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Malos tiempos para las buenas maneras

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Cada vez usamos con menos frecuencia el gracias, nos cuesta pedir disculpas y por favor se está empezando a convertir en una palabra en extinción debido al poco uso que hacemos de ella. Ser educado no se lleva y poco a poco se está perdiendo el respeto por los demás. Los expertos nos enseñan a recuperar la buena Educación, entendida como un comportamiento cívico. Un ámbito en el que el ejemplo dentro del seno familiar es clave porque los niños reproducen lo que ven en casa. Pero también en la escuela se pueden trabajar las buenas maneras de una forma transversal.

Tan sólo con salir a la calle, podemos comprobar que los buenos modales están pasados de moda y han pasado a mejor vida. Basta con ir a comprar a una tienda. Si antes nos sorprendíamos cuando alguien no saludaba al entrar, ahora quizá la sorpresa nos la llevemos si lo hace. Entonces, ¿es cierto que somos cada vez menos amables y respetuosos los unos con los otros? Carmen Cuadrado, experta en protocolo y autora de libro Las buenas maneras contadas con sencillez de la editorial Maeva, lo tiene claro: “Estos últimos años hemos asistido a un abandono total por las formas, la amabilidad y el respeto por los demás. Hemos pasado de una generación que era tremendamente amable y educada y que pronunciaba continuamente el muchas gracias y el por favor a otra, la actual, en la que vale todo. Los niños insultan  y gritan a los padres, cualquier cosa se cuestiona, se discute y se negocia y los buenos modales ya no tienen ningún sentido. Y como resultado nos hallamos ante una generación de ineducados”.
La era de la permisividad
Y ¿cómo hemos llegado a esta situación? Para la experta en protocolo, Carmen Cuadrado, la principal causa es la pérdida de autoridad: “Se ha perdido el referente familiar como agente educador y se ha dejado como responsables de esta tarea únicamente a los docentes y a los centros escolares y como se está demostrando no es suficiente. Además, el nuevo estilo de vida, junto el ritmo tan vertiginoso que llevamos los adultos y la falta de la figura materna en casa, debido a la incorporación de la mujer al mundo laboral, han contribuido a que poco a poco se vaya perdiendo esas normas de educación básicas de toda la vida”. Mar Castro, autora del libro Protocolo social para jóvenes. Claves en la convivencia para ser una persona valorada, apunta otro punto de vista sobre el tema: “Vivimos en una época difícil por la crisis económica y todo lo que arrastra a su paso, que ha provocado una relajación en las formas. A esto, hay que sumarle el cambio de valores que ha experimentado la sociedad: destacan especialmente la excesiva relajación en los patrones de convivencia (lo que ha provocado su deterioro), una significativa pérdida de tolerancia así como un viraje hacia el individualismo como protagonista de nuestras acciones y objetivos. Además, la relación con nuestros hijos tampoco puede estar protagonizada por la “permisividad” como forma de compensar el poco tiempo que les dedicamos. Primemos el tiempo de calidad y no la cantidad de tiempo que pasamos con ellos”.
Falta de empatía
Desde el punto de vista de la psicología, la relajación actual que vivimos en los buenos modales y el civismo hay que buscarla en la falta de empatía. La doctora en psicología Julia Vidal, directora del centro Área Humana de Madrid considera que: “Ahora se premia más el individualismo que la colectividad, llegar lejos más que ayudar al de al lado, conseguir el máximo, más que respetar a quienes nos rodean. En definitiva, la mala Educación está muy relacionada con un descenso en la capacidad de empatizar con el otro, sobre todo cuando se tratan de personas desconocidas, ya que no las tenemos la menor consideración ni el mínimo respeto”.  
Y ¿en qué ámbito es donde se han perdido con más frecuencia los modales y el civismo? Actitudes como no ceder el paso a los peatones, tocar el claxon si el conductor de delante tarda en salir o insultar a un conductor que respeta los límites de velocidad se viven a diario en las calles de todas nuestras ciudades. En la mesa es otro escenario donde se han perdido las normas básicas de Educación. Cada vez es menos frecuente, escuchar el por favor al pedirle más pan al camarero y a agradecérselo dándole las gracias. Pero sin duda, son las faltas de educación de los más pequeños las que más preocupan. Niños y adolescentes contestones, que gritan y molestan a otros comensales en restaurantes y tiendas, que entran corriendo en el autobús o en el metro para coger asiento y no cederlo a mayores y embarazadas, que no paran de hablar en salas de teatro o auditorios de música molestando al resto de los aficionados… Ejemplos hay muchos. Pero detrás de esos niños y adolescentes están sus padres o sus responsables, sus modelos de conducta y comportamiento. Y son ellos los que deben corregir sus conductas y hábitos. Pero, ¿cómo hacerlo?  
Analizado el panorama actual, sólo queda preguntarse si se puede hacer algo para recuperar la amabilidad y la cortesía perdidas. La experta en protocolo Carmen Cuadrado considera que con un esfuerzo mínimo se pueden obtener logros muy grandes. Es fundamental dedicar todos los días unos minutos antes de salir de casa a concienciarnos de la necesidad de ser un poco más amables con las personas con las que nos vamos a encontrar en la calle. Es decir, se trata de dejar de desviar la mirada cuando nos crucemos con el vecino, de saludar cundo entremos en un ascensor o de reprimir esos instintos animales que aparecen cuando nos ponemos al volante”.
Para Mar Castro, no todo está perdido, sólo debemos esforzarnos un poco. “Esta tarea debe empezar en casa, continuar en el colegio y traslardarlo a la calle y al ámbito laboral. Una efectiva manera de recuperar este civismo debilitado que padecemos es volver a utilizar, con frecuencia, las palabras mágicas que abren todas las puertas: por favor, gracias y perdón; saludar y despedirnos cada vez que accedamos a un local, del tipo que sea y sin esperar respuestas; practicar la empatía con nuestros semejantes: escuchar con atención, ser tolerantes, respetuosos, prudentes, discretos y amables; recuperar el noble arte de la conversación; llegar puntuales a las citas; no permitir que las nuevas tecnologías protagonicen nuestros encuentros y relaciones.
Debe existir un equilibrio entre lo que decimos y lo que hacemos. Nuestros hijos observan y copian nuestros comportamientos. No hay que olvidar que conocer y practicar unas normas nos aportan seguridad y confianza”.  En definitiva, la clave es sonreír en lugar de ir con el ceño fruncido. Es gratis y sienta muy bien. 

