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Julio Rogero: "Hay concertados que representan más lo público que muchas escuelas públicas"

Se considera el último mohicano en la defensa de una educación igualitaria, democrática, laica, feminista, ecologista… y tan tan pública que ni siquiera le gusta la actual escuela pública porque, dice, ha abrazado las tesis capitalistas. ¿Utópica? Sí, por qué no, lo suyo es la utopía y a mucha honra.
José Mª de MoyaMartes, 4 de junio de 2024
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Julio Rogero acude puntual y entrañable a la Redacción de Magisterio. La contundencia y radicalidad de sus respuestas se entremezclan con buenas dosis de simpatía, incluso ternura. Julio está jubilado laboralmente pero sigue en plena forma intelectualmente.

Se podrán decir muchas cosas, estar o no de acuerdo, pero es indiscutible su compromiso personal y su honestidad intelectual que le hacen salir airoso, incluso cuando hablamos de libertad y pluralidad. Julio, ha sido un honor.
Julio sigue conectado con los movimientos de renovación pedagógica (MRP), y habla de su «edad de oro», cuando empiezan a organizarse en la transición política…
–Entonces hay un movimiento de contestación a la escuela nacional católica desde muchos ámbitos, y hay grupos que nacen en toda España. En el año 79 en un encuentro en Almagro surge la primera coordinación entre todos esos colectivos de distintos sitios: el Movimiento Cooperativo de Escuela Popular de Freinet (ACIES, la Asociación por la Correspondencia Escolar y la Imprenta, que nace en 1966), el Grupo de Barcelona de Rosa Sensat, el Colegio de Doctores y Licenciados… Hay cinco años de proliferación de colectivos en toda España.

Pero todo eso alumbra la LOGSE y, entonces, se produce cierta frustración.
–Es que hay una desconexión entre las propuestas que se hacían desde sindicatos, MRP y colectivos que querían una escuela pública, científica, laica, plural… Todas esas características que definen desde la Declaración por una Escuela Democrática de 1975. Hay una definición bastante aceptada de qué escuela se quería, y el poder no responde a eso. El poder del PSOE se apropia de las cosas que le interesan, y además no tenía cuadros cuando llega en 1982 a la Administración, así que coge gente y luego viene la frustración y el silenciamiento de todo el movimiento de renovación pedagógica, y sobre todo de las críticas que se hacen a las nuevas leyes educativas.

Pero la LOGSE recoge esos conceptos, no sé si el 100% de las propuestas, pero sí muchas, escuela democrática, etc. y eso genera frustración porque el profesorado ve que, llevado a las aulas, no funciona, que hay más conflictividad, se lamina la autoridad…
–No tengo claro que se haya llevado eso a las aulas. En un estudio de 1982 o 1983, El maestro, de un equipo de investigación dirigido por Ignacio Fernández de Castro, en la época de mayor incidencia de las escuelas de verano, se ve que no llega ni al 10% de los docentes, de los concienciados. La mayoría sigue con las prácticas pedagógicas tradicionales de siempre. Me parece un mito que hay que cuestionar: cuando se habla de metodologías alternativas hay una moda en torno a eso, que son metodologías fomentadas y producidas desde el ámbito empresarial, por la necesidad de un cambio para la adaptación a lo que sucede en la sociedad, pero no suponen una transformación profunda del sistema educativo. No ha habido prácticas alternativas más que en muy escasos docentes y en muy pocos centros educativos.

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No ha habido prácticas alternativas más que en muy escasos docentes y en muy pocos centros educativos

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Pero esas prácticas educativas que se dan en algunos centros se extenderían si fueran tan exitosas. No parece que se extiendan, ¿el modelo no es un poco utópico?
–Sí, porque requiere equipos docentes muy comprometidos éticamente y políticamente no partidarios, para la generación de ciudadanos críticos en una nueva polis convivencial y fraterna.

Eso para un libro está bien… Pero con estos bueyes hay que arar. Tenemos los profesores que tenemos.
–Sí, pero los procesos de transformación que proponemos desde el movimiento de transformación de la educación van en esa dirección: «Señores, esto no se hace de la noche a la mañana, hay un proceso de transformación profundo en el que hay que situarse y hay que generar una nueva formación docentes, y docentes que entiendan que la acción política es una acción ética».

Suena a ideal. 
–Se plantea así. Los modelos son expresiones de la perfección que tú quieres de un hecho. ¿Qué modelo de sociedad quieres? No quiero una sociedad donde la gente se mate, sufra por la acción de los otros; la vida tiene sus partes de sufrimiento, de fragilidad humana que hay que asumir, pero no que nos causemos dolor y sufrimiento unos a otros. Ese es un modelo utópico hacia el que caminar. Si no, la vida sería realmente frustrante y dura. La dignidad humana no estaría ahí.

Es un ideal muy noble.
–Se sitúa en el deseo y en los sueños. Los seres humanos somos portadores de sueños. El problema es que en esta sociedad en que vivimos se nos impide hasta soñar, por el pragmatismo, el individualismo feroz, la competitividad.

