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Filosofía para niños

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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WALTER Kohan, profesor de filosofía en Río de Janeiro, nos comunicaba la desaparición de un hombre que ha supuesto una revolución en la manera de concebir la Educación para muchas personas.

“El último domingo de 2010, 26 de diciembre, murió Matthew Lipman, el creador de Filosofía para niños. Tenía 87 años, vivía en un asilo y estaba con su salud ya bastante debilitada”. Y añadía: “La filosofía y la infancia están tristes”.
Hace pocos meses también fallecía de modo inesperado Ann Sharp, una mujer valerosa y llena de energía que, junto a Lipman, había contribuído a la creación y difusión de un programa educativo cuyas posibilidades estamos todavía lejos de valorar y poner en práctica suficientemente. En su origen, el programa Philosophy for Children se proponía, ni más ni menos, que los niños hicieran filosofía desde edades tempranas, desarrollando en el aula, concebida como una comunidad de investigación, un amplio conjunto de habilidades de pensamiento –siendo muy importante la puesta en práctica de recursos lógicos vinculados a la capacidad de argumentación–. Sharp puso énfasis en un detalle relevante para los propósitos del programa: no sólo se trataba de ayudar a los niños a desarrollar un pensamiento crítico y creativo, sino también cuidadoso.
Como señala otra compañera, Carmen Loureiro, dentro del programa que Lipman y Sharp nos han legado, “todo empezó a encajar: teoría y práctica; pensamiento, sentimiento y acción; texto y contexto; individuo y sociedad; biología y cultura; arte y filosofía, vida y muerte…”
Desde sus orígenes, la filosofía aparece en occidente como un esfuerzo tenaz de los humanos por pensar por sí mismos, lejos del amparo de los dioses y las tradiciones. Lipman y Sharp han dado un paso valiente al incluir a los niños en este propósito, quienes son, como en pocos lugares, reconocidos con respeto dentro del currículo; sus ideas son valiosas, sus reflexiones son relevantes y sus preguntas son pertinentes.

En la literatura educativa es común considerar a los niños como pequeños filósofos, mentes curiosas que nos bombardean con innumerables interrogantes que los adultos no sabemos cómo afrontar.
Sin embargo, en las propuestas educativas nunca se había tomado en serio esta característica infantil, nunca hasta que Lipman y Sharp nos invitaron a escuchar a los niños y a dialogar con ellos lejos de paternalismos adoctrinadores.
Un porqué de un niño incluye toda la historia de la filosofía, toda la ciencia y toda la poesía. Sólo hace falta desarrollar la sensibilidad necesaria para percibirlo y contar con las herramientas que nos ayuden a sacar toda la riqueza que contiene.
Ambos autores han dado un paso enorme en esa dirección y nos han señalado un camino que transforma de modo definitivo la perspectiva de quien se pone en marcha. A riesgo de incurrir en una generalización inadecuada, creo que se puede decir que ninguno de los que nos hemos asomado a su trabajo hemos podido hacer las cosas como las hacíamos antes.
Ahora, todas las personas que nos hemos enriquecido con sus propuestas nos sentimos un poco huérfanas; pero, a la vez, nos sabemos “a hombros de gigantes” y contamos con un legado valioso que debemos seguir desplegando para hacer mejor el mundo en que queremos vivir.
Por mi parte espero que la obra y el ejemplo de Matthew Lipman y Ann Sharp nos den el coraje y la sabiduría necesarios.

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