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En el patio también se aprende

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Es la hora del recreo y los escolares salen de clase en estampida buscando el aire libre. Toca relajar la mente, olvidar las matemáticas y dedicarse un rato a jugar sin más pretensiones. Pero ¿y si el patio pudiera aprovecharse como elemento pedagógico? ¿Qué posibilidades reales ofrece?

Teresa alonso
Los escolares pasan cada curso unas 525 horas en el recreo (considerando una duración media de 30 minutos). Es, pues, un tiempo más prolongado que el que se dedica a asignaturas como Educación a la Ciudadanía y, sin embargo, no está reglado y no suele utilizarse con ningún fin pedagógico. ¿Tiene sentido que siga siendo así? La respuesta se polariza entre los que defienden que el patio debe continuar como un espacio de juego libre en el que el niño no esté dirigido por los adultos y los que propugnan un cambio de modelo con el objetivo de aprovechar las posibilidades educativas de ese tiempo.

El recreo no es solo un momento en mitad de la jornada escolar en que dejar aparcados materias y libros y tomarse el bocadillo. Los niños interaccionan en ese paréntesis espacio-temporal, lo que les permite interpretar y transformar la realidad, mediante la adopción de distintos roles. Cuando está en el patio, el escolar explora el entorno, compite con otros niños, se socializa, aprende a buscar soluciones, experimenta lo que es ganar y perder, imagina otros mundos y crea vínculos afectivos con sus compañeros. Es, por tanto, una experiencia emocional y creativa de la que se puede sacar mucho partido. Por eso, para los departamentos de Orientación de los centros, el recreo es una muy interesante fuente de información acerca de cómo se comporta cada niño y cuáles son sus habilidades sociales y sus posibles problemas (se queda aislado, es el líder, cuál es su tolerancia a la frustración, se deja llevar por los demás, es retraído o dominante, sabe o no perder, qué temperamento muestra).

Así, el recreo puede servir para hacer crecer al niño o para perpetuar conflictos como los comportamientos agresivos por juegos violentos o la excesiva competitividad, y actitudes inadecuadas como romper materiales, plantas, tirar basura al suelo o jugar (cuando no se debe) con el agua. El patio también suele ser el escenario de pequeños accidentes, pues los niños corren, se empujan. En definitiva, el recreo es un mundo complejo dentro del proyecto educativo de cada centro que, en la mayoría de los casos, no recibe una planificación específica en cuanto a las actividades a desarrollar.
#ImaginarPatio
En la Escuela “Ideo”, de Madrid, tuvieron claro el curso pasado que la zona para el recreo con la que contaban iba a ser un elemento clave en la vida del centro, emplazado de forma provisional en un edificio de oficinas. El reto consistía en convertir un párking en un patio atractivo para el alumnado, dentro de una estrategia pedagógica en la que se implicó a toda la comunidad educativa.

Para lograrlo, la Escuela “Ideo” contó con la ayuda de Basurama, un colectivo que investiga las posibilidades de los residuos en la transformación de la sociedad actual y que ha impulsado el movimiento #autocoles en distintas zonas desfavorecidas del mundo.

Así, y dentro de las horas lectivas, la Escuela “Ideo” se propuso hacer del párking, de una tubería gigante y de un depósito vacío de 25.000 litros un escenario perfecto para el recreo del alumnado.

En la transformación directa de estos elementos participaron, además de los miembros del colectivo Basurama, los alumnos de Secundaria del centro que, organizados en distintas comisiones, lograron sacar adelante el proyecto. De este modo, se crearon columpios con neumáticos y cuerda, se ideó un tubigán con la tubería disponible y se puso en marcha un aula espacial gracias al depósito de 25.000 litros, dentro del cual los escolares pueden jugar, imaginar y divertirse.

Tal como cuenta Juan López-Aranguren, arquitecto y fundador de Basurama, “se trata de una transformación morfológica que provoca una transformación de competencias, donde caben las inteligencias múltiples, los equipos colaborativos y las responsabilidades compartidas”. La idea de López-Aranguren y su equipo es dotar de autonomía al alumnado a través del proceso creativo. “No te pongo aquí un columpio, sino que hablamos de la sensación de volar y te doy las herramientas creativas para que lo consigas”, explica. De esta forma, “no se genera dependencia y, además, implicarse en el proyecto hace a los alumnos ser más responsables, identificarse con él y favorecer su cuidado, todos ellos indicadores palpables de que ha habido un aprendizaje”, explica.

