Miguel Ángel Fraile (Ntra. Sra. del Buen Consejo) o la escuela como misión
Para Miguel Ángel Fraile, director del Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo de Madrid desde este curso –tras más de 15 en el Colegio San Agustín Los Negrales–, que acaba de estrenarse como presidente de Escuelas Católicas de Madrid, la educación no se entiende sin el acompañamiento.
Pero no solo los alumnos aprenden del ejemplo, también los adultos, el profesorado necesita referentes en un momento, además, en que sienten que su trabajo no se reconoce, y cunde el desánimo y el desaliento… La docencia puede verse como un trabajo ingrato, sobre todo cuando el alumno te pone a prueba, pero un trabajo que después tiene grandes recompensas. Eso sí, la vocación marca la diferencia: «Poder dedicarse a la educación es una suerte para el que está vocacional, pero el que ha tomado la alternativa de dedicarse a la educación sin vocación docente, fracasa», sentencia.
¿Cómo lograr que los profesores se sientan reconocidos, motivados, estimulados? «El ánimo está en el encuentro. Tienen que sentirse familia», prosigue el director, que incide en la importancia de sentir «la cercanía», de ir a gusto al colegio, de estar a gusto con los compañeros, sí, también en el caso de los docentes. «Todo lo que sea facilitar la convivencia, el buen trato, es el mejor reconocimiento». Puede ayudar organizar un viaje con los profesores, o hacer otro tipo de actividades juntos, para poder sentirse cómodos y familia. «De hecho, en casi todos nuestros colegios hay una sala de profesores totalmente adecuada para estar a gusto, en la que se genera un clima de cercanía».
Miguel Ángel Fraile, que está de estreno este curso –como director del Buen Consejo y como presidente de Escuelas Católicas de Madrid– nos habla en este podcast del reto que supuso poner en funcionamiento su anterior centro, San Agustín Los Negrales, en Guadarrama, y de su reto por delante para «hacer que la calidad de nuestros centros siga creciendo».
Para Fraile, la escuela católica goza de salud, en tanto que es una escuela reconocida y demandada. «Hasta la fecha, salvo algunas excepciones, las familias quieren la educación que damos». Otro cantar es que la escuela católica sea un referente evangelizador. «Ojalá lo fuéramos, pero en muchas ocasiones no sabemos cómo evangelizar desde la escuela, cómo transmitir lo que realmente nos hace diferentes, ese signo de identidad que marca la diferencia», plantea, refiriéndose a un sentido profundo, cristiano, religioso. «¿Cómo transmitimos a nuestros profesores, a nuestros docentes, que en la tarea que están haciendo en nuestros colegios está la base de una misión? Porque la escuela es misión, no puede ser otra cosa. Y ahora somos misión más que nunca».
¿Qué tiene que decir una figura como San Agustín a un joven de hoy? Pues, para Miguel Ángel Fraile, mucho. «San Agustín es muy actual porque en su tiempo las cosas en algunos aspectos no debían de ser muy diferentes a las que estamos viviendo ahora. Había en el Imperio Romano una situación de prosperidad, de avance grande en el conocimiento, en el estudio, en la preparación de los catecúmenos, pero también había una sociedad muy pagana, muy, muy metida en un mundo de del bienestar, y un poco ciega. San Agustín también vivió esa ceguera y le costó. Su conversión es darse cuenta de que sus preguntas, sus cuestiones, no las resolvía el pensamiento de su época. Tuvo que recurrir a la escritura, a la fe, para entender muchas de esas cuestiones y se dio de cuenta que la verdad la tenía en su interior y experimenta la famosa conversión de San Agustín. Y esta conversión le conmueve, porque siente el amor. De hecho, para los agustinos, el amor y la ciencia al servicio de la educación van unidas. No se puede entender la ciencia si no se ama, si no se vive. San Agustín decía «Si no tienes amigos, búscalos». Y él en eso encontró fuerza. Y bueno, y sobre todo también en su madre, Santa Mónica. Los padres tienen mucho que decir».
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