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María Rosa Espot: "El respeto por la figura y la autoridad del profesor está en sus horas más bajas"

María Rosa Espot es coautora –junto con Jaime Nubiola– del libro '¿Qué hacemos con la educación? Desafíos del profesorado para una educación transformadora' (Desclée De Brouwer, 2024), que han publicado con el objetivo de mostrar la "grandeza de la profesión docente enraizada en la capacidad transformadora de la educación".
Diego FranceschLunes, 20 de mayo de 2024
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María Rosa Espot. © Desclée De Brouwer

María Rosa Espot (Barcelona) es licenciada en Ciencias Biológicas y doctora en Humanidades. Ha sido profesora en el Colegio La Vall de Bellaterra (Barcelona) desde 1978 durante más de cuarenta años. Es autora del libro La autoridad del profesor. Qué es la autoridad y cómo se adquiere, y coautora con Jaime Nubiola de los libros Aprender a divertirse, Cómo tomar decisiones importantes (dirigido a jóvenes de 15 a 22 años), Alma de profesor y ¿Qué hacemos con la educación? Desafíos del profesorado para una educación transformadora (Desclée De Brouwer, 2024). El objetivo de este libro es mostrar la «grandeza de la profesión docente enraizada en la capacidad transformadora de la educación». Con él, los autores aspiran a «ayudar a descubrir la gran influencia transformadora que los educadores pueden tener en los educandos y, en consecuencia, en sus familias, en la sociedad de hoy, y en el mundo de mañana».

¿Se ha perdido en España el respeto por la figura y por la autoridad del profesor?

–Nos parece que en nuestro país el respeto por la figura y la autoridad del profesor está en sus horas más bajas. En la actualidad asistimos a una grave crisis de autoridad en las aulas. ¿Cómo batallar contra esto? Lo primero es convencerse de que la autoridad tiene que ganársela el docente día a día. Tener autoridad nos pide mucho a los profesores, pero abre la puerta a un diálogo confiado y respetuoso entre profesores y alumnos que permite educar en un clima cordial, respetuoso y de libertad. La autoridad del profesor no se basa en órdenes ni imposiciones, sino en la confianza que el alumno le otorga al reconocerle un saber y unos valores. Lo segundo es contar con los padres, es decir, para superar la crisis de autoridad en las aulas es necesaria la implicación de los padres en la educación de sus hijos.

¿Crees que por este motivo la educación en nuestro país está en declive?

–Ese es un motivo más al que, por supuesto, hay que añadir otros. Por ejemplo:  1) no contar con el esfuerzo, que es un concepto que apenas aparece contemplado —al menos de manera explícita— en la ley de educación actual y por lo tanto se podría pensar que no hace falta contar con él en los diversos aprendizajes; 2) la formación inicial universitaria de los maestros, que pide con carácter de urgencia una profunda revisión; 3) el problema de la atención de los alumnos en el aula; 4) la falta de recursos y refuerzos educativos que la inclusividad reclama; 5) el uso inadecuado de las tecnologías en el aula; 6) la escasa colaboración de los padres en la educación de sus hijos.

Entonces, ¿cómo recuperar el prestigio de los docentes? 

–Es importante prestar atención a los reconocimientos positivos y la mejora de las condiciones económicas, las ratios, la carga de trabajo excesiva de los docentes, o la burocracia que hay en las escuelas, pero, sobre todo, hay que poner atención en renovar la cultura del esfuerzo, combatir la crisis de autoridad, ahondar en el significado de compromiso docente, revisar la formación inicial universitaria de los maestros, repensar el uso de los recursos digitales en las aulas, revisar las necesidades de la inclusividad, y contar con una mayor implicación de los padres en la educación de sus hijos y una mayor participación en la marcha de la escuela.

Tener autoridad nos pide mucho a los profesores, pero abre la puerta a un diálogo confiado y respetuoso entre profesores y alumnos que permite educar en un clima cordial, respetuoso y de libertad

¿Las últimas reformas educativas –desde la Logse en adelante– crees que han contribuido a este desprestigio?

–No lo sabemos. Hay una coincidencia temporal de la aparición de las sucesivas leyes educativas y del empobrecimiento de los resultados como muestra el último Informe PISA. Identificar una relación causal entre ambas realidades conllevaría una investigación detallada que podría ser muy fructífera para mejorar el sistema educativo de nuestro país.

En vuestro libro abordáis la influencia del profesor sobre sus alumnos, pero, ¿de qué tipo de influencia estamos hablando? ¿De conocimientos solo o también de valores, etc. sean estos buenos o malos? 

