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El síndrome de Asperger

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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A pesar de haber sido descrito por Hans Asperger en los años 40, el síndrome que lleva
su nombre no fue incluido en el Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos
Mentales (una especie de catálogo con todas las enfermedades reconocidas oficialmente
como tales) hasta 1994.

Autor: ALEJANDRA RODRÍGUEZ

Esta alteración pertenece al denominado espectro autista, aunque sus signos son mucho más leves que las del trastorno clásico. De hecho, los especialistas a veces lo definen como «un toque de autismo» y se calcula que entre el 30% y el 50% de todos los adultos que padecen Síndrome de Asperger nunca han sido evaluados o lo han sido de manera incorrecta.
Se estima que esta enfermedad, que altera diferentes aspectos de la socialización, de la comunicación y del comportamiento, afecta a cuatro de cada 10.000 personas, aunque muchos expertos sitúan la cifra entre 20 y 25 personas de cada 10.000 (ya que en ocasiones pasa desapercibido o se confunde con otros problemas como el déficit de atención). Aunque en ciertos casos existe un componente genético, no siempre es así. Es más frecuente en niños que en niñas.

 RASGOS CLÍNICOS

Dado que las manifestaciones no son homogéneas en todos los afectados y que los síntomas abarcan un amplio espectro de facetas los padres, profesores e incluso los profesionales sanitarios no lo tienen fácil a la hora de diagnosticar Síndrome de Asperger. Por ello, el tratamiento farmacológico va dirigido a controlar los síntomas que se van presentando, pero no existe un medicamento que cure el síndrome. Algunas pistas para reconocerlo son: dificultades para la interacción social caracterizadas por un comportamiento no verbal pobre (estos niños no tocan, no acarician, no besan), falta de interés en los demás y poca empatía; así como patrones de comportamiento, intereses y actividades muy restrictivas (se obsesionan con una determinada materia, de la que quieren saber todo). Por otra parte, suelen adoptar rutinas inflexibles, movimientos repetitivos… En cuanto al lenguaje, el afectado suele manifestar alteraciones relacionadas con la prosodia (entonación, ritmo, volumen extraños). Se expresa relativamente bien, pero no comprende los dobles sentidos, los chistes, los sarcasmos… Cuando se recurre a la abstracción el paciente se pierde. Por último, puede presentar cierta torpeza motora.
El Síndrome de Asperger pasa absolutamente desapercibido hasta los tres o cuatro años. De hecho, si las manifestaciones son leves el diagnóstico puede tardar muchos más años en llegar. El entorno del niño debe prestar mucha atención a su desarrollo motriz y cognitivo para percatarse de posibles anomalías cuanto antes.

 RECOMENDACIONES

1 El profesor debe ser cariñoso. Los afectados por este trastorno se relacionan mejor de manera individual que con un grupo. Así, la actitud del tutor escolar puede influir muy positivamente en su desarrollo.

2 Las rutinas en clase deben ser estructuradas y previsibles. A estos críos no les gustan las sorpresas. Si se van a producir cambios, es conveniente prepararlos con antelación.

3 Las reglas deben aplicarse de manera estricta. Deben expresarse de manera clara y explícita, incluso por escrito. Estas normas no tienen por qué coincidir con las de sus compañeros.

4 Es conveniente aprovechar las tareas que interesan especialmente a estos chavales y usarlas como recompensa para lograr que avance en otras materias o habilidades.

5 Hay que dirigirse a ellos con un lenguaje concreto, sin metáforas, dobles sentidos, figuraciones, modismos… a medida que el afectado de Síndrome de Asperger crece, es conveniente desbrozarle todos los sentidos del lenguaje abstracto y figurativo.

6 Es de gran utilidad apoyar todas las explicaciones con dibujos, esquemas, gráficos, planillos y otros elementos visuales.

7 Enseñarle a hacer esquemas, a subrayar las lecciones, a estructurar los conocimientos… le ayudará a rendir en el colegio.

8 Es conveniente que el personal de fuera del aula (conductor de la ruta del autocar, empleados de cocina y guardería, conserjes, vigilantes…) conozca la afección para que pueda seguir ciertas pautas útiles para el crío.

9 En ocasiones estos niños no entienden la autoridad y reaccionan mal cuando los adultos se enfadan con ellos. En muchas ocasiones, su comportamiento puede descontrolarse si se les trata de imponer una actitud determinada. En estos casos lo mejor es ceder y dejar que pase la rabieta. En un momento más propicio habrá que explicarle los motivos de las decisiones y recurrir a la negociación siempre que se pueda.

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