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Mitos y verdades de la “edad del pavo” (y claves para sobrevivir)

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La adolescencia es una etapa que requiere paciencia y comprensión por parte de la familia. Escucharles y dar importancia a sus emociones, una de la claves para acompañarles en este tránsito hacia la edad adulta.

 

Por Diana Oliver

 

Coloquialmente se denomina como “edad del pavo” a la etapa de la adolescencia, comprendida entre los 11 a los 18 años. Es decir, se trata de un puente que une la etapa de la niñez y la etapa adulta. Lo cierto es que se utiliza ese término porque es habitual creer que este período es un auténtico tsunami emocional, en el que se dan comportamientos irracionales, enfrentamientos con la familia, pero no siempre es así. Según manifestaba en 2017 Inés Hidalgo, pediatra de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria de Atención Primaria (SEPEAP), existen diversos mitos acerca de la adolescencia que, aunque son muy populares en el imaginario colectivo, no están respaldados por la evidencia científica. Por ejemplo, según la SEPEAP, no hay ningún estudio que haya encontrado que el desarrollo normal del adolescente es turbulento. De hecho, aseguran que el 80% de los adolescentes se llevan bien con su familia, les gusta estudiar y trabajar y se interesan por los valores sociales y culturales de su entorno. Tampoco hay investigaciones que hayan encontrado que el pensamiento de los adolescentes es “irracional e infantil”. ¿Qué cambios sí se producen en la adolescencia? ¿Cómo cambia la familia? ¿Podemos acompañar de forma más adecuada a nuestros hijos en la adolescencia? ¿Cuándo acudir a un profesional?

La adolescencia: muchos cambios en el adolescente y en la familia

Según explica Sonia Martínez Lomas, psicóloga especializada en educación emocional y fundadora de los Centros Crece Bien, hay una serie de cambios que se producen durante la adolescencia y que son absolutamente normales: “A nivel psicológico el adolescente se separa un poco de la familia, cobrando gran importancia el grupo de iguales, con los que se sentirá más unido e influido que por los propios padres. También se dan otros cambios como que la impaciencia cobra gran relevancia, se desarrollan muchos cambios físicos y se sienten capaces de hacer muchas cosas. Digamos que adquieren la plena conciencia de que la vida tiene un final, y esto les lleva a la búsqueda constante de nuevas sensaciones y a probar límites que antes no habían probado”.

Ocurre que, en algunos casos, puede darse una baja autoestima precisamente por esos cambios físicos que experimentan, y al cobrar el grupo de iguales tanta importancia, la comparación con éstos da lugar a sentirse inferior a los demás en muchas áreas. “Sienten la necesidad de gustar a los demás y de tener su propio estilo, no el que me marcaron mis padres, lo que lleva a que busquen un cambio de vestuario, peinado o complementos que le hagan sentir único y diferente”, señala Martínez Lomas. Y es que, según la psicóloga aquí sí podría aparecer una dificultad para un buen acompañamiento por parte de las familias: al tener sus emociones tan desbordadas podrían llegar a tener un pensamiento muy dicotómico, siendo difícil convencerles de lo contrario, y que la frase típica que usen en esta edad sea «Tú no me comprendes».

Y es que, los cambios físicos y psicológicos que se producen durante esta etapa, dan lugar a que, a nivel emocional, muchos adolescentes se sientan desbordados con las emociones, incluso con cambios emocionales constantes a lo largo del día. “Por un lado, sienten tristeza por la etapa que dejan, miedo a ver todas sus posibilidades y sentirse mayores. Por otro, también sienten enfado al no poder hacer todo lo que querrían o se ven capaces de hacer y euforia al darse cuenta de todo lo que quieren y ya pueden hacer. También la vergüenza juega un papel importante en esta etapa porque la imagen que dan a los demás es importante para ellos, y les lleva a estar muy pendientes de qué podrán pensar los demás”, explica la psicóloga.

No sólo en el adolescente se producen cambios significativos. La familia en su conjunto también sufre una metamorfosis debido precisamente a esa separación paulatina del adolescente. “En esta etapa es habitual que nuestros hijos e hijas no quieran contar nada y busquen más tiempo con los amigos que con nosotros. Es normal, quieren tomar sus propias decisiones y armar su propia opinión, por esto muchas veces rechazan lo que les dicen en la familia, no porque no estén al final de acuerdo, sino porque no ha salido de ellos mismos. Si la familia tiene paciencia y comprensión y apoya esta etapa con preguntar sobre sus opiniones, gustos, preferencias y dándole más espacio físico, se sentirá más apoyado y tendrá menos reacciones defensivas o agresivas”, sostiene Sonia Martínez Lomas.

 

5 claves para acompañar esta etapa

 

¿Hay algo que podamos hacer para acompañarles de la mejor manera? Responde la fundadora de Crece Bien que desde la familia se puede hacer mucho para potenciar esta etapa y ayudar al adolescente a vivir esta época como una oportunidad. Nos da algunas claves que pueden ser de utilidad:

  • Ayudarles a marcar pequeñas metas u objetivos que les gustaría conseguir les dará una dirección de hacia dónde quiere ir, lo que se traduce en tranquilidad.
  • Debemos mostrar comprensión y dar importancia a sus emociones. Esto les ayuda a sentirse seguros, queridos y respetados. También es fundamental escuchar atentamente sus opiniones, gustos, preferencias y pensamientos, pues es el mejor camino para ayudarles a construir su propia identidad.
  • Pasar tiempo con ellos y ellas sin que ese tiempo lo usemos para enseñar, enjuiciar, educar o regañar les hará sentirse parte importante de la familia.
  • Darles pequeñas responsabilidades o privilegios reforzarán su madurez y esfuerzo por hacer las cosas lo mejor que pueden.
  • Debemos evitar en la medida de lo posible las constantes criticas, quejas y regañinas, de lo contrario se cerraran a comunicarse en familia. Evitar hablarles desde «la sabiduría del adulto» con frases como «A tu edad yo ya…», «Eso que te pasa es porque apenas has vivido», «Es una tontería que te enfades por eso, debes madurar». La mejor fórmula que pueden seguir los padres y madres para guiarles es preguntarles más que contarles, esto les ayudará a que ellos mismos vayan encontrando su propio camino.
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