Editorial: ¡Música, por favor!
Llega el verano sin haber pasado por la tradicional fiesta de fin de curso ni ninguna otra ceremonia que ayude a la comunidad educativa a despedirse, a cerrar un capítulo más; un final de curso diluido por la permanencia en casa desde marzo y sin poder planear grandes viajes.
En circunstancias normales, sería el momento de descansar de una rutina que a duras penas ha existido, de dejar a un lado las lecciones y aprender de la calle, la familia, los amigos, la naturaleza, el agua, el deporte… Sin embargo, no podemos hacer muchas de esas cosas y el capítulo que acaba de empezar, mascarilla en boca, lo que toca es rearmarse. No sabemos qué va a pasar a partir de septiembre, pero una mosca detrás de la oreja, una música de comienzo de aventura, un no sé qué recorriendo nuestra espalda nos avisa que algo nuevo, algo nunca antes vivido va a comenzar.
Dicho así, parece una historia de lo más emocionante, ¿verdad? Pues esa es la actitud. Lo nuevo cuesta (cuesta empezarlo, cuesta abordarlo y cuesta resolverlo), pero también es excitante, nos saca de lo de siempre y trae lecciones importantes y momentos para el resto de nuestra vida.
En este número, Elena Jiménez-Arellano, profesora y coach, ha tratado de inculcarnos el ánimo necesario para reflexionar sobre la situación que vivimos y sacar de ella nuestro yo controvertido, luchador y creativo, nuestra obra de arte nunca antes vista, ni siquiera imaginada por nosotros mismos hasta que la tuvimos delante.
Este verano toca descansar, sí, pero para reflesionar, para coger fuerzas, para reinventarnos. Es el momento. Es ahora o será tarde.
Descansar está muy bien, pero renacer está mejor y, si hay un momento para ello, la pandemia nos lo ha servido en bandeja. No sabemos si todo volverá a la normalidad, pero formarse, armarse de recursos alternativos a los que usamos habitualmente, investigar, probar y reciclarse no le va a venir mal a nadie, ¿n0? Al contrario, saldremos ganando todos: nosotros, los niños, la sociedad, el nivel del profesorado… Así que ¡ánimo! y que no falte pasión.