Solo el 18% de la población adulta española se sigue formando y aprendiendo
La cifra española supera a la de países del Sur de Europa –Portugal (16%), Italia (11%) y Grecia (4%)–, y la de Francia (15%) y Alemania (10%), según un informe publicado hoy miércoles por Funcas, que destaca que el aprendizaje de adultos es una herramienta contra el desempleo, ajusta las cualificaciones laborales a las necesidades del mercado y fomenta el desarrollo y bienestar personales. El Plan de Acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales establece como objetivo para 2030 que al menos el 60% de las personas adultas participen en actividades de formación todos los años, recuerda hoy miércoles en un comunicado este laboratorio de ideas.
La educación de adultos es especialmente relevante para la población en paro, pues ofrece una vía de reinserción laboral, y en la mayoría de los países europeos, las tasas son más altas para los desempleados que para los ocupados. Suecia encabeza el grupo tanto para los empleados como para los desempleados, con tasas del 37% y del 52%, respectivamente, seguida de cerca por Países Bajos, Dinamarca y Finlandia en cuanto a personas empleadas, pero con diferencias notables entre los que son desempleados.
En España, la participación en actividades formativas entre los desempleados (20%) es superior a la media de la UE27 (14%), aunque sustancialmente inferior a la de los países nórdicos.
Más común entre las personas con un alto nivel educativo
En todos los países europeos se observa una tendencia consistente: Las personas con estudios superiores participan en mayor medida en iniciativas de aprendizaje permanente. En otras palabras, la formación genera un círculo virtuoso, estimulando la adquisición de más formación. Las disparidades educativas en el aprendizaje de adultos en España son notables: la proporción de personas con educación universitaria que participan en el aprendizaje de adultos (26%) casi cuadruplica la de personas con niveles de educación secundaria obligatoria o inferiores (7%). Es decir, las personas con mayor riesgo de desempleo apenas participan en el aprendizaje permanente, «lo que pone de manifiesto un problema al que hay que hacer frente para evitar que aumenten las diferencias educativas y de cualificación entre la mano de obra, con el consiguiente incremento de las desigualdades sociales», explica Funcas.