Decálogo de los buenos modales

La responsabilidad en cuanto a la Educación, el respeto o la transmisión de valores es tarea de todos. Por ello, es fundamental que cada uno aporte su granito de arena para recuperar las normas básicas de convivencia social. Éstas son las actitudes y gestos que no debemos olvidar nunca en nuestro día a día:  
1 Pedir las cosas por favor. Ordena y gradúa el tono.
2  Saludar y despedirse  cuando se entra en un establecimiento público. Una costumbre perdida en muchos lugares.
3  Ceder el asiento en el transporte público a una embarazada o anciano. Entre otras cosas, este comportamiento cívico es uno de los que sí están regulados. Pero no hay por qué reducirlo a los asientos reservados si están ya ocupados por otros pasajeros.
4 Dejar salir antes de entrar. Muestra atención a los demás. 
5  Pedir disculpas. Un primer paso para resolver conflictos.
6   Dar las gracias. El agradecimiento da tiempo a la reacción.
7   Saludar al cruzarse con alguien conocido.La incomunicación puede dar lugar a malentendidos. 
8 Apagar el móvil en lugares públicos. Como el cine, un centro médico o en el tren.
9   Ayudar a una madre a bajar el carro del bebé por unas escaleras.
10 En la calle, agradecer a los conduct
ores  que paren al verte cruzar por un paso de peatones.

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