, más interesada en moldear las mentes y las almas de los escolares. Y todo ello con la pasividad o, al menos, la ineficacia de la derecha, siempre menos propicia a ocuparse de la formación intelectual de las nuevas generaciones y más interesada en los bolsillos y las cuentas corrientes de los ciudadanos. Por otro lado, junto a la ideologización de las escuelas (algo que ya viene sucediendo de forma constante al menos desde la Logse) se está dando otro fenómeno que no por aparentemente inocuo puede acabar por finiquitar la enseñanza tal y como la conocemos. Se trata de la progresiva tecnificación de las escuelas. O mejor dicho, la del imperativo de que una escuela o una educación es buena en la medida que viene mediada por la tecnología.
A pesar de la insistencia en que los dispositivos técnicos son solo medios a través de los cuales discurren los saberes, mucho nos tememos que estos no son neutros, sino que influyen –y mucho– en el proceso y en el resultado de la enseñanza. No hay estudio o informe que demuestra que la tecnología es, por sí misma, causa de una mejor enseñanza. Al contrario, es posible que la existencia de dispositivos en el aula venga a entorpecer el noble oficio del maestro y la buena marcha de la carrera académica de los alumnos.
Es posible que la existencia de dispositivos en el aula venga a entorpecer el noble oficio del maestro y la buena marcha de la carrera académica de los alumnos
No queremos con esta reflexión negar las bondades de cierta tecnología que, bien aplicada en el aula o en el estudio personal del alumno, ayudan a sus conocimientos y destrezas, pero advertimos del hecho de que no son pocos los docentes que nos vienen alertando acerca de cómo los aparatos (desde móviles hasta tabletas o pizarrras digitales) lejos de incrementar los conocimientos, están alejando al alumno de la necesaria calma que exige la adquisición de saberes y de ideas. El medio por el que el conocimiento fluye podría no ser un obstáculo, pero en la práctica vemos que lo es, cuando se escapa al control del profesor, del alumno y de las familias.
Ya son muchos los chicos que piden ayuda a sus padres, profesores y psicólogos para que les limite el uso de móviles en casa, saturados como están de imágenes, de vídeos y de distracciones que les impiden centrarse en la sosegada lectura de la página de un buen libro o de unos apuntes de clase.