Podemos compartir ese sueño. Pero en una posición más de izquierdas ese cambio se puede plantear como de arriba abajo y no de abajo arriba: «Cambia las personas, que cambiarán el mundo».
–Clarísimo, eso lo decía Gandhi.

Pero no sé si se busca el cambio desde arriba.
–No, yo estoy totalmente en contra de que los cambios se hagan desde arriba. Son puro autoritarismo, pura imposición. Los cambios deben darse en la práctica cotidiana del aula. Los MRP son cuestionados desde el poder porque proponen un cambio en profundidad desde la práctica educativa, cotidiana, en el aula. ¿Cómo generamos comunidades educativas? Hoy no hay, y eso hay que crearlo. El papel de protagonismo de las familias en el espacio de la escuela pública, del alumnado, del profesorado, del medio… Aquí se cuestiona mucho dentro de la izquierda la conexión de la escuela con el contexto en que vive y se desarrolla. Desde las posiciones «ilustradas» en este momento, que defienden que la escuela no está para educar sino para transmitir conocimiento, una barbaridad.

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Hoy no hay comunidades educativas, y eso hay que crearlo

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Otro inconveniente: Desde la izquierda se proponen cosas que pecan de cierto paternalismo. Tú eres defensor de una escuela pública, laica, democrática, ecologista, feminista y, a la vez, avalas la libertad de conciencia, pero parece que apuestas por un modelo único de enseñanza, ¿ y si no me gusta?
–No es un modelo cerrado, sino abierto en diálogo con los miembros de la comunidad educativa y de la comunidad educativa con la sociedad. No son modelos dogmáticos. Son procesos educativos abiertos y con un sentido.

Con tanto adjetivo, sí que parece un modelo único, ¿y si una familia quiere una escuela religiosa o una escuela que fomente la tecnología? ¿Hay escuela para ellos?
–Sí.

Que se la paguen.
–Sí. Los recursos públicos tienen que ser fundamentalmente para la escuela pública, para un modelo abierto, plural, de reflexión, construcción, con la comunidad educativa como protagonista. Que no margine ni segregue, que incluya a todos, con recursos suficientes para hacer realidad eso. Y eso requiere de un profesorado que entienda como elementos fundamentales el respeto mutuo, el cuidado mutuo, la convivencia desde el respeto profundo, apasionar al alumno y a sí mismo por el conocimiento. No puede haber un dogmatismo que se imponga.

¿Es un modelo plural? 
–Sí, en ella están todos. No excluye a nadie.

¿Y la educación religiosa?
–Estamos en una sociedad laica que no impide que cada uno cultive su propia espiritualidad o dimensión religiosa si quiere, en el ámbito de su religión, de su iglesia. La escuela de titularidad pública… El modelo que proponemos muchos no es un modelo dogmático, es lo contrario. Es un modelo en proceso, crítico consigo mismo… La escuela que tenemos no es esa escuela. Es la que muchos proponemos y queremos dentro de un movimiento amplio y diverso.

Cada escuela en cada barrio debe ser la mejor escuela que acoja a todos, en el ámbito científico, de respeto a la propia conciencia de cada uno, de construcción de un conocimiento ligado a la realidad de la vida…

La libertad de elección de centro no la compartes.
–No, porque en realidad es un modelo de libertad de selección del alumnado, para garantizar el éxito de los centros privados para que puedan seguir teniendo clientela en el futuro.

Mientras yo fui docente, en Getafe y en Madrid, a mitad de curso nos enviaban desde centros concertados a alumnos con dificultades de aprendizaje, de convivencia, procedentes de medios con ciertas dificultades, aconsejados a que se fueran a la escuela pública. Porque bajaban los resultados. Uno, dos, tres alumnos, que luego, una vez que les recibías, acogías, les decías que tenían cualidades, capacidades, eran magníficos.

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El modelo de libertad de elección de centro en realidad es un modelo de libertad de selección del alumnado

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¿Qué opinas de la meritocracia?
–Está el libro de Sandel [La tiranía del mérito], pero hay otros autores, como César Rendueles, que cuestionan la igualdad de oportunidades. El mérito en esta sociedad lo tiene en muchos casos quien puede pagarlo. ¿Qué méritos mide esta sociedad y tiene en cuenta para el éxito? Ese es el gran interrogante. Y esto, ligado a la cultura del esfuerzo. En los ámbitos en que me he movido entiendo cultura del esfuerzo como un esfuerzo por competir cada vez más. En un caso, los que mejor compiten, en otro, los que pueden pagarse una universidad privada para sacarse el título que quieren.

A mí me gusta la pedagogía del esfuerzo, que no es la pedagogía del esclavo que tiene que hacer méritos, sacrificarse, para poder competir en el mercado. Defiendo el esfuerzo que surge de la pasión por saber, aprender, eso es lo que los docentes tenemos que hacer de cada uno de los alumnos y alumnas. Y cuando tú te sitúas desde la pasión por conocer, la inquietud por aprender, te esfuerzas, y puedes pasar una noche leyendo un autor que te apasiona, si reconoces que es algo que debes conocer, saber y aprender.

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A mí me gusta la pedagogía del esfuerzo, que no es la pedagogía del esclavo que tiene que hacer méritos, sacrificarse, para poder competir en el mercado

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