fbpx

El diverso camino de los profesores alemanes para llegar a la docencia

Carlos CarabañaMartes, 19 de febrero de 2013
0

La Conferencia de Ministros de Cultura (KMK) de los estados federales se reúne periódicamente para tratar de armonizar sus diferentes modelos de escuelas, que comparten muy poco: unos requisitos mínimos para los exámenes, el reconocimiento mutuo de los títulos educativos y para de contar, ya que ni siquiera su conocida división de los alumnos en tres niveles a los 11 años es norma en todos los länder. Y esta disparidad, aunque un poco más relajada, también se traslada a los estudios y prácticas que permiten a los alemanes acceder al profesorado.
“En cada land es completamente diferente”, explica Florian Hoch, que a sus 31 años es el enlace entre la Freie Universität de Berlín y su sistema de escuelas públicas, “el federalismo afecta a todo el sistema de formación para profesores y, aun habiendo unas bases mínimas sobre Educación y didáctica, el contenido es completamente diferente”. Básicamente, en el proceso para hacerse docente en Alemania pueden distinguirse dos fases. La primera es una carrera universitaria, que en Alemania es de tipo polivalente, como en EEUU.

Carrera y máster
En el caso de Berlín y la Freie consiste en unos estudios de tres años en los que, si el futuro profesor quiere dedicarse a la Primaria, debe coger como primera asignatura Grundschulpädagogik (Pedagogía de la Escuela Primaria). Si prefiere la Secundaria (donde los sueldos son mayores), debe cursar los módulos de pedagogía correspondientes durante sus dos materias troncales de estudios universitarios. Luego habrá de realizar un máster valorado en unos 4.000 euros y con una duración de entre un año y dos, según a qué nivel educativo quiera dedicarse.

Con la nota final de la carrera, el alumno se dirige al Senado de Berlín, donde se inscribirá para lograr una plaza en la segunda fase: el Vorbereitungsdinst o Referendariat. Este es un periodo de 18 a 24 meses, siempre según el land, en el que el aspirante a profesor imparte unas ocho horas semanales de clase y durante los cuales asiste a dos seminarios sobre Educación. Un docente, ya dentro del sistema, hace de tutor y las clases del alumno son examinadas dos veces, una para indicar cómo mejorarlas y otra para evaluarla.

Esta calificación, mediada con un trabajo sobre la experiencia educativa y otros dos sobre el par de seminarios a los que debe asistir, pondera junto con la nota de la carrera para dar una calificación final con la que el alumno puede aspirar a un puesto de profesor fijo. Este puede ser en forma de funcionario no vitalicio, como en la mayor parte de Alemania, o docente contratado, como en Berlín, Mecklenburg, Sachsen y Thüringen. En otros länder, como Bayern o Baden Württemberg, todavía impera la antigua costumbre de hacer dos exámenes estatales, uno al final de la carrera y otro al final del Vorbereitungsdinst, que en caso de ser suspendidos dos veces anulan los estudios del alumno e imposibilitan para dar clase, respectivamente.

Los problemas del sistema de acceso alemán

Como cualquier otro, el sistema alemán no está exento de problemas. El principal es el envejecimiento de los profesores. Los docentes de más de 50 años ya superan el 50% del total, casi el doble del número de su proporción respecto a toda la población, un 27%, y el relevo generacional no se ve claro. Otro sería la falta de docentes de materias como la Física o la Informática y que se demuestra en la Freie Universität, donde salen 215 licenciados en Políticas por cada 20 en Física. Además, los profesores tienen grupos más grandes y dan un 10% más de horas que lo que recomienda la OCDE, y son principalmente un colectivo con raíces alemanas, mientras que entre sus nacionales cerca del 21% tiene un origen migrante.

Pero para los aspirantes, el principal escollo es su combinación de asignaturas universitarias. “Son las escuelas las que dicen al Senado qué tipo de profesores necesitan”, cuenta Hoch, “así que si haces lo que todo el mundo, Alemán e Historia, tendrás que esperar un tiempo a que te den plaza, y más si solo tramitas tu solicitud en un land”. Justo en esta situación se encuentra Julia Kopf, que con 26 años y con la carrera acabada lleva ya seis meses esperando plaza para su Referendariat.

Residente en Kassel, sus dos asignaturas principales fueron Español y Filosofía. Kopf comparte las críticas de la mayoría de los aspirantes: la formación científica está muy alejada de la práctica diaria de una escuela y coincide en su mayor con los contenidos de otras carreras. “La fase de las prácticas es muy pequeña”, enumera Kopf, “son dos horas de clase a la semana solo durante dos semestres, todo es teoría y casi no hay práctica”.

Hoch, a diferencia de Kopf, defiende el método germano. “Nuestra universidad te enseña a fondo los conocimientos que necesitas”, asegura, “y vas entrando poco a poco en el sistema educativo y, tras acabar, tienes otro año y medio en que puedes probar de nuevo y decidir si quieres, o no, ser profesor”. “Es cierto que hay gente que es una comunicadora nata”, explica, “pero todas las habilidades pueden aprenderse”. Kopf, por su parte, asegura estar en una “situación emocional fatal”. “Yo quiero dar clase, quiero ser profesora”, dice con pena en la voz. En su land, Hesse, la máxima espera por ley hasta que le concedan el Refendariat es de 24 meses.

0