La XVIII edición del Premio Espiral reconoce la innovación educativa y el trabajo colaborativo
Andrés Valero, creador del Proyecto de Investigación en Bachillerato y Grado Medio, posa con su reconocimiento como finalista del Premio Espiral Internacional. ®MIREIA PORTERO.
Entre los trabajos destacados en la XVIII edición del Premio Espiral se encuentra el Proyecto de Investigación en Bachillerato y Grado Medio, que resultó finalista en la categoría Guía Docente.
Andrés Valero Tortajada, del IES El Quint, impulsó esta iniciativa en 2020, transformando la forma en que los estudiantes abordan el aprendizaje y ofreciéndoles la oportunidad de investigar temas que les apasionan y desarrollar habilidades clave para su futuro académico y personal.
Este proyecto fomenta la autonomía, el pensamiento crítico y la personalización del aprendizaje, y ha evolucionado para abarcar nuevas etapas educativas, además de ser enriquecido con recursos colaborativos, como la Guía del Joven Investigador y la participación del AMPA para publicar los trabajos en una editorial profesional.
En esta entrevista para Magisterio, Andrés comparte cómo su trabajo ha impactado en sus alumnos, qué metodologías ha empleado y qué lecciones ha aprendido a lo largo del camino. Una iniciativa que no solo conecta a los estudiantes con la investigación, sino que también establece un puente entre el Bachillerato y el mundo universitario.
¿Cómo surgió la idea de tu proyecto mencionado? ¿Qué te inspiró a desarrollarlo?
–Mi primer contacto con el Trabajo de Investigación en Bachillerato fue en el IES Benaguasil, allá por el año 2015. Era una forma de trabajo firmemente implantada en Cataluña, pero que en la Comunidad Valenciana tan solo se realizaba en unos pocos institutos de forma autónoma y experimental, al margen de lo establecido por la LOMCE. Allí tutoricé mis dos primeros trabajos de investigación y comprendí el enorme potencial que tenía esta forma de trabajo.
¿Cómo estructuraste el proyecto desde su concepción hasta su implementación en el aula?
–En el año 2020 llegué al IES El Quint con la idea de conseguir que esta propuesta se convirtiera en un proyecto de centro que implicara a toda la comunidad educativa. Tras presentar la idea al Claustro de profesores, casi un tercio de la plantilla del centro se sumó a la iniciativa. Durante este primer curso se sentaron las bases de lo que tenía que ser una propuesta de largo recorrido a través de reuniones de profesores en las que intentamos establecer una metodología de carácter general que pudiera adaptarse a todo tipo de proyectos, diseñar materiales que pudieran servir de guía a nuestro alumnado y decidir qué beneficios obtendrían nuestros estudiantes por dedicar dos años a desarrollar su proyecto.
Este año se inició el primer trabajo de investigación en Bachillerato del IES El Quint. Con el paso de los años esta iniciativa limitada a los estudiantes de Bachillerato se acabó ampliando al Grado Medio de Producción Agroecológica de nuestro centro.
¿Qué recursos y herramientas utilizaste durante el proceso de desarrollo?
–El Proyecto de Investigación en Bachillerato y Grado Medio del IES El Quint implica a toda la comunidad educativa y, por lo tanto moviliza recursos a niveles muy diversos. El profesorado contribuye al proyecto tutorizando al alumnado, formando parte del tribunal que valora sus presentaciones y diseñando materiales (como la rúbrica para valorar los proyectos o la Guía del Joven Investigador) mediante un grupo de trabajo integrado en el Plan Anual de Formación del centro educativo.
A nivel de espacios, la primera defensa de un trabajo de investigación se realizó en el propio instituto. Sin embargo, a propuesta del AMPA del centro y del profesorado, en las ediciones posteriores la exposición de lo trabajos se trasladó a la Sala Noble del Castillo de Riba-roja. En cuanto a los recursos económicos, contamos con la inestimable ayuda del AMPA del centro educativo, la cual financia la publicación de los trabajos de nuestros jóvenes investigadores con una editorial profesional.
¿Cómo te ayudó la rúbrica del Premio Espiral a mejorar o guiar tu proyecto?
–El Proyecto de Investigación en Bachillerato y Grado Medio ya llevaba varios años desarrollándose cuando decidí presentar su candidatura al Premio Espiral. La rúbrica me permitió ser consciente de que había determinados aspectos de esta iniciativa que debía concretar de una forma más exhaustiva o a los que debía prestar más atención. Por lo tanto, me fue de gran ayuda para perfeccionar nuestro proyecto.
¿Hubo algún aspecto de la rúbrica que te resultara particularmente desafiante o motivador?
