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Un poco de catalán y Religión. Feliz Navidad

Lunes, 17 de diciembre de 2012
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No son ni mucho menos los temas importantes de la Lomce pero toca decir algo sobre el catalán y la Religión, tanto monta, monta tanto. Curioso o no que hayan quedado para los postres del debate educativo las dos cuestiones con más carga sentimental, que uno llega a no saber si cuando discutimos sobre la lengua lo estamos haciendo sobre la Religión o viceversa, si la Religión tiene algo de lengua y la lengua algo de Religión, etc., etc. Lo que parece claro es que Wert y Rigau han conseguido el objetivo (¿pactado?) de que no se hable de otra cosa. A estas alturas de la Lomce, ¿a quien le importa si el director del centro será elegido por la Administración, lo que rompe, por fin, una inercia de décadas o si los colegios van a disponer, también por fin, de verdadera autonomía curricular?
Pero digamos algo sobre el catalán. Me explicaban en el Departament d’Ensenyament hace meses que si en Cataluña se decidió que el catalán fuera la lengua vehicular en la enseñanza era porque consideraban que existía un déficit histórico que había que compensar. Entonces, el castellano lo hablaba todo el mundo y el catalán una buena parte de la población, pero no todos. También entonces, los medios de comunicación, rótulos comerciales, comunicaciones administrativas, etc. se realizaban fundamentalmente en castellano. Años después, parece claro que este plan de inmersión lingüístico ha dado sus frutos y prácticamente el cien por cien de la población catalana domina las dos lenguas. Mi pregunta hecha con toda la simpatía que tengo por mi amiga Irene se ve venir: ¿tiene sentido seguir privilengiando el catalán? ¿Hasta cuándo? En caso afirmativo: ¿cuál es ahora la estrategia?
Sobre el nuevo tratamiento dado a la asignatura de Religión solo quiero reproducir lo que me contó hace pocas semanas un alto cargo del Ministerio de Educación durante las dos legislaturas de Zapatero. Trataba yo de hacerle ver –no con poca ingenuidad– que la asignatura de Religión estaba languideciendo y terminaría por desaparecer si no se establecía una alternativa como Dios manda (sic) en el mismo horario y con valor académico. Su respuesta fue inmediata: “Pues eso es precisamente lo que se pretendía; o qué te crees”. Queda dicho.

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