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Un feminismo de pacotilla

Jesús Asensi
Profesor de Religión
3 de junio de 2024
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Nuestro Gobierno progresista anda muy preocupado porque el porcentaje de mujeres que se decanta por carreras universitarias del ámbito científico no acaba de aumentar de forma significativa. Nada ha cambiado en estos años en que los socialistas y sus socios han aprobado su ley educativa y han tratado de imponer ciertas tendencias sorprendentes, como esa sugerencia para que los docentes impartan las matemáticas con perspectiva de género.

Para algunas feministas no hay duda de que la culpa de esta desafección científica de las niñas la tiene esta sociedad patriarcal que oprime a las mujeres y las condena a dedicarse al cuidado de su prole y, si se diera el caso, a estudiar únicamente los grados de Magisterio, Enfermería o Educación social. Tanto es así que en algunos grupos de la especialidad de Educación Infantil el 100% de las personas matriculadas son chicas. Unas mujeres nacidas en pleno siglo XXI que, muy a su pesar y quizás bajo coacción, siguen sin poder ejercer un empoderamiento efectivo, pues también han sido influenciadas por esa ola machista que arrasa con la igualdad académica desde tiempo inmemorial. Porque es más que evidente que los hombres y las mujeres son iguales corporal y psicológicamente hablando… ¡faltaría menos!

Este Gobierno feminista no podía quedarse de brazos cruzados ante semejante y cruda realidad, y por eso ha decidido retirar los conciertos económicos a esos colegios femeninos que tratan de inculcar en sus alumnas una formación científica y un liderazgo que en otros centros mixtos quedan eclipsados por la presencia de varones, siempre osados e irrespetuosos.

Ya sin ironías, parece mentira que los progresistas de nuevo cuño consideren que los colegios femeninos son un privilegio que sólo las familias pudientes se pueden permitir. Cuando la realidad es que en ellos se fomenta el empoderamiento de las chicas, se profundiza en su formación científica y se les permite centrarse en sus estudios al encontrarse en un espacio seguro sin distractores ni pretendientes. De hecho, desde el año 1996, existen en los Estados Unidos escuelas públicas sólo para chicas. Por algo será.

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