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Cómo salir de casa por las mañanas... ¡Sin llegar tarde!

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Me considero una persona capaz: me defiendo en mi
trabajo y en el hogar… ¿Cómo es posible entonces que
todas las mañana me colapse y no consiga salir de casa
sin estar al borde de un ataque de nervios?

Autor: ITZIAR FRANCO ORTIZ

Llevo bastante al día los quehaceres domésticos, soy eficiente en el trabajo, formo parte de diversas asociaciones del barrio y, por lo general, me definen como una persona dispuesta… ¿Cómo es posible entonces que cuanta más prisa doy a mis hijos, más lentos funcionan? ¿Lo harán adrede? ¿Habrá algún truco que no he sabido aplicar?
Los psicólogos han descubierto algo que logrará tranquilizar a más de un padre: la velocidad del movimiento de los niños es inversamente proporcional al tiempo que disponemos los adultos. Así que si no logramos salir de casa tranquilamente por las mañanas no debemos maltratarnos en exceso pensando que no somos capaces. Se trata de una especie de «ley matutina» que se cumple casi siempre y que tiene algunas variantes curiosas.
Bromas aparte, la culpa de este fenómeno de ralentización la tiene casi exclusivamente el estrés. Una reacción que acostumbra a tener mucha gente ante el estrés es funcionar de forma más lenta para rehuir el encuentro con el problema. Por tanto, cuanto más estresados estemos nosotros por marcharnos, más despacio funcionará nuestro hijo, más nerviosos nos pondremos nosotros, más despacio aún responderá él y así hasta que lleguemos todos al borde del ataque de nervios.
La solución a este problema sólo puede ser una: reajustar los horarios para que podamos hacer las cosas con un poco más de tranquilidad. Debemos ser realistas y ser conscientes de nuestras posibilidades. Si darles prisa, gritarles y amenazarles no nos da los resultados que deseamos, tendremos que cambiar de táctica. Por ejemplo, podemos hacer que nuestros hijos se vayan a dormir un poco antes para que así puedan levantarse media hora antes.
De la misma manera, podemos analizar qué otros ajustes podemos hacer en el horario o en nuestras actividades para dejar libre más tiempo por las mañanas: quizás dejar preparados los bocadillos en el congelador, bañar a nuestros hijos por la noche, levantarnos nosotros un poco antes para ayudarles a ellos, etc.
Estas medidas son una inversión a largo plazo. El estrés sólo provoca estrés y vivir todas las mañanas de los días laborables con nerviosismo y prisas no es bueno en absoluto ni para nosotros ni para nuestros hijos.
En cuanto a la educación de nuestro hijo y a su correcto desarrollo, es tan importante que duerma correctamente como que se despierte tranquilamente y sin sobresaltos.
También podemos utilizar otras estrategias compensatorias, como elogiar a nuestros hijos cuando muestren una conducta consecuente con el hecho de estar listos, prepararles su bocata favorito si esa mañana en especial deben correr un poco más y ellos se esfuerzan, o disfrutar todos juntos de un gran almuerzo familiar los fines de semana.
Comprobemos que nuestro hijo no se esté haciendo el remolón por las mañanas para llamar nuestra atención. Si por mucho tiempo que le damos para que se levante tranquilo no vemos que él cambie su forma de comportarse, seguramente lo está haciendo para llamar nuestra atención. Si sospechamos que éste puede ser el caso de nuestro hijo, comprobemos que pasamos suficiente tiempo con él y que le estamos dando la atención que él necesita. Si no es así, deberemos buscar momentos para compartir con nuestro hijo y evitar que reclame así nuestra atención.
También puede ser que nuestro hijo «pase de todo» y que no es que le cueste levantarse por la mañana, sino que no le da la gana hacerlo. En ese caso podemos probar alguna medida un poco más drástica que le sirva de «lección».

SIN PRISA Y SIN PAUSA

– El estrés provoca más estrés. La única manera de cortar con el estrés matutino es tener más tiempo.
– Piensa que es mucho mejor dormir media hora menos, pero salir relajados de casa. Para afrontar bien el día es importante hacer las cosas con tranquilidad, tener tiempo de saludaros, de preguntaros cómo habéis dormido, de tomar un desayuno, etc.
– Tu hijo necesita despertarse tranquilamente por las mañanas. Su paso del sueño a la vigilia es más lento y más delicado que el de los adultos y es importante que lo haga de una forma gradual. Si tu hijo se despierta de una forma brusca lo hará de mal humor y lloroso, como si no hubiera descansado. – Se pueden preparar los bocadillos de los niños el fin de semana y congelarlos ya hechos y envueltos, de manera que por la mañana sólo se tienen que sacar del frigorífico. Para la hora del recreo, el bocadillo ya se ha descongelado y está listo para comer.
– También puede ser que tu hijo se haga el remolón por las mañanas para llamar tu atención. Comprueba si estás pasando suficiente tiempo con él y que le estás dando la atención que él necesita. Si no es así, deberías buscar actividades para compartir con él.
– Si crees que tu hijo «pasa de todo»y no le da la gana levantarse por las mañanas, puedes probar alguna solución un poco más drástica que le sirva de «lección», como un castigo.

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