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El hermano mayor: un mariscal de campo en casa

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La experiencia de ser el hermano mayor le puede proporcionar a un menor identidad
y autoestima en cuanto conoce y asume los deberes que le corresponden.

Autor: ÁNGEL PEÑA

No es fácil ser el hermano mayor. «Recuerdo una vez que mi hermano y yo rayamos un coche porque había aparcado en nuestra propiedad. Con el destrozo en la puerta de mi casa, mis padres tuvieron que pagar la multa. Yo tendría unos ocho años y mi hermano, cinco. Por supuesto, lo encubrí». Dos décadas después, Luis recuerda la responsabilidad de la primogenitura con la nostalgia de aquellas gamberradas con las que todos crecemos. Pero reconoce que a veces era duro. «Mi hermano ha ido teniendo más libertades a edades mucho más tempranas que yo». El hermano mayor es el pionero, además del protector. Tiene, por tanto, un papel protagonista en la familia.
Gerardo Castillo, profesor del departamento de Educación de la Universidad de Navarra, cree que «el hijo mayor es el segundo responsable de la familia mientras viven los padres, y el primer responsable en el caso de que los padres mueran», lo que incluye «auxiliar a sus padres en la transmisión de normas y costumbres familiares».
Es esencial, en este sentido, que dé buen ejemplo en todo a sus hermanos, hasta el punto de intentar ser modelo de conducta para ellos y orientarles en algunos aspectos de su vida, por ejemplo, la vida familiar, estudio, lecturas, amistades, uso del tiempo libre… Esto se deduce de un código más profesional, pero todos sabemos que, además, el mayor tiene la obligación moral de defender en el colegio y en la calle a sus hermanos. Y eso puede llenarle de un sano orgullo.

RESPONSABILIDAD

En definitiva, el hermano mayor se convierte en toda una autoridad, una experiencia que le puede ser muy útil en el futuro. «Es muy bueno que conozca su responsabilidad, en cuanto conoce y asume deberes que le corresponden; eso le proporciona identidad y autoestima, es un factor de maduración personal y propicia el desarrollo de virtudes, como la fraternidad, la solidaridad, la generosidad, la reciedumbre, la paciencia…», explica Castillo, autor de numerosos libros de temática familiar.
Aunque un exceso de orgullo se puede convertir en soberbia. «Algunos hijos interpretan el estatus otorgado de hijo mayor como un privilegio y como tener más poder. Lo suelen usar para tener ventajas especiales dentro de la familia y dominar a su hermanos, en vez de para servirles», reconoce Castillo. Y entonces, ojo. Como dice el proverbio indio: «Ningún amigo como un hermano; ningún enemigo como un hermano».

UNA CARGA

una carga muy pesada. Gerardo Castillo reconoce que «puede ocurrir que se agobie, depende de la edad y tipo de personalidad de cada hijo: lo que a uno le agobia, a otro le estimula». Aunque en realidad hay multitud de variables: también depende de que los padres adapten o no la exigencia a las posibilidades de ese hijo concreto y de que sepan o no plantear al hijo esa responsabilidad de forma positiva: si se le plantea como un reto y una muestra de confianza responderá mejor que si le presenta como una simple obligación que le llega impuesta. En cualquier caso, concluye Castillo, «es fundamental conocer bien al hijo y personalizar la exigencia».
En este sentido, los padres deben anteponer la formación del hijo a la mera utilidad que pueda tener lo que haga. Y no olvidar que hay que preparar al hijo para esa función: no se puede pretender que el hijo sea autodidacta.
¿El remedio? Respaldar al hermano mayor; explicando a los pequeños que el mayor no tiene un cargo sino una carga, y que si lo desean está dispuesto a pasársela. Eso puede descolocar a más de un rebelde.

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