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La Lomce amenaza ruina por escasa financiación

José Mª de MoyaMartes, 15 de enero de 2013
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Y a son varias las comunidades autónomas del PP que no ocultan su pesimismo sobre el futuro de la Lomce. Ahora que se habían puesto de acuerdo sobre el contenido de la reforma resulta que hay muy pocos cuartos para aplicarla. En concreto, la desviación entre lo que el Ministerio ha ofrecido a las comunidades y lo que éstas han calculado que necesitan es de uno a tres. Unos 350 millones que ofrece el Estado frente a los más de 1.000 que necesitan las administraciones autonómicas para, fundamentalmente, esa nueva organización curricular que permita una Secundaria más flexible. Objetivo tan necesario y loable como costoso. Lo que vale, cuesta…
No está demostrando mucha pericia política el Ministerio al pretender negociar la memoria económica de la Lomce sin tener casi nada que ofrecer. A menos que, como buenos jugadores de mus, vayan de farol, porque han conseguido de Montoro lo que no han logrado otros gabinetes. Ojalá, pero no es fácil porque Wert no es un peso pesado del partido ni del Gobierno. Tiene otras ventajas, pero no esa. Algunos responsables autonómicos calificaban la convocatoria de la Conferencia Sectorial del próximo 19 de enero en la que se negociará la memoria económica como el auténtico suicidio de la Lomce. Si no tienes un duro, pon encima de la mesa lo que hay y que cada cual haga lo que pueda, pero ¿qué vas a negociar, alma de Dios?
La otra gran reforma, la del Estatuto docente, también amenaza ruina al pretender negociarla previamente con los sindicatos sin poder llevar la cartera repleta de euros. Si negocian sin dinero, o no tendremos nada o tendremos un Estatuto docente paniaguado que no resolverá los problemas de acceso y de promoción de nuestros maestros.
En estos tiempos y por puro pragmatismo político, el Ministerio debe contener su bienintencionado afán negociador y poner en marcha cuanto antes las reformas que necesitan nuestros alumnos. Quienes llevamos tiempo en esto hemos visto demasiados intentos fallidos de reformar nuestra Educación por el espejismo del consenso. Como en Madrid con el cambio de las listas de interinos, a veces hay que saber levantarse de la mesa en defensa del interés general. ¿A quién queremos contentar?

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