La falta de amistad incrementa riesgos en el desarrollo emocional y social de jóvenes y adolescentes
La investigación destaca los esfuerzos de la juventud española por superar estereotipos de género y fomentar relaciones amistosas más empáticas y auténticas entre diferentes géneros.
La amistad es un pilar básico en la jerarquía de valores juveniles y un bastión para la estabilidad para la juventud española. Ellos reconocen la trascendencia que tienen sus círculos de amistades como referentes esenciales fuera del entorno familiar, que, hasta la adolescencia, constituye prácticamente el universo completo de su vida.
¿Por qué se erige la amistad como piedra angular durante la adolescencia? La respuesta en si es simple. En primer lugar, proporciona a la juventud la sensación de ser valorados, de que hay un espacio en el que alguien es capaz de entenderlos plenamente, escucharlos y respetarlos. Sienten “que importan” y eso les otorga seguridad. Por otra parte, también señalan que en sus amigos encuentran personas que no solo muestran como eres, sino que también enseñan cosas que les ayudan a mejorar como individuos.
También es fundamental matizar que, contrario al estereotipo aislacionista con el que se ha tildado al entorno digital, las redes sociales pueden favorecer al desarrollo de lazos de amistad entre los y las adolescentes. Sin embargo, no todos son capaces de formar esta red de seguridad, por lo que caen en el riesgo de enfrentar desequilibrios personales que van más allá de la formación de identidad profesional. Rutinas, hábitos, formas con las que abordan las actividades y la vida en general son algunos de los ámbitos que se ven afectados a razón de esta soledad.
Estos son algunos de los principales hallazgos del estudio «El valor de la amistad en la adolescencia y la juventud 2023«, elaborado por Fad Juventud y la Fundación SM, que ha sido presentado hoy en rueda de prensa por la directora General de la Fundación SM, Mayte Ortiz; la directora general de Fad Juventud, Beatriz Martín Padura; la coordinadora de Investigación y Evaluación Educativa de la Fundación SM, Ariana Pérez Coutado; la directora del Centro Reina Sofía de Fad Juventud, Anna Sanmartín; y el investigador y autor del estudio, Ignacio Megías.
Además del sentimiento de compañía y pertenencia, dentro del estudio se ha encontrado un consenso en el hecho de que los y las jóvenes encuentran dentro de sus amistades una fuente de apoyo incondicional y comprensión mutua.
De acuerdo con datos de la investigación –en la que participaron 40 jóvenes y que incluyó la realización de grupos de discusión, grupos triangulares y el análisis de diarios personales– se puede constatar que los amigos y las amigas actúan como espejos, reflejando y validando sus propia personalidad, lo que les ayuda a consolidar su sentido de identidad y pertenencia dentro del mundo.
Además, los y las jóvenes reafirman la importancia de la confianza, sinceridad y reciprocidad como pilares en la formación de relaciones duraderas. Estos, además de ser clave para fomentar conexiones profundas, también permiten cimentar amistades que resistan los retos tanto personales como tecnológicos.
La pandemia de COVID-19 puso a prueba la resiliencia de estas relaciones. En momentos de interacción limitada, la investigación demuestra que las herramientas digitales fueron esenciales para mantener y fortalecer las amistades.
En relación con las redes sociales, se puede apreciar que, lejos de promover el aislamiento, estas han funcionado como espacios donde compartir preocupaciones y gestionar su intimidad con madurez. Estas plataformas, criticadas comúnmente por superficializar las relaciones, más bien suelen fortalecer los lazos de amistad y facilitar una comprensión mutua profunda.
También, a partir de estas, los y las jóvenes han aprendido a apreciar la soledad sin sentirse solos. Por ello, las tecnologías, lejos de ser un vehículo de desconexión, han permitido que establezcan límites y fomenten el autoconocimiento.
Para muchos y muchas jóvenes, los amigos y amigas se convierten en una “familia elegida”, un testimonio de cómo la línea entre las relaciones familiares y de amistad se está desdibujando. Este fenómeno resalta cómo la juventud valora y prioriza las relaciones basadas en la confianza, el respeto mutuo y la afinidad emocional.
