Con la vista en los exámenes
Ya estamos en marzo, a apenas tres meses del final de curso. Si habéis pensado en recurrir a ayuda externa (profesor particular o academia), éste es el momento. Os ayudamos a tomar la mejor decisión.
Profesor particular
Hace unos años algunas empresas apostaron por profesionalizar la figura del profesor particular, tradicionalmente asociada a aquel joven universitario que cuelga carteles en las paradas de autobús con la esperanza de empezar a ingresar sus primeros euros. Estas son las dos principales que operan en nuestro país:
Acadomia
Acadomia ofrece clases particulares a domicilio para todas las materias de todos los cursos entre Infantil y Bachillerato, así como idiomas, música e informática. Tras una visita a la agencia elegida, la familia espera en torno a una semana a que se le asigne profesor, siempre titulado universitario o en el último curso de carrera, y un coordinador pedagógico. En esa primera visita se formaliza una matrícula trimestral de 31,20 euros o semestral de 49,90 euros que también sirve para los hermanos del alumno. Se traza entonces un plan formativo que oscila entre una (el mínimo) y dos clases semanales de 90 minutos, adaptables según el ritmo. Los horarios abarcan todo el día e incluyen fines de semana. Las clases se pagan por adelantado y la agencia otorga cupones a los padres para que se los den al profesor en cada sesión. Cuatro clases de hora y media, 162 euros. En idiomas sube un poco: 176 euros.
www.acadomia.es
Educa-System
Con una oferta que abarca los temarios de todos los cursos de enseñanza obligatoria, programas especiales de letras y ciencias, así como técnicas de estudio, Educa-System también dispone de clases de instrumentos, idiomas e informática básica. Hay que abonar una matrícula semestral de 54 euros válida para toda la familia antes de que el profesor (titulado universitario) realice la primera visita al domicilio, que es cuando se decide la carga lectiva idónea para cada caso. La empresa recomienda entre hora y media y cuatro horas semanales, y cuenta con un plan especial para los alumnos que afrontan la Selectividad. También existe un método orientado a repasar durante las vacaciones. Cuantas más clases se compren, más baja el precio. Entre 10 y 36 horas, 26 euros por hora. Entre 36 y 65, 25 euros. Más de 65, 24,5 euros.
www.educa-system.com
Academia
No ofrecen un servicio individualizado y hay que desplazarse, pero resultan mucho más baratas que un profesor particular. Como en botica, hay de todo. El mejor consejo es acercarse a dos o tres y hacer preguntas certeras sobre el número de alumnos máximo por aula, la formación de sus profesores y el rigor de los datos tipo “90% de aprobados garantizado” que muy probablemente nos enseñarán. Si no tenemos conocidos para que nos cuenten experiencias previas, internet es la solución:
Academias.com
Excelente buscador de todo tipo de academias a nivel nacional. Ideal para aquellos que no saben por dónde empezar. Ocupa cualquier campo imaginable (oposiciones, diseño, secretariado…) y dispone de muchísimos registros, así que lo mejor es ir directamente a “ESO y Bachillerato”, meter nuestro código postal y esperar a que en la pantalla aparezcan academias cercanas a nuestro domicilio. Para una localidad como Majadahonda salen tres. En León ciudad, seis. Provincia de Málaga, 30. Provincia de Madrid, 195. Hay donde elegir. Cada resultado viene con información que sumistra la propia academia: contacto, cursos, horario…
Kumon
Una opción alternativa a la academia tradicional son los más de 181 centros que enseñan en España a partir del método Kumon (www.kumon.es), ideado por un padre japonés para ayudar a su hijo con las Matemáticas y luego extendido al ámbito de la lectura. Lo principal es que se apuesta por la capacidad de síntesis y el trabajo diario como una garantía a largo plazo, y se procura aprender de los errores. Las sesiones tienen lugar todos los días pero no duran más de media hora. La matrícula son 40 euros y cada mensualidad 62 euros.
Solo ante el peligro
Antes de recurrir a ayuda externa, quizá deberíamos plantearnos hasta qué punto ésta es necesaria e incluso útil. Necesaria porque no es bueno que acostumbremos a nuestros hijos a que alguien haga su trabajo (o parte del mismo) cuando está perfectamente capacitado para realizarlo con un mínimo esfuerzo. Un chaval de inteligencia normal puede aprobar cualquier asignatura de Secundaria (otra cosa es que queramos todo sobresalientes) dedicándole tres o cuatro horas semanales de estudio intensivo y algo más cuando llegan los exámenes, pero es más cómodo si vienen a casa y se lo cuentan.
Y útil porque los suspensos pueden ser síntoma de muchas cosas: la pereza es la más obvia, pero no hay que descartar cualquier problema de aprendizaje, cuestiones de ansiedad y bloqueo o incluso actitudes negativas ante el estudio con las que nuestro hijo quiere en realidad lanzarnos otro mensaje. En este caso, el diálogo o la ayuda de un especialista pueden ser la solución.
De todas formas, pronto o tarde habrá que sentarse a hincar codos en silencio y con las únicas armas de la concentración y la voluntad. Estos son algunas nociones básicas para ayudar a rentabilizar al máximo la experiencia:
Espacio. Que sea siempre (o al menos siempre que se pueda) el mismo. Cómodo pero austero. La mesa de estudio es para estudiar: si el ordenador está a mano, mal empezamos. Con silla ergonómica y luz enfozada desde la izquierda (para diestros) o la derecha (zurdos). Unos 20-22 grados de temperatura.
Tiempo. Una buena planificación del tiempo disponible contribuye enormemente a reducir la ansiedad, mala compañera del estudio. Hay que ser cumplidor pero realista. Decir “voy a estudiar de lunes a viernes de cinco a nueve” queda muy bonito, pero al cabo de dos días desanima a cualquiera y puede resultar contraproducente. También es necesario saber manejar los tempos del curso. No es lo mismo últimos de marzo que primeros de junio
Orden. Cada uno tiene su método, pero unos apuntes desastre con borrones y tachones por doquier no suelen ser el mejor amigo del estudio eficiente. Tener los apuntes bien claros y legibles y saber pefectamente donde tenemos cada cosa (libros, calculadoras, materiales de consulta…) ayuda a no perder tiempo (¡ni los nervios!) de forma inútil.