–Realmente, todos los aspectos mencionados en la rúbrica ya se trabajaban de forma implícita o explícita en nuestro proyecto, aunque los más motivadores para mí fueron aquellos que aludían al desarrollo del pensamiento crítico y la personalización. Nuestra intención siempre ha sido ofrecer un proyecto de investigación adaptado a los intereses de nuestro alumnado y, por lo tanto, cada uno de los trabajos de investigación realizados por nuestros estudiantes es único y responde a la sinergia entre el alumno y su tutor.
¿En qué consiste exactamente tu proyecto? Describe sus objetivos y metodologías.
–Básicamente, el proyecto consiste en que el alumno elige un tema de investigación al inicio de Primero de Bachillerato. A lo largo de ese curso redacta una memoria escrita, que defenderá en Segundo de Bachillerato ante un tribunal integrado por profesores del centro.
Entre sus objetivos cabría mencionar el fomento de la autonomía del alumnado, la búsqueda y selección crítica de la información, la redacción de una tesis sobre un tema que sea del interés de nuestros estudiantes y su divulgación. En definitiva, intentamos establecer un puente entre el Bachillerato y la Universidad, iniciando a nuestros alumnos y alumnas en el método de trabajo universitario.
Por lo que respecta a la metodología, el alumno trabaja en estrecha colaboración de su tutor. A propuesta del joven investigador el tutor o tutora suele plantear una acotación del tema a investigar. A continuación proporciona al estudiante todas aquellas fuentes y referencias que puedan serle útiles. También es importante fijar con qué herramientas digitales trabajará el alumnado, ya sean las de Microsoft 365 o las de Google, permitiendo que el tutor supervise en tiempo real la redacción de la memoria y la corrija.
En los últimos años el correcto uso de la IA también ha adquirido una importancia fundamental. Además, nuestros estudiantes también disponen de una Guía del Joven Investigador elaborada por el profesorado del centro, en la que se dan todas aquellas indicaciones que puedan necesitar en aspectos tales como realizar referencias bibliográficas, apartados de la memoria, cuestiones formales, etc. Sobre esta base nuestros estudiantes inician su investigación. Por regla general se reúnen una vez al mes con su tutor para comprobar los avances realizados y fijar nuevos objetivos mensuales y, al final de cada evaluación, se realiza una valoración global de la memoria escrita hasta la fecha.
¿De qué manera tu proyecto pone al alumno en el centro y promueve su participación activa?
–En nuestro proyecto no hay una selección del alumnado. Son ellos y ellas los que manifiestan su deseo de investigar un campo de su interés, que puede ir desde la neurología (como en el caso de Irene Pedrero y su trabajo sobre la dopamina) a la política (como el realizado por Daniel Granero sobre la nueva extrema derecha), pasando por la cultura popular (como la investigación realizada por David Domènech sobre el steampunk).
El único requisito que le exigimos a nuestro alumnado es que sea un tema que les apasione, que quieran investigar y divulgar. A partir de ahí, les acompañamos en una investigación de la que son los únicos protagonistas, seleccionando la información que consideran de interés y redactando una tesis propia.
¿Qué cambios observaste en tus alumnos durante y después de la implementación del proyecto?
–La mayoría de nuestros investigadores inicia sus proyectos partiendo de una idea muy general, teniendo en mente un tipo de trabajo similar a aquellos que realizaba en la ESO. El
tutor le ayuda a acotar su tema de investigación y le enseña cómo elaborar un trabajo propio a partir de la búsqueda de información. En este proceso el alumnado se vuelve más maduro y autónomo, aprendiendo que cualquier tipo de información recibida debe ser sometida a un análisis crítico.
¿Cómo crees que tu proyecto ha influido en el desarrollo personal y académico de tus alumnos?
–En nuestra opinión, la participación en este proyecto supone un antes y un después para nuestro alumnado. A nivel académico aprenden las bases de cómo realizar un trabajo de investigación, redactar su memoria y defenderla ante un tribunal, lo cual les permite familiarizarse con los métodos y técnicas de trabajo universitario. De forma paralela la realización de estos trabajos implica la obtención de un diploma y una carta de recomendación en varios idiomas así como de la publicación de los trabajos, lo que para un alumno de diecisiete años supone un importante bagaje que incorporar a su currículum académico. En el plano personal la realización, defensa y publicación de sus proyectos significa para nuestros alumnado una enorme refuerzo positivo y potencia su autoestima.
¿Cómo viviste la experiencia de recibir la mención en la gala del Premio Espiral?
–Fue muy emocionante. Ser uno de los finalistas en un premio entregado por compañeros y compañeras de profesión es especialmente relevante para cualquier docente. Especialmente cuando supone el reconocimiento al trabajo realizado a lo largo de cuatro años por toda una comunidad educativa.