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Por unos espacios libres de ruido digital

Sería deseable que nos concienciáramos de la imperiosa necesidad de fomentar espacios compartidos en los que se respete la tranquilidad de aquellas personas con quienes convivimos, ya sea en una sala de espera, medio de transporte o paseo por la playa, entre otros espacios que son invadidos cada día por el ruido digital.
Carlos Ramos VázquezLunes, 5 de agosto de 2024
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Pensamientos, reflexiones, expresiones de cariño, propuestas de planes, cotilleos del trabajo o de clase, críticas o cualquier contenido que uno pueda enviar es ahora susceptible de ser escuchado por cantidad de personas a las que el mensaje no va dirigido. © DEAGREEZ

Cuando se producen avances tecnológicos significativos, la sociedad suele beneficiarse de los mismos. Sin embargo, estos avances pueden generar nuevos escenarios sobre los que es imprescindible reflexionar, teniendo en cuenta las normas de convivencia social y actuando con respeto a la tranquilidad de las personas que nos rodean.

La evolución de los teléfonos móviles ha sido una constante en los últimos años y, no siendo algo especialmente reciente, se ha popularizado el envío de mensajes de voz (o notas de audio) a través de aplicaciones de mensajería instantánea.

En nuestros días, no queda lugar exento de personas que escuchan sin auriculares y a todo volumen sus mensajes de voz. Escenarios tan dispares como, por un lado, el transporte público, las salas de espera de los hospitales y centros de salud; y, por otro, cualquier espacio abierto en una población, en mitad de la naturaleza, ya sea en el campo, en la playa o en la montaña se han convertido en lugares en los que las personas escuchamos los mensajes orales que llegan a nuestros terminales. Estos escenarios, los primeros, antes sitios de espera y en los que debería primar la tranquilidad y un relativo silencio, así como los segundos, ambientes de ocio y disfrute de los sonidos de la naturaleza, se han convertido desde hace tiempo en lugares que muchísimas personas consideran adecuados para escuchar sus mensajes de audio privados sin auriculares.

Pensamientos, reflexiones, expresiones de cariño, propuestas de planes, cotilleos del trabajo o de clase, críticas o cualquier contenido que uno pueda enviar es ahora susceptible de ser escuchado por cantidad de personas a las que el mensaje no va dirigido. Además de la inseguridad y la exposición pública de los emisores de los mensajes, la mayoría ajenos a los desconocidos receptores involuntarios de sus mensajes de voz, se une la posibilidad de poder reenviar mensajes de voz a otras personas y a la ya extendida costumbre de poner un audio a personas a las que no va dirigido para comentarlo.

Por si estos molestos ruidos digitales innecesarios fueran poco, en el transporte público abundan los pasajeros que, con todo el derecho del mundo, desean escuchar una canción, ver los estados en aplicaciones de mensajería instantánea o bien las stories en redes sociales a todo volumen, hacer video llamadas (también sin auriculares) y lo hacen a todo volumen, ampliando la profundidad de la invasión del espacio sonoro y socavando la tranquilidad de las personas con las que comparten medio de transporte.

La responsabilidad de esta invasión de ruido digital no es de los inventores de los teléfonos móviles, sino de las personas que no piensan en la tranquilidad de las personas que les rodean. Es necesario repensar conductas tan sencillas como usar auriculares por la buena convivencia.

Algunos medios de transporte, como el Metro de Madrid, ya reconocen el enorme reto y como parte de su campaña Tú haces Metro, han incluido la indicación “tu música con auriculares”, acompañado de un simpático avatar que lleva puestos los cascos.

Recientemente, en Francia, pude contemplar una divertida señal en la que se indicaba que por la tranquilidad de los pasajeros se permitía escuchar música con auriculares, señalando al mismo tiempo la prohibición de escuchar música a través del altavoz del móvil.

En resumen, en el mundo en el que vivimos con tanta saturación de información, mensajes y ruido digital, sería deseable que nos concienciáramos de la imperiosa necesidad de fomentar espacios compartidos en los que se respete la tranquilidad de aquellas personas con quienes convivimos, ya sea en una sala de espera, medio de transporte o paseo por la playa, entre otros espacios que son invadidos cada día por el ruido digital.

  • Carlos Ramos Vázquez es docente en la Comunidad de Madrid.
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