Cerebritos en el gueto
Un 63% de alumnado desfavorecido. Situada en uno de los barrios con peor reputación de Dallas (EEUU). A pesar de ello, la School of Science and Engineering ha logrado que todos sus estudiantes alcancen un nivel en Matemáticas propio de un universitario.
Oak Hills, en el sur de Dallas. Uno de los barrios con más solera de la ciudad tejana. Extenso conglomerado urbano que entrelaza algunas calles tranquilas con otras muchas que la mayoría de la población no se atrevería nunca a pisar. Un gueto para las minorías negra e hispana, sobre todo tras el conocido como “éxodo blanco” de los años 70. ¿Características ambientales? Os las imagináis: droga por doquier, bandas callejeras, familias desestructuradas y un clima de opinión no precisamente favorable al estudio.
Allí se encuentra la School of Science and Engineering, un centro “magnet” –público pero con gran nivel de autonomía– que se ha erigido por méritos propios en la joya de la corona de la amplísima y muy desigual red de institutos norteamericanos. Su gran logro, haber sabido conciliar un grado de excelencia académica estratosférico sin renunciar a su misión integradora, sin olvidar que la Pública se antoja como la única alternativa viable para que el talento escaso de cash vuele lo más alto posible.
Cierto que la School of Science establece durísimos criterios de admisión que disuaden al estudiante medio de cualquier tentativa de ingreso. Sus aulas solo acogen a chavales con un don especial para la ciencia elegidos mediante pruebas que harían sonrojar a las del Bachillerato de Excelencia de la Comunidad de Madrid.
Pero el filtro es puramente intelectual, en ningún caso económico. Gracias a la libertad de las magnet schools para seleccionar al alumnado más allá de su ámbito geográfico, el centro ha derivado en una suerte de laboratorio de alto rendimiento para superdotados con pocos recursos provenientes de toda la ciudad.
Para el instituto, ya no supone una sorpresa ver su nombre en lo más alto de las listas que anualmente publican medios como The Washington Post o Newsweek con los mejores high school del país. Hace años que la School of Science no baja de los cinco primeros lugares en sendas clasificaciones, las cuales utilizan diversos criterios para confeccionar su top escolar público. Sin embargo, el pasado año se alcanzó el cenit: número uno en ambas publicaciones.
Lo más parecido a un milagro si tenemos en cuenta que el centro escolariza a un 63% de alumnos desfavorecidos, mientras que entre sus más directos competidores (que también seleccionan estudiantes), dicho porcentaje apenas llega al 30% en el mejor de los casos.
Los alumnos de la School of Science brillan con luz propia en todas las evaluaciones estándar a nivel estatal o nacional. Pero eso es pecata minuta para ellos, bien acostumbrados a los advanced programs, un formato lectivo oficial que adentra al chaval de Secundaria en los dominios de la enseñanza superior. Año tras año, el 100% de los estudiantes de este centro tan especial pasan con éxito el de Matemáticas. Es decir, pueden acreditar un nivel de conocimiento en esta materia equivalente al de un universitario.