Las TRICO –Tecnologías de la Relación, la Información, la Comunicación y el Ocio– han revolucionado la manera en que la juventud interactúa y mantiene sus amistades, presentando tanto desafíos como oportunidades para la conexión interpersonal.
Uno de los principales desafíos que enfrenta la juventud en el contexto digital es la gestión del tiempo de respuesta. Ante la presión por responder de forma inmediata, muchos y muchas jóvenes están estableciendo límites claros y aprendiendo a priorizar interacciones significativas sobre la rapidez, reduciendo así la ansiedad asociada a una comunicación constante.
Otro reto de gran importancia es la sensación de saturación y sobreexposición digital. Para combatir la fatiga digital, optan por períodos de desconexión, enfocándose en actividades fuera de la esfera digital. Esta práctica ayuda a preservar la intimidad y coadyuva a formar relaciones interpersonales profundas y auténticas.
La comunicación emocional efectiva es otro aspecto que plantea desafíos en el entorno digital. En respuesta a la ausencia de señales no verbales en la comunicación digital, los y las jóvenes utilizan emojis, GIFs y otros elementos visuales para añadir una dimensión emocional a sus conversaciones, lo que ayuda a prevenir malentendidos y enriquecer la interacción.
La desconexión voluntaria se está convirtiendo en una declaración de autonomía y salud mental. Elegir cuándo y cómo desconectarse está siendo reconocido como una habilidad esencial para mantener relaciones saludables y duraderas, fomentando así la independencia personal y el respeto mutuo entre amistades.
El estudio también explora cómo se manifiestan los discursos de género en las amistades, revelando que los estereotipos tradicionales aún influyen en cómo jóvenes de diferentes géneros experimentan y gestionan sus relaciones:
- Expectativas de comunicación y apoyo emocional: tradicionalmente, se espera que las mujeres proporcionen apoyo emocional, mientras que de los hombres se espera acción. Sin embargo, los y las jóvenes están desafiando estas normas sociales buscando equilibrio y profundidad en sus interacciones, con independencia del género.
- Actividades y formas de relacionarse: mientras que los hombres suelen enfocarse en actividades grupales y comunicación basada en el humor, las mujeres priorizan el contacto emocional y físico en sus amistades. No obstante, hay una tendencia creciente entre jóvenes de ambos géneros a fusionar estos estilos para formar relaciones más completas y satisfactorias.
- Deconstrucción de los roles de género: gran parte de la juventud está abogando por una mayor apertura emocional y comunicativa, especialmente entre los hombres, y buscan relaciones que trasciendan los prejuicios y expectativas tradicionales.
Estas tendencias indican un cambio progresivo hacia relaciones más inclusivas y equitativas, donde los roles de género están siendo revisados y reformulados para reflejar una sociedad más consciente y adaptada a las realidades de la juventud actual.
Aceptar que una amistad culmina es, indudablemente, un proceso amargo. A lo largo de las conversaciones sobre la pérdida con los y las jóvenes participantes en el estudio, resulta evidente que para muchas personas genera experiencias traumáticas.
Desde un discurso general, se percibe una tendencia a transformar la resignación (la amistad se termina) en aprendizaje, por la vía de blindarse rebajando las expectativas. Pero es evidente que por el camino de la resignación y la reducción de expectativas no se neutralizan o manejan adecuadamente algunas emociones y sentimientos, como la posible sensación de culpabilidad por no haber sabido conservar algo que teóricamente era ideal, y que es uno de los escasos bastiones que existen.
No obstante, existe otro aspecto que es, incluso, de mayor pertinencia. En los testimonios que oscilan entre la resignación y la amargura no ocultan algo que parece evidente: socialmente no se educa para la pérdida de la amistad, ni para afrontar el duelo correspondiente.
Al tratar la pérdida de una relación de pareja y de todas las emociones asociadas a ese proceso, se habla públicamente, se abordan dentro del círculo de amistades la susodicha realidad y se ofrecen estrategias de aceptación y superación. Sin embargo, dentro de la amistad, esto no ocurre, lo que revela la urgencia de mejorar la educación sentimental asociada a las relaciones de amistad.