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Padres de acogida. La familia y uno más

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Algunas familias en nuestro país acogen niños temporalmente para evitar que pasen por centros de acogida antes de la adopción definitiva.

Su objetivo es evitar el ingreso de niños en instituciones. Juan acaba de llegar a casa, pero se marchará y otro bebé ocupará su cuna.

Esta es su historia.

Aproximadamente 35.000 niños y adolescentes se encuentran bajo la tutela de las Administraciones en nuestro país, porque sus padres no están en condiciones de hacerse cargo. Muchos viven con algún pariente, abuelos o tíos, en lo que se denominan acogimientos en familia extensa. Sin embargo, alrededor de 15.000 viven en instituciones. La mayoría viven en residencias donde tienen cubiertas sus necesidades materiales, pero nadie puede consolarles cuando tienen pesadillas. Otros, los más afortunados, gracias al acogimiento familiar, sí han encontrado el calor de un hogar, el cariño de unos padres que han comprendido que, para querer y educar, no se necesita poseer. 
Acogimiento de urgencia

Blanca y Eduardo, además de tener dos hijos (Manuel y Nicolás, de seis y ocho años), ejercen como padres de acogida de urgencia. Mª José Gómez, una de las coordinadoras del programa de acogida de urgencia del Instituto Madrileño del Menor y la Familia explica en qué consiste: “Este programa permite que niños (desde recién nacidos hasta los tres años) que se encuentran en situación de desamparo, sean acogidos de manera temporal (el período de tiempo oscila entre los quince días y los tres meses) en familias previamente seleccionadas, mientras que los Servicios Sociales resuelven su situación. Se evita así que ingresen en un centro de acogida institucional; a cambio, son atendidos con mimo y cariño en un ambiente familiar adecuado durante el tiempo necesario para decidir cuál será la opción definitiva más adecuada para él (el retorno con sus padres biológicos o tutores legales, la adopción, el acogimiento familiar)”.

Lo que distingue este programa de las modalidades convencionales de acogida es que la familia puede ser avisada en cualquier momento de que tiene que hacerse cargo de un niño, de manera inmediata, y además exige que uno de los padres permanezca en casa al cuidado del niño. Debido a que se les exige disponibilidad plena, el acogimiento de urgencia es remunerado. Eduardo y Blanca cumplen estos requisitos al 100%.

“Conocí el programa de acogimiento de urgencia en mi puesto de técnico de atención a la infancia en el Centro de Atención a la Infancia (CAI) del Ayuntamiento de Madrid, explica Blanca, de 36 años. Nos pareció una idea estupenda para evitar el paso de los niños por un centro. Y como para nosotros es fundamental el concepto de familia, pensamos: ¿por qué no? Además, como Eduardo trabaja de corrector desde casa, cumplíamos con el requisito de que uno de los dos se quedara en casa al cuidado del niño. Así que decidimos probar”. Se apuntaron al programa, pasaron las entrevistas con los asistentes sociales y psicólogos, les dieron el certificado de idoneidad y, en junio del año 2009, les asignaron al primer niño. “Fue una experiencia tan enriquecedora y tan bonita para todos que decidimos continuar y hasta hoy”, cuenta Eduardo de 37 años.
Desde entonces, estos padres de acogida se han convertido en unos auténticos expertos en la materia, pues han acogido en su familia a doce pequeños. “Recuerdo que cuando comenzamos a colaborar con este programa, hace ya cuatro años, éramos sólo cinco familias acogedoras, hoy son trece, y estábamos saturados. Se iba un niño y a los pocos días ya teníamos otro en casa”, afirma Eduardo.

Hace tan sólo unos días acogieron en su familia al pequeño Juan (nombre ficticio). El bebé tiene el pelo negro y es muy menudito. Acaba de tomarse el biberón y duerme plácidamente en el cochecito. Juan es el décimo tercer niño que vivirá de manera temporal con esta pareja. Ellos están contentos y se les nota.
Y, ¿qué motivos lleva a una pareja a acoger un niño? “Principalmente, lo hacen por solidaridad, por ayudar a los pequeños, que tienen una situación complicada, porque consideran que es mejor vivir de forma temporal con una familia que en un centro con educadores”, cuenta María José Gómez, coordinadora del programa de acogida de urgencia del Instituto Madrileño del Menor y la Familia.

