fbpx

“Ego Shooter”: La espiral del estímulo

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
0

Los niños necesitan y tienen derecho a un mundo que los acoja y estime. Muy a menudo el estado anímico de los adultos está condicionado por la carga en el trabajo, por conflictos interpersonales y por miedos y temores. Los medios saben desplazar los problemas, creando estados de ánimo más placenteros. Esto, sin embargo, solo se consigue a cambio de intensificar los recursos para lograrlo. Sería más sensato fomentar la alegría de aprender, la creatividad y las facultades sociales para que la actividad del niño lleve a la formación de capacidades duraderas como el sentido estético frente a la pasividad y la falta de fantasía.

Dave Grossman realizó un interesante estudio sobre las masacres ocurridas en varias escuelas norteamericanas. Los inculpados mostraron tener una puntería superior al promedio existiendo un predominio de disparos en la cabeza. Se constató que todos ellos habían pasado mucho tiempo con los llamados juegos “Ego-shooter”: puntos extras por disparos en la cabeza. Se trata de herir, torturar o matar a personas, consistiendo el éxito en matar al mayor número de adversarios mientras que el fracaso significa la propia muerte, desarrollando así el llamado “Condicionamiento operante”. Apuntar y disparar de inmediato se practicaba tantas veces hasta funcionar finalmente como un acto reflejo, formando a los niños en el uso de armas y endureciéndolos emocionalmente mediante las simulaciones de matanzas a través de un video juego típico.

La representación en imágenes de asesinatos y agresividad lleva a una inmunización frente a la violencia real. Se entra en una apatía anímica sin indignarse. El hecho de mirar incontables muertes y otros actos de violencia conduce en lo anímico a un efecto comparable al que se produce en el cuerpo con la vacunación. Lo que en un primer momento provoca horror, es observado con placer después de un tiempo. El alma aprende a considerar estas imágenes como una agradable sensación de tensión. En ese momento comienza la “vacunación”. Según la Teoría del acostumbramiento emocional, escenas e imágenes de violencia que al principio resultaban chocantes, muy pronto son consumidas como un divertido entretenimiento.

Para los niños que aún se encuentran en la fase de imitación este efecto es especialmente acentuado. Un niño de 14 meses es capaz de imitar acciones, tanto constructivas como destructivas, que ha observado en la pantalla, ya que aún no puede diferenciar entre realidad y ficción. Frecuentemente sufren trastornos del sueño durante semanas tras haber presenciado este tipo de escenas.

La violencia sugiere a los pequeños que es correcto usar ese comportamiento en algunas situaciones, especialmente cuando la utilizan héroes carismáticos. Se erosiona su aversión natural a la misma. Este tipo de imágenes no solo aumentan la disposición a la violencia, sino que también llevan a considerar al prójimo como una persona más violenta de lo que en realidad es.

Los medios visuales desplazan a la literatura: la lectura es el gran maestro de la fantasía. Cada lector crea su propio mundo. Las fuerzas de la fantasía pueden fortalecerse en todo aquello que es percibido o vivenciado por el hombre y que sólo se le revela íntegramente cuando él mismo lo complementa, pues ésta surge en el momento de la reflexión.

Mientras que para un niño con actividad propia siempre vuelven a ser interesantes los mismos juegos, en los medios virtuales rápidamente se manifiesta un fenómeno de acostumbramiento. Los recursos que incentivan su interés deben ser intensificados continuamente: es la llamada “Espiral del estímulo”. Este desarrollo lleva a una hiperactividad cada vez mayor y a contenidos cada vez más extremos.

Las principales organizaciones de Atención a la Infancia han estudiado los efectos que produce en los niños la violencia en los medios de comunicación y han publicado innumerables artículos en los cuales fijan su posición. Entidades tanto gubernamentales como académicas han hecho un llamamiento para poner freno a la violencia en los medios. Las conclusiones de todas ellas corresponden a más de 700 estudios ineludibles de decenios de investigación de las ciencias sociales, médicos, terapeutas, maestros … : M. Spitzer, B. S. Centerwall, Gadow y Sprafkin, A. Bandura, Drabman y Thomas, Gerbner y Gross, R. Feinbloom, Michael Rothemberg, Sue Aran Ramspott, Brandon S. Centerwall, M. Levine, L. Rowell Huesmann, Daniel Cohen …

Al dirigirse al Comité Senatorial de los Estados Unidos para asuntos gubernamentales, Leonard Eron, una autoridad en el tema de la influencia de los medios de comunicación en los niños dijo: "Ya no queda duda alguna de que la exposición repetida a la violencia en la televisión es una de las causas del comportamiento agresivo, el crimen y la violencia en la sociedad. La evidencia procede tanto de estudios realizados en laboratorios como de la vida real. La violencia de los medios afecta a los niños de ambos sexos, de todas las edades y de todos los niveles socioeconómicos y de inteligencia. Estos efectos no se limitan a este país ni a los niños predispuestos a la agresividad".

Uno de los análisis más completos sobre TV, realizado por un equipo de expertos que dirigió G. Gerbner demostró que el 80% de los programas emitidos contenían al menos un incidente violento y que los programas de dibujos animados tenían la más alta frecuencia de actos violentos. Los alumnos de 12 años pasan un promedio de 25.000 horas delante del televisor, al finalizar la escuela habrán visualizado 8.000 asesinatos y 100.000 actos de violencia. En el 73% de los casos los autores no sufren castigo. En el 58% de las imágenes de violencia no se muestran sus consecuencias. Sólo en un 4% se muestran formas no violentas de superar conflictos. A la cabeza de los programas que contienen violencia se encuentran los de entretenimiento y ficción (93% de estos contienen imágenes violentas), en segundo lugar los programas infantiles (89%). En un simple episodio de Popeye y sus amigos podemos contabilizar: 35 golpes, 8 mentiras, 24 burlas a una persona, 4 "dulces conquistas" a una mujer tales como: tirarle del pelo, retorcerle el brazo, pegarle y encerrarla en un armario.

0
Comentarios