Atados a la silla
ANA VEIGA
Seguro que alguna vez, cansado y sin fuerzas para instruir tranquilamente a tus hijos en uno de sus momentos de mayor descontrol, has acabado por decirles: ¡Estate quieto o te ato a la silla! Y si te ha pasado a ti, imagina lo complicado que es gestionar esas situaciones cuando a tu hijo le han diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un trastorno de carácter neurobiológico que implica un déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad.
Sabemos que solo es una expresión, pero parece que una empresa alemana le ha dado vueltas al asunto, creando un producto cuanto menos polémico: unos chalecos con peso para niños. Su uso se ha extendido entre menores hiperactivos.
instrumento de terapia
Beluga Healthcare es el nombre de la compañía que, en su web, se autodefine como especializada en “terapia con arena”. Esto es porque los chalecos que han creado están rellenos de ese material, llegando a alcanzar pesos de seis kilos.
Actualmente, distribuyen chalecos a más 200 centros escolares de Alemania, la mayoría en centros para niños con necesidades especiales. “Está indicado para personas con problemas que tienen problemas para percibir su cuerpo. El chaleco les ayuda a ser conscientes del espacio, es lo que llamamos la propiocepción”, explica Silke Turley, directora de la compañía, que aclara que los chalecos se pueden usar “desde que el niño tiene 1 año, adaptando el peso a su edad”.
La cuestión es que se ha extendido su uso en niños hiperactivos. Y a pesar de que Turley los define como “productos para el área terapéutica con un enfoque en la integración sensorial” que llevan ya produciendo 15 años, también indica que los chalecos ayudan a concentrarse a los niños con déficit de atención y en general a los que les cuesta quedarse quietos en la silla.
Sí, Turley es consciente de la polémica suscitada por aquellos que ven en los chalecos una especie de camisa de fuerza que impide el libre movimiento de los pequeños. Pero la Directora de Beluga defiende que la utilidad del producto, diseñado por los ergoterapeutas Thorsten Albrecht y Arvid Spiekermann teniendo en cuenta factores médicos.
“Los chalecos no son una solución al mal comportamiento ni una herramienta pedagógica. Son piezas de un tratamiento complejo de trastornos cognitivos y pueden ayudar a las personas a establecer y mejorar la conexión entre el cerebro y el cuerpo. Esto hace que las personas perciban el sentido del tacto de nuevo de manera integral y que la inquietud motora y mental disminuya a medida que el cerebro puede complementar significativamente el mapa del espacio corporal. El peso es necesario para alcanzar el sensor de profundidad de la piel”, defiende mientras nos señala artículos científicos del Dr Martin Grunwald o la terapeuta Ulla Kiesling. Los chalecos, que cuestan entre 80 y 170 euros, distribuyen el peso y la presión a lo largo de los músculos “y estimulan los sentidos, lo que provoca un incremento del rendimiento cognitivo”; por lo que desde Beluga mantienen que esto ayuda a que el niño esté relajado y pueda trabajar totalmente concentrado.
Sobre las críticas, cree que siempre es bueno cuestionarse las cosas pero también “nos gustaría que los hallazgos de la ciencia moderna finalmente se apliquen en el tratamiento de personas con trastornos de la percepción”. La directora mantiene que “cualquiera que se involucre más intensamente con la terapia de integración sensorial, la investigación cerebral moderna y la importancia de nuestro procesamiento sensorial, entenderá que la crítica a los chalecos va en la dirección equivocada”. Y llega a decir que “incluso si eso significa que vendemos menos en Occidente, nos gustaría ver un replanteamiento de la visión sobre nuestro cuerpo. Cuando nos demos cuenta de lo importante que son los sentidos para el desarrollo de nuestros cerebros, también comprenderemos cosas bastante diferentes y esto alterará nuestra visión del mundo actual”.
Los chalecos en España
La noticia sobre la existencia de estos chalecos ha llegado recientemente a España y resulta una sorpresa para muchos profesionales de la psicología o de la integración sensorial, donde precisamente los engloba Turley.
La Teoría de Integración Sensorial (IS) fue creada por la Terapeuta Ocupacional y Neurocientífica estadounidense Jean Ayres allá por los años 60, quien la definió como “el proceso neurológico responsable de organizar las sensaciones que uno recibe del cuerpo y del entorno, para poder responder y funcionar adecuadamente en relación a las demandas ambientales”.
Hoy en día, la Integración Sensorial es una técnica de la Terapia Ocupacional que busca que motivar al niño, a través de estímulos y ejercicios prácticos, para logre los objetivos definidos y vaya conociendo su mente, su cuerpo y se adapte al entorno. Es decir, puede ser útil en personas con síndrome de Down o con alguna discapacidad física hasta en aquellas que no tienen nada aparente, como un niño que le cuesta cortar con tijeras. Pero ¿tienen cabida los chalecos de arena en esa terapia?
AUPA Lugo es un Centro Terapéutico Infantil formado por un equipo de terapeutas ocupacionales con la formación completa en Integración Sensorial reconocidos por Western Psychological Services (WPS). Desde allí, reconocen que “la importancia procesamiento sensorial está suficientemente documentada como para saber cuan efectiva es la presión versus al peso en niños con desorden de procesamiento sensorial” aunque apuntan que “no todos los niños con diagnóstico de TDAH tienen dificultades para procesar la información sensorial, y el uso del chaleco no debe ser ni es una estrategia sensorial en este sentido”.
Por ello, consideran que los chalecos de arena “no deben venderse por tanto como un producto para el enfoque de la integración sensorial” y subrayan que “en AUPA Lugo no lo usamos como recurso terapéutico dentro del enfoque de la IS ni los recomendamos, puesto que no existe evidencia científica en la actualidad suficiente que lo avale”.
En la misma dirección van los comentarios de Sara Ortega, Neuropsicóloga y Responsable del Área Clínica en la Fundación CADAH (Fundación Cantabria Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad), quien se muestra crítica con el producto. “Nunca he usado ni visto que se usen esos chalecos con niños hiperactivos y me resulta una propuesta paradójica con estudios previos como, por ejemplo, una investigación que puso de manifiesto que permitir a los niños hiperactivos que canalicen su exceso de actividad -a través de herramientas como pupitres con pedales- le ayudaba a tener mejor rendimiento académico”.
Por eso, la neuropsicóloga se muestra contraria al uso de estos chalecos . “La hiperactividad es fisiológica y no es algo que el niño pueda controlar. Por lo tanto, si le pones un elemento externo para controlar su hiperactividad, lo que estás consiguiendo es que el niño no se mueva, no manifieste su actividad pero lo que sí puedes favorecer es que aparezca una mayor hiperactividad mental”, afirma contundente. Ortega sí reconoce que los chalecos pueden tener cierta utilidad en niños con trastornos del procesamiento sensorial como aquellos dentro del espectro autista. “En ese caso, estas herramientas de peso les sirven como elementos para modular sus percepciones sensoriales y ahí puedo entender que es útil porque el peso puede actuar como un abrazo y resultar calmante para los niños en el espectro autista. Pero ese no es el caso clínico de los hiperactivos”.