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“Educar es dar la capacidad para valerse por uno mismo”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Ese amigo que no nos gusta, la primera vez que sale hasta tarde, ídolos que nos preocupan… Pedro García Aguado y Francisco Castaño, autores de Aprender a educar, nos explican cómo acompañar a nuestros hijos en su evolución a la adolescencia y por qué debemos evitar la sobreprotección.

Como coach del programa Hermano Mayor, Pedro García Aguado ha visto de cerca las consecuencias más extremas de la sobreprotección y la falta de normas. Por su parte, el docente Francisco Castaño, ha sido tutor del proyecto del Aula Oberta para jóvenes conflictivos durante los últimos siete años, donde intenta inculcarles el valor del esfuerzo. Juntos han escrito el libro Aprender a educar y hoy nos hablan sobre las consecuencias de proteger en exceso a nuestros hijos y por qué debemos evitarlo.
–Se habla mucho de los niños de hoy en día como caprichosos y malcriados. ¿Los niños de ahora son diferentes a los antes?
–Los niños no son diferentes, sino que los hacemos diferentes a la hora de educarlos porque se les da todo pero no se les dice no o, si se dice, no se mantiene.
–¿Qué es educar bien para vosotros?
–Un niño bien educado es una persona feliz, autónoma, que sabe enfrentarse a las adversidades y manejar la frustración. Por lo tanto, ¿qué aporta una buena Educación? Capacidad de superar adversidades y de valerse por si mismos.
–¿Cuáles son los errores más comunes que veis en los padres y qué les aconsejáis no hacer?
–Los dos fallos más comunes son educar al hijo que queremos y no al que tenemos; y una excesiva sobreprotección. ;Nuestro principal consejo es aceptar a nuestro hijo con sus virtudes y defectos. Debemos educarlo en base a su personalidad, poner límites y, sobre todo, no confundir proteger con sobreproteger. Muchos padres quieren que sus hijos lo tengan todo y no les han enseñado a esforzarse para conseguirlo. Eso provoca que nos encontremos con chicos cada vez más ‘discapacitados’ para vivir en una sociedad competitiva y exigente.
–¿Consideráis que la sobreprotección es un fenómeno muy extendido en la actualidad?
–Sí, la sobreprotección es muy común. En la sociedad actual, los hijos son algo muy deseado. Tanto que, cuando se tienen, los padres quieren evitarles el sufrimiento, solucionarles los problemas, impedir que lloren. Con esa actitud, les dificultaremos vivir en una sociedad en la que sí tendrán que sufrir, solucionarse problemas y donde las cosas han de conseguirlas con esfuerzo.
–¿Qué consecuencias tiene sobreproteger a nuestros hijos?
–La sobreprotección hará que nuestros hijos e hijas no sepan afrontar las dificultades que se van a ir encontrando en su crecimiento y, al llegar a la adolescencia, les generará una baja autoestima y posible fracaso escolar, mal comportamiento, depresiones, frustración… Debemos enseñar a nuestros hijos a gestionar esas emociones negativas.
–¿Cuáles son las causas más comunes de los problemas en la relación padre e hijo?
–El problema más común es la falta de comunicación. A veces, los temas de conversación con los hijos derivan en un interrogatorio de cómo va el colegio, cómo se porta y qué ha hecho durante la jornada. Además, la forma en la que se comporte un padre influye mucho. Hay padres autoritarios, sobreprotectores, colegas, manipuladores… Esos tipos de comportamiento de los progenitores producirán un tipo de respuesta diferente en los hijos. ;
–En aprenderaeducar.org habláis de “la Educación familiar como factor de protección para prevenir posibles dificultades en relación a los hijos”.
–Hay factores de riesgo que pueden provocar en nuestros hijos trastornos de conducta, fracaso escolar y consumo problemático de sustancias. Los factores de protección evitarán estos problemas al llegar a la adolescencia. Uno de los factores de protección más importantes es que reciban una buena educación familiar, manteniendo una comunicación fluida, transmitiéndoles valores como el esfuerzo y el respeto y poniendo unas normas adecuadas a la edad y personalidad del niño.
–Pedro, hemos visto el extremo al que llegan muchos casos que tratas en Hermano Mayor. ¿En qué momento cruzan los adolescentes la línea para considerarlo un caso grave?
–Normalmente, los chicos y chicas de Hermano Mayor tienen una baja autoestima y no cumplen las normas que se ponen en casa; esto les hace ser inseguros e impulsivos. Han ido aprendiendo a comportarse de una forma incorrecta. Cuando quieren conseguir algo y no lo consiguen, sienten una frustración que no saben gestionar. Esto les produce rabia y la rabia deriva en violencia. Todo esto se va gestando normalmente en la infancia, aunque se manifiesta en la adolescencia. Cuesta mucho romper sus creencias o convicciones.
–Francisco, en tu trabajo como tutor de Aula Oberta – para chicos/as con trastornos de conducta–, ¿qué casos son los más comunes que has tratado?
–En el Aula Oberta tenía chicos y chicas desmotivados, con mal comportamiento tanto en casa como en el instituto, absentistas y con baja tolerancia a la frustración. Pero lo más común entre ellos era la baja autoestima y la poca confianza en si mismos para poder hacer cosas.
–Francisco, ¿cómo reaccionan los padres cuando les das pautas para corregir su forma de educar?
–Cuando sus hijos entran al Aula Oberta, los padres están expectantes sobre qué resultados obtendrán. Son padres que a los que siempre han llamado del instituto para decirles lo mal que se comporta su hijo, que ha hecho una trastada o que hace días que no viene. Cuando yo hablo con ellos, cambia este esquema porque, en vez de reprenderles por el comportamiento de su hijo, les doy pautas para hacer en casa que van en la misma línea que en el instituto y esta unión hace que nos sea más fácil a todos.

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