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Educar a un niño ciego

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Imagina que tu bebé nace y pocos días después empezáis a comprobar que no ve: ¿cómo aprenderá lo más básico? ¿Cómo harán los padres para emprender sus primeros años a su lado?

Manuel y su mujer tuvieron una primera experiencia como padres, cuanto menos, difícil: su hijo Miguel nació con un defecto congénito en los dos ojos que le supuso una ceguera irremediable.

A los dos meses de nacer, Miguel emprendió un viaje hasta Houston para intentar solventar el problema, ya que hace 28 años España no tenía condiciones para, ni siquiera, intentar tratar el problema del recién nacido.

Más de 10 millones de las antiguas pesetas después, y tras varios meses y varias operaciones quirúrgicas de por medio, regresaron a España con un larguísimo camino por delante: Miguel sería ciego de por vida y tenía que ser capaz de aprender lo que los demás críos hacen mirando a través de otros métodos. “Yo siempre he sido ciego. No conozco otra forma de vivir que no sea a través de mi ceguera”, nos dice Miguel. “Donde vosotros veis problemas, yo veo las cosas más normales del mundo.

Vuestro primer libro fue uno de dibujos: el mío, uno que se inventó mi padre donde cada página tenía algo que hacía un ruido diferente que me sirvió para identificar más adelante a qué hacía referencia”. “Sí, recuerdo ponerle campanillas, papel de plata, cascabeles…

Todo para él era un mundo diferente. Sus gestos eran increíbles cada vez que descubría un sonido diferente y nosotros, con la ilusión propia de los padres que descubren que están avanzando en algo, nos esforzábamos en conseguir nuevos estímulos para él”. Miguel aprendió el sonido de los coches, el del timbre, las voces de las personas cercanas o los ruidos que cada uno de ellos hacía y servía para identificarles”.

Un niño con algún impedimento, si es bien atendido, educado, y aceptado, podrá hacer las mismas cosas que cualquier otro niño, sólo que de un modo distinto. La actitud de respeto debe empezar desde el momento en que se detecte la discapacidad. No hay que limitar sus posibilidades por la simple razón de que el niño tenga una dificultad. Al contrario, hay que animarle y enseñarle las vías por las cuales podrá hacer lo que desea.

“La verdad es que los métodos, gracias a Dios, han cambiado mucho y las opciones que los padres tienen ahora a su alcance son muchas. Cuando Miguel nació había que usar la imaginación casi para emprender cualquier avance”, nos comenta Manuel. “Imaginad, por ejemplo, cómo enseñarle lo que es peligroso o no en casa, cómo reconocer a los seres queridos…

Son muchas cosas que los padres tenemos que ingeniarnos para sacar adelante”.

El oído y el tacto

Recordemos: no pueden ver, pero el resto de las posibilidades sensoriales deben ser incentivadas y puestas en valor: la sensibilidad cutánea, la capacidad del tacto, y la audición son capacidades que se deben estimular y desarrollar por un niño ciego. A través de esas sensaciones, el niño podrá conocer su espacio, hacerse con él, ser capaz de controlarlo poco a poco.

El oído, por ejemplo, permite al niño diferenciar sonidos, localizar y detectar obstáculos e identificar personas y objetos. Cada cosa tiene que tener su especificación, su sonido especial que permita que el niño sepa lo que es. “Recuerdo que a cada puerta de la casa le pusimos una campanita de distinto tamaño: la de la cocina, la del cuarto de baño… Así, según Miguel fue creciendo fue capaz de identificar a dónde iba por el sonido, hasta que se hizo un mapa mental de la casa y de su espacio”.

La educación de un bebé ciego tiene como objetivo conseguir su maduración y desarrollo de acuerdo con sus posibilidades. El papel de los padres es importante. Deben considerar que:

  • Deben fomentar la exploración del bebé de las distintas partes de su cuerpo.
  • No deben impedir la actividad motriz por miedo a las caídas.
  • El desarrollo del tacto y el oído es importante para que el niño perciba los sonidos y descubra de donde proceden.
  • Deben fomentar los comportamientos pre-verbales del bebé (la sonrisa, el llanto…).
  • Deben estimular la exploración del entorno, asignando palabras a los objetos.
  • Deben ayudar al niño a desarrollar actividades de la vida diaria como coger el biberón, el chupete, utilizar los cubiertos, vestirse y desvestirse solo, indicar cuando se orine, etc.
  • Es fundamental que los padres pierdan el miedo a que sus hijos descubran por sí mismos determinados momentos.

Miguel lo deja claro: “Como decía, siempre he sido así. Nunca he visto, por lo que el mundo se me presenta a través de los otros cuatro sentidos y, en realidad, me parece un mundo alucinante”.

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