Organización, currículo y docencia en la educación obligatoria
La reducción del abandono escolar temprano es un repetido propósito del sistema educativo. Sin embargo, aunque se advierta una evolución favorable, desde porcentajes extremadamente altos en cursos escolares de hace años, la discontinuidad formativa de los jóvenes continúa siendo un resultado del todo y doblemente desfavorable: como evaluación del sistema educativo y de la adecuación de sus ofertas y respuestas formativas, de una parte, y como predictor de inconvenientes expectativas laborales y personales para quienes abandonan la formación, de otra.
Una cuestión directa ha de formularse, por ello: ¿cuáles son las causas del abandono escolar temprano? Excluido el atractivo reclamo de ocupaciones o empleos de baja cualificación, pero no mal remunerados, como la coyuntura de algunas “burbujas” propició, no se arriesga al considerar que los motivos se aproximan a la adecuación y pertinencia de las ofertas formativas. En primer término, de la educación obligatoria, toda vez que esta, cursada de manera universal y gratuita, ha de predisponer la continuidad formativa posterior y no precisamente el abandono escolar temprano; pues este se define o verifica, claro está, concluida la educación básica.
Esa etapa educativa recibe especial atención si se formulan preceptos o medidas que respondan a su singularidad característica. La relevancia atribuida al Perfil de salida del alumnado al término de la enseñanza básica o la subrayada consideración del Diseño universal para el aprendizaje constituyen medidas generales que pueden incidir en la corrección del abandono. De carácter más específico o concreto son otras medidas, como las de facilitar la progresión entre los grados de las enseñanzas posobligatorias de la Formación Profesional o las “pasarelas” entre distintas ofertas formativas.
Es necesario, no obstante, profundizar bastante más en el propio carácter y relevancia, tanto educativa como social, de la educación obligatoria. La “falla” o discontinuidad entre las dos etapas que la conforman nuestro sistema educativo ‒Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria‒, impartida en distintos centros, por distintos docentes y con asimismo distintos modelos educativos, es un factor determinante.
Cabría formular, entonces, la hipótesis de si la propia dificultad del tránsito entre esas dos etapas de la educación obligatoria –con medidas organizativas, como la agrupación de materias en ámbitos, de insuficiente prescripción, primero, y adopción, después–, anticipa la incidencia del abandono escolar temprano; no solo derivado de la decisión de no continuar en otra formación posterior, por el alumnado que acaba el periodo de la educación obligatoria, sino por la conclusión de esta sin las acreditaciones o titulaciones académicas que facultan la continuidad formativa. El abandono escolar temprano guarda directa relación, por tanto, con la no obtención de la titulación básica.
Al cabo, se trata de repensar la entidad y el carácter de la educación obligatoria, de manera que se configure una etapa única y continua, con un modelo educativo compartido tanto en sus principios característicos como en la formación inicial para la docencia y en el ejercicio de esta.
Organización, currículo y docencia en la educación obligatoria son elementos decisivos, así, para la inmediata continuidad de la formación posobligatoria ‒que reduce el abandono escolar temprano-, y, con perspectiva más amplia, para la participación general en la educación permanente –que acrecienta y cualifica el desarrollo personal y social–.