Mucho más que fútbol
Tal como señala López-Aranguren, “muchos jóvenes prefieren quedarse en clase o al margen porque el patio no les resulta atractivo”. Por eso, implicarlos en un recreo para todos con opciones variadas debería ser un objetivo prioritario. Lo entendieron así también el curso pasado en el País Vasco cuando el Departamento de Educación decidió reorganizar los patios de un buen número de colegios para evitar que el fútbol monopolizara todo el espacio de juegos. La motivación final no era deportiva sino evitar la “distribución sexista”. Así, en el proyecto del Gobierno vasco se destaca que “la jerarquía de los juegos, las actitudes de los alumnos o la falta de organización espacial suele situar a los niños en el centro –con el fútbol como rey– y arrinconar a las niñas”. Para evitarlo, en los centros se optó por el juego dirigido (cuerda, goma, pilla-pilla…), con un horario previamente establecido que podía consultarse para decidir las actividades más atractivas para cada uno. ¿Y entonces quedó prohibido el fútbol? No, pero la realidad es que en el espacio y el tiempo dedicado al juego libre, muchos niños han seguido dándole patadas al balón.

La experiencia ha servido también para otro objetivo: integrar en los juegos del recreo al colectivo de alumnas inmigrantes. Mientras que los niños procedentes de otros países participaban en el fútbol con sus compañeros autóctonos, las niñas extranjeras se quedaban aisladas en grupos de su misma procedencia sin mezclarse con otras alumnas. Al establecer otras modalidades de juego, las probabilidades de participar en actividades con otras niñas se amplía.

Profe de patio
La transformación del patio como elemento educativo necesita de profesionales a su cargo. El problema puede surgir ante la sobrecarga de funciones del profesorado. Cuando a los profesores “les toca” recreo suelen realizar tareas de vigilancia y prevención de conflictos entre el alumnado, sin ir más allá. En una situación ideal, habría profesionales dedicados exclusivamente a dinamizar educativamente el recreo. Una solución intermedia fue la del Gobierno vasco que nombró a responsables de coeducación, liberándoles tres horas lectivas para coordinar la iniciativa.

Separar por edades, ¿acierto o error?
La tendencia predominante en los colegios actuales es que en el recreo los alumnos sean separados en distintos espacios, según sus edades, por dos motivos: evitar el bullying (acoso escolar) y permitir que cada grupo pueda disfrutar de más espacio sin aglomeraciones. Sin embargo, para los partidarios de una nueva configuración de los patios esto puede ser una desven
taja. “La gran mayoría de los centros estudiados separa los espacios y los horarios de recreo del alumnado por edades. Nos encontramos ratos de juego que imposibilitan el juego entre chicos y chicas de diferentes edades y, por tanto, la transmisión de contenidos entre iguales”, se apunta en el citado estudio. Así, destaca que “las posibilidades de intercambio de juego y actividades entre chicos y chicas de diferentes edades quedan anuladas cuando sabemos que, en otros ámbitos fuera de la escuela, estas relaciones entre edades facilitan los procesos de transmisión sociocultural y de valores que podrían ser ámbitos de aplicación de muchos de los valores que contienen los proyectos educativos defendidos por los centros”, se explica en la investigación.

Estudio revelador
– Según puso de manifiesto un estudio realizado en 30 centros educativos de Cataluña durante el curso 2007-2008, hay que constatar “el mal uso y los usos limitados del patio como espacio educativo, con poca profundización en las posibilidades que ofrece”. Así, lo señala citada investigación Patios escolares y diversidad sociocultural en Cataluña.
– Esta investigación sobre usos y posibilidades para el juego y el aprendizaje destaca “una situación bastante decepcionante, puesto que, en general, el patio escolar no es considerado por la comunidad pedagógica como un espacio educativo de primer orden. Es un espacio que queda inscrito en el recinto escolar, pero fuera de las dependencias consideradas didácticas: las aulas”.
– El estudio destaca la necesidad de “actuar físicamente sobre los patios”, debido al mal estado de muchos de ellos, como primer paso y “un buen comienzo para iniciar intervenciones más profundas y complejas que ayudarán a ubicar el patio como espacio educativo en los centros escolares”.

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