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¡Todo va sobre ruedas!

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Los niños empiezan a disfrutar de la velocidad, conocen el espacio de una forma diferente y ven el pasillo de su casa desde otra perspectiva, que suele resultar más emocionante. Esto ocurre cuando los niños empiezan a usar juguetes con ruedas, algo que les aporta muchos beneficios.

Conocer, desarrollar y experimentar los elementos de la expresión: espacio, tiempo, movimiento, y todas sus combinaciones, es algo fundamental. Pero como se dice, “cada cosa tiene su tiempo”, y entre los 2 y 3 años, cuando el sentido del equilibrio de los más pequeños de la casa no está lo suficientemente desarrollado, lo mejor es que usen pequeñas motos o cochecitos de tres ruedas, cuyos beneficios son fomentar la coordinación motriz, aprender a dirigirlo y fortalecer los músculos de las piernas. E incluso antes, si han empezado a andar, pueden jugar con las motos que se impulsan con los pies.

Los triciclos

Los triciclos pueden llegar a ser un paso fundamental en la evolución del niño, y gracias a ellos pueden aprender sus primeras nociones de dirección y pedaleo.

Aunque cada niño es diferente, y la capacidad de aprendizaje también varía, en líneas generales los triciclos se empiezan a utilizar desde los 18 meses, ya que pueden usar un triciclo con barra guía para los padres y a partir de los 2 años pueden pedalear sin problema.

“Normalmente aprenden primero a llevar la dirección y luego lo combinan con el desplazamiento a través del pedaleo”, dice Ana Daviña, profesora de Educación Infantil.
¿Quién no recuerda a un niño pedaleando de una forma muy rápida para luego intentar girar y derrapar? Pues en esos intentos de superarse, los triciclos encuentran un sentido más allá del de la mera diversión y el entretenimiento.

Una vez que los pequeños ya tienen las suficientes capacidades para manejar este tipo de juguetes, adquirirá más importancia la bici en torno a los cuatros años.

Contra el miedo, seguridad

Cuando los niños empiezan a usar juguetes sobre ruedas, refuerzan su sensación de independencia y crecimiento; pero también hay que estar preparados para ayudarles en el caso de que les dé miedo o les provoque cierta inseguridad, ya que es una experiencia nueva.

“Si lo adultos tenemos miedo a las cosas nuevas o nos provoca cierta inquietud, ¿cómo no les va a ocurrir a los niños? Pero, como nosotros, deben perder el miedo, porque muchas veces te paraliza y no te deja actuar”, afirma Ana Daviña, profesora de Educación Infantil.

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