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¿Igualdad de puertas adentro?

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La mujer ha salido del hogar para incorporarse al mundo del trabajo sin que el hombre haya entrado en casa en la misma medida. Resultado: estrés, sensación de «no llegar», apoyo en los abuelos, sobrecarga, discusiones, reproches, hijos menos atendidos… ¿Podemos hacer las cosas de otra manera? ¿Es posible un equilibrio más igualitario? ¿Igualdad es repartir al 50%?

Autor: Ignacio Tornel

En la mayoría de los hogares los dos cabezas de familia trabajan fuera de casa. Algo especialmente cierto para las familias constituidas en los últimos quince años, es decir, las que tienen más desafíos ante ellas: carreras en pleno desarrollo, economías limitadas, hijos pequeños… Tenemos menos tiempo para la casa y para los hijos, y si no nos organizamos, podemos acabar asfixiados, incluso enfrentados.
La igualdad aparece por todas partes: planes de igualdad, cuotas de participación, discriminación positiva, incluso hasta una obligación por ley de respetar la igualdad en el ámbito doméstico.
 ¿No nos estamos adentrando demasiado en la esfera de la intimidad de la familia? ¿No es preferible dejar de lado la sanción y por el contrario promover la co-responsabilidad en ese proyecto común y apasionante que es el hogar, la familia y los hijos?
Quizás el lector se pregunte cómo llegar a vivir esa co-responsabilidad en su hogar. Pues bien, aquí entra la “familia negociadora”, y es que hoy las familias se ven sometidas a tantos cambios y presiones que deben hacer gala de flexibilidad para adaptarse, decidir y ejecutar. No es lo mismo una pareja joven sin hijos, que otra con tres vástagos. Lo importante es que entre los dos, sentados y tomando notas si fuera necesario, decidan quién hace qué y en qué momento. Lo bueno del trabajo doméstico es que es previsible, organizable, delegable, anticipable en el 90% de los casos, por lo que aguanta bien la planificación y el reparto.
¿Y cómo nos lo repartimos? Hasta ahora lo hemos ido haciendo más o menos de forma espontánea. Esto suele ser sinónimo de reparto desigual. Nos lo confirma el Estudio sobre el reparto de responsabilidades domésticas de la Comunidad de Madrid de 2004. Dice que en las parejas madrileñas, ella dedica a la atención del hogar mucho más tiempo: desde un mínimo de 2 horas 35 minutos entre los matrimonios jóvenes hasta 4 horas 20 minutos entre los de más de 50 años de edad.
Los hábitos en los varones van cambiando, poco a poco, de forma gradual e irreversible. Algún dato del citado estudio lo confirma: si tomamos el periodo 1995 a 2003, en 1995 sólo el 8% de los varones participaba en el lavado de la ropa,  en 2003 era ya de un 22%. Y en el caso de la plancha, en los mismos 8 años pasamos de un 4% a un 13%, es decir, se triplica.

LA VENTAJA COMPARATIVA

Pero volvamos al cómo. Sería torpe querer imponer tareas sin más. Lo ideal es que en esta distribución apliquemos el concepto económico de la ventaja comparativa. Es decir, teniendo dos agentes, cada uno se debe especializar en los sectores en los que el otro sea menos productivo. Dicho de otro modo: lo mejor es que cada uno haga lo que mejor sabe hacer y con lo que se encuentre más a gusto, porque ahí seremos más productivos. Es necesario hablar y “descubrir” habilidades semiocultas que podamos tener o que debamos desempolvar o desarrollar.
Y tampoco se trata de distribuir los tiempos al 50%. No podrá colaborar en casa en igual medida una madre o un padre cuya jornada laboral no termina hasta las 8 de la tarde que otro u otra que a las 6 está en casa.
En fin, un verdadero ejercicio de diálogo y búsqueda de acuerdos. Así debe ser para lograr familias saludables, modernas e igualitarias. Al otro extremo  podemos constatar que, por desgracia, la mala organización del ámbito laboral y doméstico sigue estando entre las principales causas de insatisfacción, desavenencias y rupturas.
Y ¡ojo!, en cuanto los niños cumplan algunos años (cinco o seis) que empiecen a asumir encargos y responsabilidades en el hogar. Es la mejor escuela de igualdad, les ayudará a madurar y a valorar más el trabajo de sus padres, y para ellos será una importante ayuda.

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