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¡Muévete, bebé!

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Lo grabaréis en vídeo, le haréis fotos, lo contaréis a todo el mundo… Cada nuevo movimiento, sus primeros gateos, el instante en que vuestro hijo se lanzó a caminar son más que recuerdos imborrables. El desarrollo motor es sumamente importante en su evolución e influye notablemente en otros aspectos de su crecimiento, como su sociabilidad. ¿Quieres saber por qué?

Casi todos los niños sanos siguen un mismo patrón en cuanto al desarrollo motor, el que tiene que ver con los movimientos que realizan. Así, desde que nacen, e incluso ya en el útero materno, van demostrando y avanzando en una serie de habilidades que irán perfeccionando con el tiempo. Si no hay ningún problema, los bebés irán paulatinamente pasando etapas (levantar la cabeza, girarse, sentarse, caminar…) en unos plazos más o menos establecidos.

Están programados genéticamente para ello y, de hecho, nacen ya con algunos reflejos, como el de prensión y el de marcha. No obstante, y aunque la naturaleza seguirá su curso, los estudios han revelado la importancia de estimular ese desarrollo motor en la primera infancia. ¿La razón? Está fuertemente ligado a otras áreas de la maduración del bebé que se podrían, así, mejorar, como la socialización. No se trata en ningún caso de forzar al niño; pues hay que esperar a que esté preparado para acometer cada nuevo paso, pero sí de ayudarlo y favorecer sus movimientos y sus investigaciones en el mundo que lo rodean, pues resultará muy ventajoso para él.

A cada edad, un avance

Que el niño tenga un desarrollo motor adecuado a su edad es tan importante que los expertos lo utilizan en gran medida para evaluar si el pequeño tiene problemas en distintas facetas. Así, aunque es cierto que cada bebé tiene un ritmo concreto de desarrollo, lo habitual es que alcancen estos hitos, según relata María Jiménez, pedagoga terapéutica y psicomotricista, de Madrid.

NIÑOS DE 0-1 AÑOS
A los 3 meses controlan la cabeza.

A los 4-5 meses consiguen la coordinación ojo-mano, lo que les permite coger objetos.

Con 6 meses empiezan a gatear.

Ya con 7 meses hacen lo que se llama la “pinza digital fina”; es decir, son capaces de manipular y coger objetos con más seguridad.

En su 8º mes se inician en el gateo y arrastre con el fin de explorar el entorno.

Cuando tienen 10 meses se ponen de pie agarrándose.

Aproximadamente a los 12 meses comienzan a caminar.

NIÑOS DE 1-2 AÑOS
Descubren la escalera, primero con ayuda y poco a poco, solos.

Caminan empujando un correpasillos.

Juegan a tirar y recoger la pelota con las manos y los pies.

Garabatean, tiran y recogen cosas, practican con encajables.

Empiezan a comer solos.

NIÑOS DE 2-3 AÑOS
Pedalean en triciclo.

Suben escaleras alternando los pies.

Se quitan y ponen ropa sencilla (sin botones ni cremalleras).

Comen solos con más seguridad.

Pintan y garabatean, y prueban con las rayas y el círculo.

Controlan los esfínteres, primero de día y, una vez conseguido, de noche.

¿Cuándo preocuparse?

“El movimiento es la expresión de la vida psíquica del niño pequeño. Antes de que aparezca la palabra, sólo puede hacerse entender con gestos. Más adelante, el gesto se convierte en el espejo de las representaciones mentales. Así, el movimiento influye en el desarrollo global psíquico del niño, en su carácter y en sus relaciones con los demás”, advierte la especialista.

Por este motivo, es muy importante que los padres consulten con el pediatra cuando “observen algún signo o manifestación que les preocupe”, recomienda. No se trata de obsesionarse con el calendario y esperar que el niño cumpla etapa por etapa y mes por mes lo que se entiende dentro de una evolución general, sino de que los padres efectivamente comprueben que el niño realiza actividades exploratorias y de intercambio con el entorno; es decir, que se interesa por lo que le rodea, que, de algún modo, intenta acceder a cosas nuevas, que se desplaza…

Y si no es así, hay que averiguar la causa. Porque si hay un retraso motor, ¿significa esto que el bebé está afectado de algún problema importante? “Un retraso motor no tiene por qué estar necesariamente tras un problema mayor, aunque, en cualquier caso, la detección precoz es fundamental para una evolución más positiva del desarrollo psicomotor del niño”, explica María Jiménez. En la mayoría de los casos, este tipo de problemas (torpeza de movimientos, inestabilidad, bajo tono muscular, descoordinación…) pueden ser reversibles, aunque hay que tener presente, como subraya la experta, que “cuanto antes se detecte el retraso psicomotor y se comience la rehabilitación, mayor será la posibilidad de una mejor recuperación”.

Qué puedes hacer tú

La forma en que el niño se relaciona con el mundo a través de sus movimientos tiene mucha incidencia en otras áreas, como la afectividad. Por eso, es bueno estimular al niño en el día a día y, siempre sin forzar, para que desarrolle sus habilidades motrices. Así, desde su nacimiento y hasta los seis meses, el contacto corporal con los padres es fundamental. Hay que hablarles, acunarlos, dejarlos que vayan asimilando nuevas texturas, colores, olores…

Es importante atraer su atención con colores llamativos, ofrecerle objetos de tacto distinto… Luego, hasta su primer cumpleaños, conviene hablarles mucho para captar su atención sobre cosas nuevas, a las que podrá acceder gateando. Su coordinación manual se trabaja con encajables, haciendo torres… Del primer al segundo año, hay que motivarlos para que se muevan y se desplacen por su entorno mediante juegos. Se trata de avivar su curiosidad y sus ansias exploratorias, que irá perfeccionando hasta su tercer cumpleaños.

Una investigación sorprendente

Según una reciente investigación llevada a cabo en Estados Unidos, las habilidades motoras pueden potenciar otro tipo de destrezas. Así, mediante un experimento realizado con bebés se ha comprobado que el desarrollo motor temprano de éstos favorece su sociabilidad y la comprensión del mundo que les rodea. En el estudio, recogido en Tendencias 21, los investigadores facilitaron a un grupo de bebés de tres meses de edad una serie de manoplas con velcro y juguetes para que pudieran desarrollar experiencias motoras activas.

Tras un tiempo de observación que se prolongó durante varias semanas, los investigadores se dieron cuenta de que estos bebés se mostraban más interesados por caras que por objetos, en relación a otro grupo de bebés que no había recibido los mismos elementos. Por ello, concluyen que esas experiencias motoras habían impulsado su desarrollo social, lo que puede ser particularmente importante como vía de intervención en niños con problemas de relación como los autistas.

La importancia del gateo

No importa si el desplazamiento es más o menos ortodoxo: sobre pies y manos, reptando, arrastrando las piernas, sentado… Lo fundamental es que el bebé en su primer año de vida muestre
interés por desplazarse en su entorno.

Tal como cuenta la pedagoga terapéutica y psicomotricista, el gateo “le ayuda a medir el mundo que le rodea y a adaptarse al medio; le permite fortalecer los músculos de espalda, brazos, piernas y cuello, así como las articulaciones de todo el cuerpo; desarrolla el equilibrio; conecta los hemisferios cerebrales y crea rutas de información cruciales para la maduración de diferentes funciones cognitivas; permite el enfoque de los ojos… Por todo ello es muy importante dar a los bebés la oportunidad de gatear libremente”.

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