Una alimentación equilibrada es esencial para el desarrollo infantil
El hecho más relevante que diferencia al niño del adulto es el crecimiento. Una alimentación equilibrada es clave para su óptimo desarrollo psíquico y físico. Para ello la dieta ha de aportarle la energía y los nutrientes esenciales necesarios. Según los resultados del estudio sociológico “Hábitos de vida relacionados con la Obesidad Infantil” promovido por Kellogg y realizado por la multinacional de investigación Psyma-Ibérica, el desayuno es el gran olvidado ya que tan sólo el 7% de los niños desayuna correctamente.
El problema es que además el 40% de los padres no sabe en qué consiste un desayuno completo, compuesto por lácteos, cereales y fruta.
Un desayuno completo debe aportar la cuarta parte de las calorías diarias. De este modo ayuda a los niños a mantener la atención en clase. De hecho, está comprobado que sin el desayuno la alimentación difícilmente puede ser nutricionalmente correcta. Durante la infancia y la adolescencia es muy importante una educación que inculque buenos hábitos alimentarios y de estilo de vida a los más pequeños. En esta labor los padres y educadores tienen la principal responsabilidad, ya que el desarrollo de los hijos está profundamente influenciado por las costumbres del ámbito familiar y escolar.
Decálogo de los hábitos saludables en la infancia y adolescencia:
1. Mantén una alimentación equilibrada y variada. Cuanta mayor es la variedad de alimentos en la dieta, mayor garantía de que la alimentación es equilibrada y de que aporte todos los nutrientes necesarios. No se puede distinguir entre alimentos buenos y malos ya que todos aportan nutrientes en mayor o menor medida. No obstante, hay que evitar consumir alimentos con contenido muy elevado de sal, grasas y azúcar.
2. Toma la energía que tu cuerpo necesita. La mayoría de las personas consumen menos hidratos de carbono y más proteínas y grasas de las que el cuerpo necesita. Cereales, patatas y legumbres deben ser la base de la alimentación para que los hidratos de carbono representen entre el 50% y el 60% de las calorías de la dieta.
3. Consume menos grasas y ten en cuenta las proteínas. Las grasas aportan entre un 30 y un 35% de las calorías de la dieta. Es aconsejable reducir el consumo de las grasas saturadas y trans. Las proteínas deben aportar entre el 12% y el 15% de las calorías de la dieta.
4. Incrementa el consumo de Fibra. La fibra dietética ayuda a combatir el estreñimiento, regular el azúcar, equilibrar la flora intestinal, reforzar las defensas y proteger el corazón. Nuestro organismo necesita entre 25-30g de fibra cada día para sentirse bien.
5. Realiza cinco comidas al día. Nuestro cuerpo necesita energía a cada instante. Después de toda la noche sin comer, nuestro nivel de energía está muy bajo: de ahí la importancia de tomar un buen desayuno. Durante el día, nuestro organismo no debe pesar demasiadas horas sin recibir aportes energéticos. Es muy importante realizar 5 comidas al día con un horario regular y respondiendo a este reparto de calorías:
• Desayuno 25%
• Media mañana 5-10%
• Comida 30%
• Merienda 5-10%
• Cena 20-25%
6. Empieza el día con un desayuno completo. Con cereales, lácteos, y frutas. Lo ideal es dedicarle entre 15 y 20 minutos de tiempo y hacerlo acompañados. Tu rendimiento físico e intelectual será óptimo.
7. No te saltes la merienda. Ayuda a reponer parte de la energía que ha sido consumida y evita que lleguemos hambrientos a la hora de la cena. Es importante moderar el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas y con alto valor energético.
8. Realiza actividad física a diario. Es muy recomendable hacer algo de ejercicio cada día, entorno a 60 minutos diarios de actividad física moderada. Cada uno debe probar y practicar el deporte que más se ajuste a su gusto.
9. Comparte los buenos hábitos. Toda la familia debe involucrarse en las actividades relacionadas con la alimentación: hacer la compra, decidir el menú semanal, preparar y cocinar los alimentos etc.
10. Hidrátate. Es fundamental mantener el cuerpo hidratado. Hay que beber entre uno y dos litros de agua al día, dependiendo de la edad, el grado de actividad física y la temperatura ambiental.