–En todos los niveles del sistema educativo los profesores somos personas muy influyentes en el rendimiento académico de los alumnos (conocimientos) y en su crecimiento personal (valores). Estamos convencidos de que un gran profesor puede cambiar la vida de uno —o más de uno— de sus estudiantes, su docencia sobrepasa las aulas. Por ejemplo, a un profesor que le guste su materia y la domine vibra con ella en el aula y logra contagiar a los alumnos las ganas de aprender y de saber. No aburre a sus alumnos, sino que les entusiasma. Con seguridad, muchos de los que lean esta entrevista eligieron estudiar una carrera concreta movidos por el entusiasmo de un profesor capaz de llevar la pasión por su materia más allá del aula. Por así decirlo, su docencia sobrepasó las aulas y conectó con la vida de sus alumnos.

¿Crees que está justificado –como creen algunos– ejercer algún tipo de adoctrinamiento sobre los alumnos?

–La excelencia en la educación no puede darse sin respetar plenamente la libertad del educando. El adoctrinamiento es una forma injusta de violentar la libertad. Por lo tanto, si se diera en algún lugar, sería siempre una agresión injustificable.

¿Está mercantilizada la educación? ¿Se ha enfocado demasiado a la consecución de un empleo?

–Lamentablemente parece ser así. Basta ver la web de algunos centros educativos para pensar que eso es así. Sin embargo, si la principal misión de la escuela es preocuparse y velar por el conocimiento, los contenidos y el saber, entonces la escuela no debe conceder a los factores económicos primacía sobre los educativos. En cuanto a la segunda parte de esta  pregunta, como ha escrito el experto profesor Gregorio Luri, «sería mucho más efectivo dotar a los alumnos de conocimientos sólidos que les permitieran aportar su saber a los equipos de trabajo en los que pueden verse integrados en el futuro», en lugar de convertirlo todo en competencial enfocado a la consecución de un empleo.

La principal misión de la escuela es preocuparse y velar por el conocimiento, los contenidos y el saber, entonces la escuela no debe conceder a los factores económicos primacía sobre los educativos

¿Qué hay de las humanidades? ¿Definitivamente hemos renunciado a ellas en favor de la ciencia y la tecnología?

–A menudo se concede primacía al factor económico, y se minusvalora y descuida la formación humanística (literatura, historia, filosofía, etc.) con la consecuente infravaloración de la comprensión de la persona y de la historia del mundo que las humanidades aportan. El estudio de las humanidades nos hace mejores personas y eso es en última instancia lo realmente decisivo.

¿Qué hacemos con los móviles en el aula, los prohibimos o no?

–La experiencia de eliminar los móviles, las tablets y los ordenadores en las aulas ha sido muy positiva en todos los niveles educativos. Lo que necesitamos son buenos profesores y no artilugios distractores.

¿Qué futuro nos espera en manos de la inteligencia artificial?

–A los profesores nos espera, al menos, una renovación de las metodologías empleadas en el aula hasta ahora. Pensamos que la IA puede ser un muy buen acompañante en el proceso educativo. Se están dando todavía los primeros pasos en su desarrollo, pero todo hace pensar que puede llegar a ser un recurso muy importante como lo son en nuestra vida tanto internet como la calculadora o el GPS.

Vivimos una época dominada por las emociones, ¿cómo afrontar este tema en clase?

–Por un lado, brindando en clase un clima de ayuda, confianza, respeto, aceptación, sin miedos de ningún tipo. Por otro, enseñando a pensar desde la materia que el profesor imparte en el aula. Enseñar a pensar para encaminar a los alumnos a la búsqueda de la verdad y muy en particular para ganar en conocimiento propio. Enseñar a pensar es enseñar a practicar la escucha atenta a los demás, la lectura sosegada, el estudio serio y profundo, la reconsideración y la reflexión profundas de lo escuchado, leído y estudiado.

¿Y qué podemos hacer para preservar la salud mental de los alumnos o al menos para evitar su deterioro?

–Escuchar a los alumnos todo lo que haga falta; poner atención en conocer qué les interesa, qué les preocupa realmente y qué les hace sufrir; facilitar el diálogo con ellos; y contar con la colaboración de los padres y el apoyo del equipo de psicólogos y psicopedagogos del centro escolar. Atención, prevención y colaboración.

Enseñar a pensar es enseñar a practicar la escucha atenta a los demás, la lectura sosegada, el estudio serio y profundo, la reconsideración y la reflexión profundas de lo escuchado, leído y estudiado

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Comentarios

  1. Anna Perarnau
    21 de mayo de 2024 20:39

    ¡Muy interesante! Definitivamente es muy necesario inculcar la cultura del esfuerzo, que en estos tiempos no está de moda. También es muy esperanzador y motivador el saber que, a pesar de las circunstancias sociales que hacen muy difícil nuestra labor, podemos influir muy positivamente sobre nuestro alumnado si tenemos pasión por nuestra profesión y vibramos en el aula. Nuestra profesión sigue siendo muy importante y puede incidir muy positivamente sobre nuestros alumnos., a pesar de las múltiples complicaciones que hoy en día trae consigo la docencia (crisis de autoridad, problemas de atención en el aula…..). Esta visión tan realista pero esperanzadora y motivadora al mismo tiempo es muy necesaria hoy en día. ¡Que no perdamos nunca la pasión por la docencia!