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No hay gente torpe

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Nos consolamos con los
eufemismos, es decir,
con palabras que suenan
bien, pero que disfrazan
la verdad. Hay que afrontar
la realidad tal y como
es. El hijo o la hija no es
que sean torpes; es que
están «menos capacitados».
Después incluso el
eufemismo acaba siendo
ofensivo.

Autor: RAFAEL GÓMEZ PÉREZ

Hay que afrontar la realidad tal como es. Ni ser muy listo es un mérito. Ni ser menos listo es una culpa. Pero es que, además, si bien se mira, no hay nadie torpe.

 EJEMPLOS DIVERSOS

La antropología cultural, al estudiar cientos, miles de culturas diversas, mal llamadas primitivas, ha observado este fenómeno: desde que el niño tiene una edad razonable, desde los ocho o nueve años, se les pone a trabajar, a ayudar en lo que son las tareas normales de esa cultura: pastoreo, agricultura, pesca… De forma natural, se coloca a cada niño o niña donde más pueden ayudar.
Con una intuición que es propia de la gente que ve lo que de verdad pasa y no funciona con prejuicios, el primitivo se dio cuenta de que, desde esa edad de ocho o nueve años, el niño y la niña entran en un periodo tranquilo. Ya entienden casi todo, tienen mucha agilidad, fuerza, y, sobre todo, una gran capacidad de entusiasmo. Y como los primitivos no tenían LOE ni nada que se le pareciera, si era el caso ponían a los niños a trabajar.

 TORPES, ¿EN QUÉ?

Rubén, doce años, callado, retraído, va mal en el colegio. Los padres ya no saben qué hacer. Él se esfuerza, pero las cosas no le entran. Se desespera, llora… Repite curso. En el verano pasa dos meses en la granja de su tío Pedro. Se descubre que como granjero es un número uno. Aprende enseguida. Se queda por las noches para resolver algo que no consigue entender. Se le ocurren ideas para mejorar la explotación.
Tiene un don para cuidar de los animales que, en general, con él están mejor que con nadie. Es tan bueno Rubén en esto que en poco tiempo podría ganarse así la vida. Rubén no es torpe. En otra época hubiese sido un excelente granjero, muy listo. De torpe, nada.
Carla, diez años, es la alumna más animada de la clase. Todo lo que se pueda organizar, lo organiza ella. Posee una especial habilidad para conseguir cosas, casi todo lo que se propone. Lo único que no puede conseguir es estudiar. No es capaz de estar sentada, estudiando, más de media hora. Es la última de la clase en notas. Pero nada de torpe, es lista como nadie. Tendrá que obtener un diploma como sea, pero cualquiera que tenga interés en contratar a una gestora deberá, en el futuro, contar con esta niña.

 BUSCAR EL SITIO

No hay gente torpe, sino mal situada. Si la educación fuera lo diversa que debería ser, no se juzgaría todo o casi todo por el rendimiento de la inteligencia lógico matemática o de la lingüística.
No hay nadie torpe.
Hasta el momento en que llegue esa mejora de la educación (que hasta ahora no existe en ninguna parte) se debería sacar en claro que no hay que llamar torpe a nadie. Eso sí, que no haya nadie torpe no quiere decir que todos seamos igualmente inteligentes. Las diferencias existen y negarlas es negar la realidad. Es perfectamente compatible el hecho de que hay gente más inteligente que otra con el hecho de que no hay nadie torpe.
Hay muchos miles de profesiones y oficios distintos, a la mayoría de ellos accesibles la tónica normal de la inteligencia, que es media. Puede ser frustrante darse cuenta de que se quería ser un músico como Amadeus Mozart y no es posible.
Pero esto ya no tiene que ver nada con la inteligencia, sino con una comprobación elemental que tarde o temprano todo ser humano ha de asumir: que no se puede todo lo que se quiere.

INTELIGENCIA

Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, define la inteligencia como «la capacidad de resolver problemas». Por eso, según los distintos tipos de problemas hay otros tantos tipos de inteligencia.

– El tipo de inteligencia es algo con lo que se nace, pero también puede crecer con el ejercicio, la práctica, la comparación, la experiencia.Hay inteligencia lógica y matemática (científicos); lingüística (escritores), espacial (arquitectos), corpórea (deportista), musical (músicos, bailarines), relacional (políticos, vendedores), naturalista (biólogos, naturalistas), emocional… Tener una de éstas no quiere decir carecer de las demás. En realidad, todos los seres humanos que no nacen discapacitados psíquicamente poseen algo de cada una de esas modalidades de inteligencia. Las formas de inteligencia están muy bien repartidas. Y se entiende que han de estar bien repartidas para que sea posible que una persona complemente a otra y se establezcan de ese modo relaciones asociativas, amistades.

– Es probable que la inteligencia emocional se aúne con la lingüística y con la naturalista: los poetas saben ver en la Naturaleza algo distinto y expresarlo bellamente. O que la modalidad de la inteligencia corpórea se dé con la relacional: un deportista que sabe ser un buen miembro de un equipo. Las posibilidades son muchas. Eso es lo que hay de verdad, por ejemplo, en esas patrañas de astrología de que Piscis se lleva bien con Tauro.

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