Es innegable que la literatura y los grandes escritores han despertado siempre una gran fascinación, por ser probablemente uno de los máximos exponentes del genio creativo humano. Sin embargo, ya no los evocamos inalcanzables en su torre de marfil, sino que ahora se nos presentan accesibles y cercanos, gracias a un contacto más estrecho con el público y sus lectores.
Pero existe, con todo, un lugar al que, ni en tiempos de la sobreexposición digital, los lectores no pueden acceder y que tal vez por ello mantiene intacto toda su magia y su magnético encanto. Roald Dahl lo describió como «la vertiente secreta» y Daniel Cassany habló de «la cocina de la escritura», pero nosotros podemos denominarlo sencillamente «la intimidad».
Movido por esta idea y siguiendo la estela de The Paris Review, el escritor Álvaro Colomer ha entrevistado durante años a los grandes maestros de la literatura sobre sus métodos de trabajo, y ahora los presenta en el libro Aprende a escribir. Métodos, disciplinas y talentos de los grandes autores contemporáneos (Editorial Debate), un singular manual de escritura creativa ante el que no habrá letraherido que se resista y que desvela los hábitos, procesos y rutinas de los grandes maestros de la literatura en lengua española.
Aprende a escribir, un asalto en toda regla al sanctasanctórum de los escritores, explora cómo estos perciben su profesión y enfrentan los desafíos creativos. Rosa Montero, por ejemplo, considera la escritura como una mezcla de disciplina y espontaneidad, y enfatiza la importancia de planificar pero también de adaptarse al flujo de ideas. Por otro lado, Luis Mateo Díez habla de su hábito cotidiano de escritura, destacando que la regularidad y la concentración son esenciales para su oficio, mientras que Pere Gimferrer subraya la necesidad de interiorizar la métrica y los clásicos como fundamentos de la poesía.
Estas páginas aclaran que para escribir no basta la inspiración, sino un trabajo metódico. Desde las rutinas madrugadoras hasta los métodos de organización más avanzados, los escritores destacan la importancia de la disciplina y la pasión en partes iguales. El libro aborda también cómo el contexto vital del creador, las cargas de la edad y las responsabilidades laborales influyen en el ritmo creativo.
En el caso de Pere Gimferrer, el proceso creativo es casi mágico: describe cómo las ideas llegan a su mente como «destellos» que determinan la estructura rítmica de sus poemas. Sin embargo, no todo es inspiración: autores como Fernando Aramburu eligen lectores de prueba o revisan sus textos con una precisión quirúrgica. Muchos escritores destacan también el valor de la revisión constante y el aprovechamiento de los «hallazgos» inesperados que, como migas de Pulgarcito, las musas van dejando por el camino.
La intimidad del escritor
Los pasajes más fascinantes del libro son aquellos que exploran la dimensión personal e íntima de la escritura. Los escritores muestran sus espacios de trabajo y rituales privados, como llenar las paredes de todo un despacho con Post-its, o trabajar con teclados mecánicos que replican el sonido de las antiguas máquinas de escribir, creando así una conexión tangible con el pasado.
Aprende a escribir también refleja la soledad inherente al acto de escribir, erigido por muchos como un refugio frente al ruido y los tráfagos del mundo exterior, o habla de los dilemas éticos que surgen al dar vida a personajes complejos, descubriéndonos así cómo cada autor encuentra en su espacio creativo una forma de lidiar con su peculiar universo interno.
En definitiva, Aprende a escribir es un canto de amor al proceso de escritura y al oficio del escritor, a la labor creativa literaria, pero que a la vez tiene una vocación deliberadamente práctica. El volumen está estructurado siguiendo los procesos de construcción de una novela (inspiración, escritura, corrección y publicación) y recoge casi un siglo de sabiduría (desde Ida Vitale, con cien años, hasta Mario Obrero, que apenas pasa de los veinte), lo que permite ver la evolución del proceso creativo a lo largo de todo este tiempo y cómo este cambia en función de los tiempos y de la aparición de nuevas tecnologías. Pero, sobre todo, sirve como puerta de entrada a aquellos que pretenden iniciarse en el oficio y aporta claves esenciales para enfrentarse a ese duelo con la página en blanco –las «horas nalgas», como las llamaba Leonardo Padura–. Aunque, por qué no, un libro que también interesará a esos amantes de la literatura y lectores curiosos que, sin pretender escribir, queremos asomarnos a una mirilla habitualmente vedada.