Cuatro años acogiendo niños en casa han dado para que Blanca y Eduardo hayan vivido alguna que otra anécdota. “Recuerdo unas navidades, con el primer niño que acogimos, se llamaba David (nombre ficticio) y tenía tres años. Quedamos con mis padres y mis hijos al verles, salieron corriendo gritando abuelos. Y acto seguido, David, gritó también abuelos con total naturalidad y todos se fundieron en un fuerte abrazo. Fue un momento muy entrañable”, cuenta Blanca. Pero, la pregunta del millón que familiares y amigos les hacen continuamente es: ¿cómo podéis acoger niños en vuestra casa e incluirlos en la familia como uno más y pasados unos meses entregarlos a las instituciones para que empiecen una nueva vida? Y siempre les dan la misma respuesta. “Desde que iniciamos este proyecto, siempre hemos tenido claro que los niños están sólo de paso en nuestra casa. No nos da pena entregarles, al revés nos da alegría, porque a veces el niño regresa con su familia biológica, otras con una familia de acogida permanente y otras es adoptado” explica Eduardo. “Pero, continúa Blanca, el que estén de paso no significa que no queramos a los niños. La convivencia y el hecho de saber que estos pequeños proceden de familias desestructuradas y con problemas, provoca que se establezca un vínculo afectivo muy especial con ellos”.

Lo cierto es que este no todos los padres, aunque lo deseen, están capacitados para colaborar con el programa de acogida de urgencia. Jesús Rubio, técnico responsable del programa de acogimiento de urgencia del Instituto Madrileño del Menor y la Familia lo explica: “No todos los padres que se apuntan al programa, sirven. Necesitamos padres que tengan una buena capacidad psicológica para asumir que los niños están en su hogar sólo de paso. Y esto es muy difícil, porque al ser en su mayoría bebés, se genera un vínculo afectivo y es complicado. Además, cada poco tiempo, tiene que superar el duelo de despedirse de un pequeño y dar a la bienvenida a otro Por eso, todos los padres que se presentan para participar en el programa deben superar las entrevistas con los psicólogos y los asistentes sociales”.
Antes que a Juan, este matrimonio acogió en su hogar a David, Marcelo, Julián, Diego, Javier, Carlos y Manuel (todos nombres ficticios). Durante unos meses formaron parte de su familia y después se marcharon. Y, ¿no os gustaría saber algo de los niños? “No, responde Blanca. Una vez que vuelan, se acabó y así debe ser”. “Además, apunta Eduardo, forma parte de la política del programa de acogimiento romper todo vínculo con el niño una vez ha iniciado una nueva vida. No queremos ser un estorbo ni interrumpir el vínculo con su nueva familia. Sólo queremos que el niño sea feliz y que guarde un buen recuerdo de su paso por nuestra casa. A nosotros nos quedan las fotos y el tiempo compartido con el niño y ya es bastante”.

Despedida y bienvenida
Aunque el pequeño Juan acaba de llegar a su nuevo hogar, en unos meses Blanca y Eduardo tendrán que devolverlo. “Como nos suelen avisar con tiempo del Instituto Madrileño del Menor y la Familia de que tenemos que entregar al pequeño, solemos hacerle una despedida. Nada muy solemne, sobre todo si son bebés que apenas se enteran de nada. Lo llevamos al colegio de los niños y a los familiares y amigos más cercanos para que se despidan de él. Así cerramos un ciclo”, relata Eduardo. Los primeros días tras la marcha del niño, claro que le echamos de menos y todos notamos un extraño vacío en casa. Pero, el día a día y el hecho de pens
ar que pronto nos llamarán para acoger otro niño, nos ayuda a superarlo”, explica Blanca.
Y, ¿os habéis planteado hasta cuándo acogeréis niños en casa? “La verdad es que no tenemos una fecha concreta para acabar. Si en algún momento a algunos de nuestros hijos le perjudicara , lo pararíamos de inmediato”, afirma Blanca. Pero por el momento, Blanca y Eduardo seguirán dando todo su cariño y amor a Juan, quien duerme tranquilo en el cochecito.

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