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Autonomía, prestigio y evaluación: claves del éxito

Rodrigo SantodomingoViernes, 1 de junio de 2012
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Tras la ceremonia de entrega de los últimos Premios Magisterio a los Protagonistas de la Educación, Andreas Schleicher –galardonado por convertir el Informe PISA en el gran oráculo de la evaluación educativa internacional– charlaba con un grupo de personas que se habían acercado a felicitarle por su trabajo. La conversación giraba en torno a las dificultades para mejorar un sistema de enseñanza en pocos años. Todos los allí presentes reconocían que la escuela es ante todo una apuesta de futuro cuyos frutos se hacen esperar, que es precisamente el cortoplacismo político el que tantas veces mina el progreso en las aulas.

Schleicher se mostró en sintonía con el sentir general, pero matizó que algunos países (sobre todo asiáticos) sí habían logrado avances espectaculares en tiempo récord. Su mínimo común denominador: centrar las reformas en aumentar la valía y la consideración social del docente. El máximo responsable del PISA avanzó que él y su equipo estaban ultimando un informe que incluiría una batería de consejos –apoyados en buenas prácticas ya contrastadas– sobre cómo atraer a los jóvenes más brillantes hacia la carrera docente, incentivar la misma a través de distintas fórmulas y evaluar con precisión al profesor en correspondencia a una mayor autonomía en su trabajo. En su opinión, los tres pilares sobre los que construir un plantel de educadores tan bien preparado como flexible para adaptarse a las necesidades de los estudiantes en el siglo XXI.

Excelencia docente
Recientemente dado a conocer, Construir una profesión docente de alta calidad. Lecciones desde el mundo surge en realidad de una cumbre de alto nivel promovida por el propio Schleicher. En marzo del pasado año, los ministros de Educación de los países ricos, representantes sindicales y otras autoridades se citaron en Nueva York con el fin de dilucidar los caminos más efectivos hacia la excelencia entre el profesorado. El estudio surge de la fusión entre las conclusiones del evento y la ulterior reflexión realizada por el departamento educativo de la OCDE, que a su vez se sustenta en toda la evidencia empírica que proporcionan, además del PISA, otros macroestudios como el Talis o Education at a glance.

El informe deja claro que sólo cuando un país deje de ver al profesor como “parte del problema” y entienda que éste “necesita convertirse en la parte central de la solución, adquiriendo las herramientas y asumiendo la responsabilidad para liderar el cambio”, podrá superar prejuicios y fórmulas obsoletas sobre el papel del docente y su desempeño diario.

Dejar de culpar al profesor por los males del sistema educativo es sólo el comienzo. A partir de ahí, ha llegado el momento de enderezar los puntos negros de cualquier modelo de enseñanza permitiendo que tomen el mando de la nave sus auténticos tripulantes. Si hay algo que el estudio enfatiza hasta la saciedad son los extensos beneficios que supone dotar de un mayor margen de maniobra al educador en el ejercicio de su tarea. Autonomía, profesionalización… La OCDE emplea varios términos para lanzar el mismo mensaje: “Los países más exitosos han demostrado que una profesión docente en la que se asume un alto nivel de responsabilidad y está bien recompensada [normalmente mediante buenos salarios, aunque no necesariamente] atraerá a algunos de los mejores universitarios”.

La selección en Finlandia
Singapur y Finlandia son en este sentido dos casos paradigmáticos. Allí, los jóvenes que quieren dedicarse a la docencia han de pasar filtros muy rigurosos, con notas de corte que en España equivaldrían a estudios como Medicina o Arquitectura. Pero una vez superada la prueba, las oportunidades de desarrollo profesional son variopintas, la intervención de las autoridades escasa, el sueldo jugoso (sobre todo en el país asiático) y la consideración social, el orgullo de decir “soy profesor”, muy elevados.

Aunque nuestro país ha avanzado bastante en los últimos años cediendo mayor libertad de acción a sus profesores, la comparativa internacional nos deja –en buena parte de los parámetros– bastante mal parados. Por ejemplo, las posibilidades que tiene un centro público español de confeccionar su propio equipo docente en función de sus necesidades se presentan casi nulas. Sólo son más rígidos en este aspecto Grecia, Italia, Turquía y Japón.

Autonomía y prestigio, ya sea vía nómina o porque la sociedad rinde pleitesía a aquellos a quienes confía la Educación de las nuevas generaciones. El tercer punto esencial al que apunta Construir una profesión docente de alta calidad para incrementar la calidad del profesorado tiene que ver con el proceloso tema de la evaluación. Es ya casi una frase hecha: autonomía, sí, pero a cambio de rendición de cuentas (accountability en inglés). Schleicher admite que fue uno de los asuntos que generó mayor controversia durante la cumbre. ¿Quién y cómo dictamina la valía de un profesor? ¿Hasta qué punto hemos de tener en cuenta el perfil socioeconómico de la clase en dicha evaluación?
La respuesta de la OCDE es contundente: la evaluación docente se antoja necesaria para mejorar el sistema, y los países con mejores resultados manejan fórmulas variopintas cuando calibran la competencia de sus profesores. A pesar de la variedad, la tendencia global, nos dice el informe, es redirigir la evaluación del profesor desde el cumplimiento de pautas y procedimientos formales (como se ha hecho tradicionalmente) hacia otra centrada en los resultados. Por desgracia, en España disponemos de un sistema de evaluación frágil. Casi un 40% de los docentes asegura no haber sido objeto de ningún tipo de supervisión en el último año y medio. Sólo Italia registra un porcentaje mayor.

–Respeto al maestro en China y el reclutamiento de Tony Blair

  • Salarios de España. Si atendemos a la tabla de esta página arriba, se observa que los profesores españoles son los mejor pagados de la OCDE en relación con otros profesionales que también poseen titulaciones universitarias. De hecho, somos el único país en el que los docentes ganan más dinero que la media del resto de trabajadores con estudios superiores, y la diferencia es notable. Aunque es cierto que el docente patrio tiene un buen sueldo en relación a sus iguales en los países de nuestro entorno, también lo es que la cifra puede resultar engañosa si no tenemos en cuenta la cantidad de jóvenes españoles “sobrecualificados”, es decir, ocupando empleos para los que no hacía falta ir a la universidad.
  • El despegue de China. Al analizar el caso del gigante asiático (que no pertenece a la OCDE), el informe explica que sus dirigentes han pasado de centrar los esfuerzos en la provisión cuantitativa de recursos humanos con el fin de universalizar la enseñanza obligatoria (actualmente cuenta con 12 millones de docentes no universitarios) a poner el énfasis en la calidad de los servicios docentes. Durante los próximos 10 años, el gobierno chino tiene previsto mejorar la formación de sus profesores (incluidas 360 horas de prácticas antes de que el candidato se enfrente a una clase en solitario), aumentar sus salarios y crear una atmósfera que favorezca el respeto por la figura del maestro, algo que no parece difícil de conseguir si nos remitimos a las raíces culturales de la superpotencia.
  • “Usa tu cabeza: enseña”. Uno de los ejemplos de buenas prácticas al que el informe consagra más espacio se refiere a la campaña realizada por el primer gobierno de Tony Blair para atraer a más profesionales al ejercicio de la docencia. Dos de las medidas adoptadas responden a los consejos lanzados desde la OCDE: aumento de salarios y mayor desarrollo profesional. Además apostó por una agresiva campaña de publicidad con el eslogan: Usa tu cabeza: enseña.
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