Casi el 80% de los niños entre 8 y 12 años comen comida basura al menos una vez a la semana
Los turrones y los mazapanes ya inundan todos los supermercados españoles. En estas fechas navideñas, los hogares de las familias españolas se llenan de dulces y comidas tradicionales que, aunque deliciosas, contribuyen al aumento de obesidad infantil en nuestro país. Un tercio de los niños, niñas y adolescentes en España tienen exceso de peso, y uno de cada diez presenta obesidad, según los últimos datos revelados del Estudio ALADINO 2023, realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
En este contexto, la Fundación Eroski, dentro de su iniciativa “Escuela de Alimentación”, que tiene como fin educar y promover hábitos saludables en la infancia, ha presentado la Encuesta sobre Hábitos Alimentarios a Escolares de Primaria, realizada a 2.126 niños y niñas de entre 8 a 12 años de nueve comunidades autónomas, para conocer los hábitos de alimentación, los referentes externos y cómo influye el estado de ánimo en la alimentación durante la infancia.
Los datos arrojados son alarmantes: el 92% de los encuestados asegura consumir alimentos como hamburguesas, perritos, pizzas u/o patatas fritas semanalmente y el 15% asegura hacerlo tres o más veces por semana. Además, el 93% consume semanalmente bollería, galletas y/o chuches, el 81% consume refrescos y/o zumos y el 14% consume bebidas energéticas de forma semanal.
Prácticamente la mitad de los niños y niñas creen que deberían cambiar estos hábitos porque no son saludables y comer más fruta y menos productos de la cúspide de la pirámide nutricional, y beber más agua.
¿Y quién puede ayudarles a conseguirlo? La familia. Según la encuesta, el 90% de los niños considera que sus padres o familiares son quienes les enseñan a comer de manera saludable. Sin embargo, la alimentación saludable es uno de los grandes retos que encuentran las familias hoy en día, ya que las largas jornadas laborales no dejan a los progenitores mucho tiempo para planificar menús, hacer la compra y cocinar, según el estudio.
Aún así, la confianza de los más pequeños en sus familias es plena, de hecho, solo el 5% señala a los profesores como las personas en las que se fijan a la hora de alimentarse, el 3% a los amigos y apenas el 2% menciona a los famosos e influencers de redes sociales, aunque, bien es cierto, que el 14% de los niños y niñas asegura haber pedido a sus padres que compren comidas o bebidas recomendadas por influencers en redes sociales o televisión.
En más de la mitad de los casos, en el 66%, los niños aseguran ver la televisión mientras comen y un tercio (33%) dice comer con el móvil, la tablet o la videoconsola delante. Esta exposición prolongada no solo disminuye su atención en las actividades que están realizando, sino que también acarrea efectos negativos, como el sobrepeso, la obesidad y diversos desórdenes alimentarios causados por hábitos de vida sedentarios.
Las familias deben ser conscientes del peligro de la exposición “en solitario” a internet y las redes sociales, que pueden afectar de manera negativa a la alimentación y, por ende, a la salud de niños y niñas.
Hacer partícipes a los más pequeños en las tareas domésticas motiva y enseña a los más pequeños la importancia de llevar una dieta saludable. Un 92% de los menores asegura participar en la elaboración de la lista de la compra junto a sus padres y un 82% colabora en la preparación de los alimentos en la cocina.
Aunque la gran mayoría de los encuestados asegura hacer 5 comidas diarias, un 10% asegura no tomar merienda. De los que sí lo hacen, solo un 10% la consume en la escuela, mientras que el 65% lo hace en casa y el 25% mientras participa en otras actividades. Además, la merienda (25%) y el desayuno (18%) son las dos comidas que más a menudo realizan los encuestados sin compañía.
Por último, es necesario destacar el alto porcentaje de hogares (más de la mitad) donde se utiliza la alimentación como un argumento para premiar a los hijos, lo cual desplaza la alimentación, en el imaginario de los niños, fuera de los hábitos saludables que deben mantener. Considerar la alimentación como “moneda de cambio” es muy peligroso, ya que el niño aprende a que sus referentes tratan la alimentación saludable como algo sin importancia que se puede ajustar según la situación.
Evitar este tipo de conductas perjudiciales, promover una relación positiva con la comida y fortalecer la relación con una alimentación saludable de las nuevas generaciones solo es posible a iniciativas educativas como la “La Escuela de Alimentación” de Fundación Eroski – recientemente adaptada también en lengua de signos española- que busca promover la alimentación saludable con un único fin: reducir entre todos la obesidad infantil.